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Ciclismo

Iván Ramiro Sosa es la nueva joya del ciclismo colombiano

Iván Ramiro Sosa, campeón de la Vuelta a Burgos.

Iván Ramiro Sosa, campeón de la Vuelta a Burgos.

Foto:Vuelta a Burgos

Tiene 20 años y ya es campeón de la Vuelta a Burgos, que solo habían ganado Nairo y Soler.

“Yo quiero validar undécimo, dedicarme al ciclismo, probar tres o cuatro años y ver cómo me va. Si todo va bien, sigo en este deporte o de lo contrario hago mi carrera universitaria”, fueron las palabras que le dijo Iván Ramiro Sosa a su familia cuando vio que el ciclismo le estaba dando un sentido a su vida, al sentir que sus condiciones lo podían posicionar como otro de los grandes campeones que le ha dado este deportes al país. No se equivocó. Sus pálpitos le pedían seguir pedaleando y hoy, a sus escasos 20 años de edad, conquistó la Vuelta a Burgos, una carrera que ha sido ganada por, entre otros referentes, los españoles Alberto Contador, Alejandro Valverde y el colombiano Nairo Quintana, uno de sus ídolos.
Nacido en Pasca, Cundinamarca, Iván llegó al ciclismo, como muchos de esta región del país: recomendado por un familiar que llevaba este deporte en su sangre. Su tío Joaquín Sosa llevaba a cuatro de sus sobrinos, incluido a Iván, a rodar por las carreteras de este departamento. Con él llevaba bocadillos, queso y aromática por si en algún momentos sus ‘alumnos’ llegaban a sufrir por las durezas de la carretera. Había mucho terreno quebrado cuando iban hasta la vereda Colorados en su bicicleta todoterreno.
Así fue como Iván fue cogiendo el amor por este deporte. “Fue una disciplina que nos hicieron practicar desde pequeños y creo que de ahí también viene el gusto por la bicicleta. Además, cuando pequeños, nos dijeron que el deporte es muy bueno y por ahí fue el camino que quisimos escoger” le dijo el flamante ganador de la Vuelta a Burgos a EL TIEMPO.
Su mamá, Telma Johana Cuervo, vio que la práctica de este deporte podía darle réditos más adelante. Su apoyo siempre fue incondicional. Sabía que su hijo no era el mejor en matemáticas, física y química en la institución educativa rural departamental Adolfo León Gómez al que llegaba después de pedalear 20 minutos en descenso desde su casa.
El ciclismo fue una opción para un joven que era humilde, al igual que su familia. “Es un chico muy humilde, ha sido un joven que desde pequeño ha sido muy tímido. Desde el colegio recuerdo que es así”, le comentó la mamá a este diario sin saber que en menos tiempo del que ella esperaba los éxitos iban a llegar a la familia Sosa.

Corazón de campeón

Uno de los mayores impulsos para que Iván decidiera destacarse en este deporte fue su hermanastro. Su papá, Jorge Antonio, tenía un hijo llamado Diego, quien sufrió un cáncer de hueso, al que le realizaron dos amputaciones y con el paso del tiempo falleció.
Con el corazón arrugado y lleno de impulso corrió la Vuelta de la Juventud. Allí se ganó la etapa reina entre Tunja, Sogamoso y el Alto del Crucero. Fue un llamado al pelotón internacional que se interesó en él. El italiano Andrea Bianco quiso llevarlo al ciclismo internacional. Le realizó unos exámenes y se dio cuenta que sus niveles de vatios en un ascenso eran mejores que los de cualquier corredor con una mayor edad que él.
“Nos impresionó a todos. Sabíamos que iba a comenzar a dar que hablar y por eso decidimos llevarlo a Europa. Su humildad y la forma en la que entendía el ciclismo profesional era una muestra de que podía llegar a triunfar” aseguró su técnico en el equipo Androni Valerio Tebaldi, una persona que no para de confiar en las condiciones del corredor juvenil, a quien proyecta como uno de los mejores pedalistas del ciclismo.
Pasó al equipo Martini Lampadari, una escuadra de menor nivel mientras cumplía su mayoría de edad, y allí no bajaba del podio. Después ascendió a la escuadra Androni y fue un volcán en erupción. Fue gregario de Egan Bernal, su compatriota. Pero este año fue su coronación. Ganó una etapa en la Vuelta al Táchira, el Tour de Bihor, la Adriatica Ionica Race, el Tour de Sibiu y la Vuelta a Burgos.

Serio y con ganas

Iván no dimensiona aún el logro tan importante de ganar una Vuelta a Burgos. “Sí, estoy sin palabras”, le dijo a este periódico el corredor que mandó a la lona a su compatriota Miguel Ángel López en Lagunas de Neila, una mítica subida, en la última etapa de la competición.
Sabe que a sus 20 años el camino que está construyendo es muy importante. Sin embargo, él es fuerte en carretera y aún le falta conocer un poco más en la vida. Eso no le quita su intención de reconocerse como un referente del pedalismo nacional.
“Creo que el ciclismo colombiano está en lo más alto, porque somos destacados no solo por escaladores, sino que también en los embalajes. Así como Nairo es un grande, cada día salimos grandes como Egan Bernal y yo. Seguirán apareciendo jóvenes y la historia del ciclismo colombiano no parará”, comentó.
Su vida no ha sido fácil. Irse tan temprano de su hogar marcó la diferencia. “Lo más duro fue cuando llegué a Europa sin conocer a nadie, sin conocer el idioma, sin volver a la casa con la familia, pero ahí lo logramos. Al inicio era difícil comunicarse, usaba el traductor del celular, pero sabía que debía aprender”, dijo Iván, cuando se superó y entendió que su camino era llevar la batuta de su equipo.
Ahora, en el Tour de l’Avenir, Iván quiere confirmarle al mundo sus excelsos pedalazos. “Esperamos llegar muy bien a este Tour. Hemos trabajado para estar bien, y espero que todo se haga muy bien y darle la victoria bien a Colombia. Hay muchos rivales que no conozco mucho. Ahí miraremos, pero creo que los rusos son muy buenos. Al final no se sabrá quién es el más fuerte y hay que desconfiar de todos”, sentenció.
Sus piernas tienen dinamita y su corazón, ilusión. No pierde la humildad con la que fue educado. A penas está escalando los pinitos de su carrera deportiva, pero como él asegura, entre ceja y ceja tiene el Giro de Italia, una de las grandes vueltas que se acomoda a sus características. Lo mejor está por venir.
FELIPE VILLAMIZAR M.
Redactor de DEPORTES
En Twitter: @FelipeVilla4
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