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Música y Libros

Rubén Toledo, el hombre orquesta de la salsa en Bogotá

Toledo aprendió a tocar la conga y el bongó con Los Blistons, orquesta de Pasto. Hoy lidera su grupo, La Llave.

Toledo aprendió a tocar la conga y el bongó con Los Blistons, orquesta de Pasto. Hoy lidera su grupo, La Llave.

Foto:Dagoberto Moreno

Bailarín, músico, coleccionista y más, lanza un disco de 'latin jazz' con su grupo La Llave.

“Aquí te traigo este mambo / que te compuse, Marthica / eres la reina de mi vida / con amor yo te lo canto”. Ese coro, a varias voces, marca los pasos del piano, el vibráfono y la conga del grupo La Llave, al sonar en la emisora de internet CiudadSalsera.com.
Detrás de la canción (Mambo pa’ Martha), los pasos, la orquesta y hasta la emisora, hay un nombre común, el del bailarín que hace pareja con Marthica desde hace 37 años: Rubén Toledo. Su cabeza rapada compuso el mambo, su baile felino conquistó a la musa, sus manos de vértigo castigan la conga de La Llave y su bolsillo enjuto sostiene la emisora.
Toledo es un hombre orquesta, un devoto de los ritmos antillanos que ha servido a esa religión desde todos los oficios del templo: “Por ahí dicen que yo he levantado a mi familia a punta de salsa –confiesa él en su salsoteca privada del barrio Marsella, en Bogotá–. He sido de todo: bailarín, coleccionista, DJ, empresario, músico, propietario de discotecas, he traído artistas, tengo una emisora digital, he estado en todos los terrenos que un verdadero salsero puede estar”.
El disco que acaba de lanzar con su grupo La Llave, titulado Your Moment, Latin, es la cumbre de cinco décadas de vocación, desde cuando tenía 10 años y se escapaba a las discotecas pioneras del género para impresionar con sus pasos de baile: “Empecé desde muy pequeño en esto y por eso muchos rumberos mayores que yo me conocen”.
Toledo cierra los ojos y recuerda los nombres traviesos de esos refugios: El Escondite del centro y La Jirafa Roja, en la calle 23, la misma cuadra del pornográfico teatro Mogador. La Gaité, que fundó el futbolista Hernando Tovar y después fue La nueva Gaité. El bembé de Pinky y El sol de medianoche, en Chapinero.
Nuestro hombre orquesta nació en 1963, y ya entonces el sabor atropellaba en su sangre, pues los hermanos de su madre (Teresa) habían sido los primeros bailarines de mambo que tuvo Bogotá, en la década de los 50. Y, por el lado de su padre (José Antonio), su tío paterno José Roberto Toledo fue saxofonista y clarinetista de las orquestas de Lucho Bermúdez, Pacho Galán y Edmundo Arias.
Por eso, sus cuatro hermanos también heredaron el gusto musical e influyeron en su futuro. “En 1971, mi hermana Elizabeth, que ya murió, llegó por primera vez con un LP de salsa a la casa. Se titulaba Oriza y en él cantaban Fruko y sus Tesos, Louie Ramírez y la orquesta Dee Jay. Era una compilación, con Piper Pimienta en la carátula”.

Rumbaland marcó un hito porque ponía lo que nadie metía: mambos viejos, descargas, música que nadie se atrevía a poner

Salsa familiar

El otro nombre común en la historia es el de Marthica, la del mambo: Martha Elizabeth Vanegas, a quien conoció a finales de los 70, cuando era una aplicada estudiante del colegio Nuestra Señora de la Asunción. Toledo empezó a enseñarle los pasos más complicados de la salsa en los famosos ‘matinés’, que eran el equivalente bogotano a los ‘agüelulos’ de Cali: reuniones de jóvenes, en la tarde del domingo, para bailar frenéticamente.
El periodista Jairo Pulgarín, jefe de noticias en Tropicana Estéreo y amigo de Toledo, recuerda así esas jornadas: “Yo venía de Cali y tenía impregnada la vocación salsera de manera casi enfermiza. Y me encontré con los matinés, en los que solo podíamos tomar gaseosa, uno pagaba un cover y con eso bailaba toda la tarde, compitiendo con todos los bailarines. Veía mucha gente del sur de Bogotá, vibrando con esa salsa”.
El precoz bailarín describe 40 años después su atuendo de esa época: “pantalón blanco o a cuadros bota campana, zapato de charol, camisa de satín, que me las hacía mi mamá; chaleco. Nos poníamos de acuerdo más o menos en el color y hacíamos las presentaciones con Mamboloco (legendario bailarín de Bogotá)”.
La pareja de Rubén y Marthica hizo historia. El libro ¡Fuera zapato viejo!, editado por Mario Jursich, recuerda que ambos ganaron el Concurso Nacional de Salsa en 1981, derrotando a nombres reputados como Norman Viáfara. “Vinieron bailarines de diferentes ciudades, de Barranquilla, de Cali, los mejores que había en Bogotá, y ganamos el concurso. Fue algo espectacular y quedó registrado en los diferentes medios de comunicación del país. Decían: ‘Cachacos les ganan a caleños’ ”.
Del concurso solo le quedó un trofeo golpeado por los trasteos, ya que de los premios prometidos (un viaje a San Andrés con todo pago, una suma de dinero, colecciones de discos) nunca se supo. Quizás lo mejor fue la idea de hacer su propio concurso en su propia discoteca. Pronto lo lograron, en un lugar emblemático de la salsa en Bogotá: Rumbaland.

El sur también existe

“Un día, mi viejo nos dijo: ‘Yo quisiera ir a donde ustedes van a bailar’. Y nos lo llevamos para Salsoul, que estaba recién inaugurada. Quedaba en el barrio Restrepo. Él se sentó toda la tarde a mirar el movimiento. Ya estábamos de novios con Martha, y el viejo se quedó callado toda la tarde. Pero, al otro día, nos preguntó: ‘¿Ustedes quisieran montar un sitio como ese?’ Nosotros apenas abrimos los ojos, con mi hermano, y le dijimos: ‘Claro, papá’. Y él nos respondió: ‘Es que yo vi que eso es como buen negocio’ ”.
Su padre, uno de los primeros técnicos de radios del país, les montó ese mismo día un sofisticado ensamble de sonido, y sus hermanos (Elizabeth, Noris, Roberto y Josian, todos mayores) fueron aportando sus colecciones de discos. “Mi hermano consiguió un cuarto piso y todos decíamos ¿quién va a entrar? Lo hicimos con temor. Sin embargo, el día de la inauguración, la cola para entrar llegaba al primer piso, era impresionante y así duró por varios años: un éxito rotundo. Quedaba sobre la carrera 30 con calle 8 sur, en Santa Matilde, para bajar hacia Ciudad Montes”.
Rumbaland también hizo historia en la escena musical bogotana. Su nombre provino de una canción del célebre Noro Morales que se titulaba Noro in Rumbaland. Por casi 20 años, fue sitio de reunión de los bailadores más conocedores, la salsa más brava.
El periodista Pulgarín lo evoca: “Allí se redescubría el mambo, cosas que no se oían ya en Cali. Uno entraba como en un éxtasis de encontrar el chachachá, las descargas, lo que tenía uno presente a través de la música neoyorquina, Arsenio (Rodríguez), Roberto Faz, música de Machito, con una calidad de programación admirable. La gente de barrio le demostraba a uno que hablar bien de la salsa no era privilegio de Cali”.
“Luego de esos años, nosotros la descuidamos –admite Toledo–, porque nos dio por montar un sitio en la zona rosa que se llamó El baile. Nos metimos de cabeza y ahí vino la caída de Rumbaland. Cuando fuimos a recuperarla fue demasiado tarde. Decidimos venderla y quienes nos compraron nos dieron un monto inicial, pero se robaron la mayoría de la plata. Se convirtió en un antro”.
De esa experiencia nació otra de sus facetas: la percusión. “Uno de mis clientes favoritos en Rumbaland era Alfredito Linares (el famoso músico peruano), y un día él me dijo: ‘Acompáñeme a un toque en la 93’. Iba con una orquesta de pastusos que se llamaba Los Blistons. Esa banda era dirigida por Germán Villarreal, que hoy sigue siendo mi gran hermano. Con ellos comencé a aprender percusión. Fernando Villarreal, ya fallecido, me enseñó a tocar el bongó y, luego, Germán me enseñó las bases de la conga”.
Golpeando los cueros, Toledo ha cumplido el sueño de acompañar a grandes figuras de la salsa, primero con la orquesta de Marcos Gilkes, luego con su propio grupo, el Sexteto Latino Moderno, y ahora con La Llave, la banda que formó con Germán Villarreal. Para ponerlo en términos futbolísticos, ha sido siempre titular en alineaciones de estrellas: el pianista Israel Tanenbaum, el legendario trompetista Alfredo ‘Chocolate’ Armenteros, los percusionistas Gerardo Rosales y Lalo Congas, el cantante Tony Molina...

Ciudad salsera

Su penúltima aventura fue lanzarse al océano de internet, con una emisora de los géneros antillanos, en momentos en que la buena salsa tiende a desaparecer de la radio.
“Hace seis años, mi amigo Iván Martínez, locutor, me apoyó y abrimos un espacio gratuito en esa época, un sitio web, con streaming. Hicimos un programa de prueba. Pensábamos hacerlo de una hora, y arrancamos a las 3 de la tarde. Pero se alargó y terminamos como a las 3 de la mañana. La audiencia fue una cosa que nunca había visto. Llegó a bloquearse la reproducción por la cantidad de gente. Tuvimos como 4.000 oyentes simultáneos”.
Antes de ello, Toledo había colaborado con el famoso locutor Miguel Granados Arjona, ‘el viejo Mike’, y luego tuvo su propio espacio, en Radio Nacional. Además, hizo programas con El Solar Stereo, emisora de Nueva York.
Por eso abrió CiudadSalsera.com, una señal web 24 horas que emite programación pregrabada y espacios en directo, desde un servidor central en su casa, en el occidente de Bogotá. Sus amigos hacen programas para él, desde Perú, Venezuela, España y Estados Unidos. Incluso, su hija mayor, Andrea, tiene un espacio bautizado Cubanismo, en el que aborda la idiosincrasia y los ritmos de la isla.
“Esto genera gastos, 24 horas de luz, de programación, pero la gente me da ánimo. Con algunos mensajes se me han escurrido las lágrimas. Un señor escribió desde Bucaramanga para enviarme una caja de LP regalados. Me escriben de Alemania, de Suiza, de Estados Unidos. La otra vez había un tipo conectado desde Australia; abrimos el mapa de la plataforma digital y era una cabaña alejada, un puntico en la nada, y el hombre escuchando Ciudad Salsera. Eso es muy gratificante”.
Si su emisora no genera un peso, ¿de qué vive Rubén Toledo? De su variedad de oficios. Todavía lo llaman de discotecas para programar música en las noches, vende discos y videos de su colección, se presenta con su grupo y ahora ofrece su nuevo álbum, con ocho temas inéditos, otro del gran Justi Barreto y el mambo de Marthica.
“Lo estuvimos trabajando durante más de un año –dice Germán Villarreal, el productor musical–, yo escogí los músicos, y todos nos colaboraron para que quedara de esa calidad. Fue un trabajo arduo, trasnochando en el estudio hasta las 3 y 4 de la mañana, con la colaboración de Óscar Chamorro, también de Pasto”.
El hombre orquesta no para. Junto a su esposa, compañera de aventuras, sigue en el mundo de la salsa, aunque paradójicamente el gusto no ha sido heredado del todo por sus dos hijas, Damaris y Andrea, ni por su hijo menor, José Alejandro.
Hoy, Toledo volverá a desempolvar sus recuerdos, sus discos y las entrevistas con leyendas de la salsa para su espacio de cinco horas en CiudadSalsera.com: comienza el Ruben Show.

‘Your moment, latin’ / La Llave

El disco se puede escuchar y descargar en la platafor- ma www.CDbaby.com. Son 10 canciones y la descarga cuesta 12,59 dólares. Hay también una versión en disco compacto, que se puede conseguir con Rubén Toledo, por su espacio en Facebook (Rubén Darío Toledo R.) o el celular 311-545 5030.
Julio César Guzmán
Editor Cultura y Entretenimiento
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