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Sampaoli se retrata a sí mismo... (Opinión)

No alcanza con saber de táctica o autodeclararse muy trabajador. El señorío debe ir incorporado.

Jorge Barraza
Un gravísimo incidente público, del que ya no tiene retorno, envuelve al director técnico de la Selección Argentina, señor Jorge Sampaoli. En cualquier país más serio que la Argentina (y hay muchos), le costaría el puesto. Incluso, si se tratara de un individuo con real honor, presentaría su renuncia. Aquí, ya sabemos, la AFA ignorará su ofensa y sólo difundirá su disculpa. Luego, él esperará que escampe y se amparará en el nefasto código grondoniano: “todo pasa”.
Vale recordar el insuceso: en la madrugada del domingo, tras la boda de su hija, Sampaoli iba en un auto desde el lugar de la fiesta a un hotel en su ciudad natal, Casilda, en la provincia de Santa Fe. Un agente de policía hizo detener el vehículo. Lo que sigue lo narra con detalles Federico Censi, secretario de Prevención y Seguridad Ciudadana de Casilda: "Estábamos haciendo un control de alcoholemia en el centro de la ciudad, como lo hacemos habitualmente por una política de estado del tránsito local muy fuerte. Venía circulando un vehículo con una mujer al volante, de unos 25 o 30 años, a quien le dio negativo el control de alcoholemia. Presenta la documentación del vehículo, tenía todo en orden. Antes de retirarse, el control que estaba actuando le indica que por favor se tienen que bajar personas del auto, que iban con exceso de pasajeros”. Luego se supo que eran ocho los ocupantes del coche. La ley de tránsito indica que tienen que ir tantas personas como cinturones de seguridad tiene el vehículo.
Sampaoli se bajó furioso del auto porque lo tenían que hacer caminar trescientos metros hasta el hotel y denigró al agente de policía: "Me hacés caminar dos cuadras, boludo. Cobrás 100 pesos por mes, gil", le dijo al agente, que cumplía (correctamente) con su trabajo. “Tráteme bien porque yo lo estoy tratando bien”, le respondió el oficial. Pero Sampaoli se enardeció más, insultó a todos los agentes municipales, pateó un cesto de residuos y gritó: "Acá no le hacen más alcoholemia a nadie, son todos una porquería, basuras, gatos de mierda, bájense todos, vamos todos caminando".
En otros tiempos, Sampaoli hubiera negado el episodio o lo hubiese dibujado mejor. Su problema es que ahora hay cámaras en todas partes. Y fue filmado. Lo que no esperó es que el país le cayera encima. Pero el exabrupto fue demasiado grosero y humillante como que pasara por alto. Y se vio obligado a reconocerlo hasta en los menores detalles. Hay una porción importante del periodistas e intelectuales argentinos que está exigiendo su separación del cargo. En varias encuestas que circularon con las consignas “hay que echarlo” o “debe quedar en su puesto” gana la primera con entre 74 y 80%.
El entrenador de una selección nacional tiene socialmente un rango ministerial, representa al país. No alcanza con saber de táctica o autodeclararse muy trabajador. El señorío debe ir incorporado al puesto. Es por lo mismo que creemos, y lo hemos escrito muchas veces aunque haya millones que no lo entiendan: Sergio Ramos es un magnífico zaguero, ganador, valiente, y como tal se lo respeta, pero no se lo admira. Ganará muchos títulos, nunca el de mejor deportista. Es la antípoda del juego limpio. Un líder enseña, calma, educa, alienta, da ejemplo. Un técnico es, sobre todo, un docente, dentro y fuera del campo, un guía, un individuo sereno cuando las aguas se agitan. Lo que son José Pekerman, Óscar Washington Tabárez, Reinaldo Rueda, Francisco Maturana, Ricardo Gareca, Tite, Manuel Pellegrini, Ariel Holan…
Sampaoli les dio la razón a todos, y no son pocos, los que han manifestado que “es un buen técnico, pero una mala persona”. El 7 de septiembre pasado, en diálogo con radio Mitre, Claudio Borghi fue letal con su sucesor en la Selección Chilena: "Tengo dos opiniones de Sampaoli. No es buena gente, no llega a los lugares de forma adecuada. Usa mañas para trepar. Pero es muy buen entrenador, en Chile tuvo buenos resultados".
Hay una línea de técnicos que se chapean como “obsesivos del trabajo”, como si eso fuera la cualidad suprema. O única. Sampaoli está entre ellos. Nadie ve lo que trabaja porque no permite ingresar en los entrenamientos ni sabe lo que hace cuando no hay competencia. Sí hay un hilo conductor: un grupo de adláteres que difunde frases como “es un loco, se quedó viendo videos del wing izquierdo hasta la cuatro de la mañana”. O “se fue a París exclusivamente a explicarle a Di María cómo quiere que tire los centros”.
El 16 de junio último, apenas arribado a la Selección, el presidente Mauricio Macri, quien lo había sugerido como técnico para Boca, lo invitó a un almuerzo en la Quinta de Olivos para darle la bienvenida, expresarle su satisfacción y darle todo su respaldo de cara a la clasificación mundialista, que estaba en un precipicio. Sampaoli asistió, casi empujado, con gesto muy adusto y, al salir, la gente que le maneja la prensa publicó que “el encuentro se gestó por una obligación protocolar" e incluso aclaró que "no respondió a ninguna vinculación ideológica sino a la obligación de responder a una invitación desde Presidencia". Una declaración casi hostil e innecesaria con quien había tenido un gesto agradable con él. Kirchnerista declarado, Sampaoli había confesado abiertamente: "Admiro a Cristina Kirchner y siempre me guié por sus valores y los de Néstor”. Valores que, entre otras cosas, dicen encolumnarse detrás de los trabajadores. Pero Sampaoli acaba de decirle a un trabajador: “Boludo. Cobrás 100 pesos por mes, gil".
El incidente lo retrata. Es absolutamente lamentable y no lo arregla una disculpa telefónica mínima y forzada. Que es lo que intentó al principio. Luego emitió un comunicado diciendo “Bajo ningún punto de vista yo entiendo que una persona es lo que gana”. Lo que le dijo al policía es exactamente lo contrario. Diga lo que diga, de esto no se vuelve. Perdió el respeto del 80% del público. Y seguramente de sus dirigidos, que no se lo dirán, pero ya lo piensan. ¿Qué estarán diciéndose Messi, Mascherano, los demás integrantes del equipo nacional…? “Mamita, el tipo que nos dirige…” El DT debe despertar admiración en sus dirigidos; este, seguro, no es el caso. Aunque falten apenas seis meses, no estaría mal que Argentina se plantee si corresponde asistir al Mundial con este orientador. Algo es seguro: será difícil ser campeón del mundo con alguien que no genera respeto. Y el ciudadano no se sentirá bien representado.
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JORGE BARRAZA
Para EL TIEMPO
Jorge Barraza
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