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Música y Libros

El libro que cuenta la historia de Colombia desde la fiesta

Un matachín durante la fiesta del San Juan en Purificación, Tolima (2011).

Un matachín durante la fiesta del San Juan en Purificación, Tolima (2011).

Foto:Marcos González

‘Credencial Historia’ pone en librerías su tradicional libro anual ‘La fiesta en Colombia’.

Diana Rincón
Este libro, resultado de uno de los proyectos de la Revista Credencial Historia, es una historia de Colombia que toma como hilo conductor la fiesta. En ese sentido contiene textos de actos festivos de todas las regiones colombianas y da cuenta de los nuevos fastos que han aparecido en Colombia, de tal manera que puede ser considerado un documento extraordinario que traza una cartografía festiva vista en ciudades y campos de las zonas Caribe, Pacífica, Andina, Amazónica y de la Orinoquia. Bajo estos criterios, el texto analiza y describe la historia de las manifestaciones festivas de las comunidades, de tal manera que son narraciones que trazan historias culturales aprehendidas desde lo popular, y se acompaña de una serie iconográfica y de fotografía muy original y pertinente.
Orientados por estos conceptos se encuentran escritos e imágenes sobre personajes, símbolos, músicas, danzas, bailes, maquillajes, disfraces, desfiles, escenografías, vestuarios y puestas en escena desde las fiestas primitivas hasta los festejos actuales, extraídos de pesquisas académicas que han realizado investigadores reconocidos por sus aportes a cada región y al conjunto de los saberes nacionales.
Los temas centrales dan cuenta de teorías y metodologías para abordar los estudios de la relación fiesta-nación, de las tipologías y taxonomías en que se puede clasificar el sistema festivo de Colombia, de fiestas indígenas, étnicas, monárquicas, estatales, religiosas, romerías, protesta; de minorías sociales, modernas, tradicionales, urbanas, rurales, sagradas, profanas; de selvas, sabanas y llanuras, juegos y diversiones, carnestolendas, carnavales, festivales, ceremoniales, rituales, actos de memoria y, finalmente, una interpretación de la relación tradición-modernidad de todo el universo festivo de Colombia desde su historia y su cultura.

La fiesta

La fiesta, entendida como un rito social que comparten un grupo de personas, es un acto ceremonial a través del cual se busca recordar, conmemorar, celebrar, festejar o divertirse. En este sentido es más pertinente hablar de fiestas, en plural, dado que cada grupo o comunidad tiene referentes diversos y múltiples formas para escenificar su cultura, expresar sus propios anhelos sociales, perpetuar sucesos o personas, celebrar memorias o festejar tradiciones y momentos de regocijo público o privado. La palabra ‘fiesta’, con sus prácticas, nos llegó con los españoles en el siglo XVI, de tal manera que para referirnos a ese mundo pletórico de rituales de las comunidades primitivas, lo pertinente es denominarlas ceremonias.
Si ubicamos estas manifestaciones, en relación con una de las vivencias esenciales de la existencia humana como es el tiempo social, se comprende uno de los elementos que conllevan esos actos: estos rompen el tiempo de lo cotidiano y, por lo tanto, crean el tiempo de lo extraordinario. Algunos autores, sin embargo, consideran que la fiesta tiene un carácter transocial, lo cual significa que no se deduce de la vida social, sino que en tanto que ruptura, ella es “subversión creadora” (Duvignaud, Jean). Otros analistas han planteado que los humanos la necesitan no como sustitución, sino como complemento de lo cotidiano. “Por tanto, el hombre habrá de festejar, pues, de lo contrario, acabará buscando las malas formas sustitutorias de la fiesta, incluida la guerra” (Marquard, Odo).
En uno u otro caso, la fiesta está cimentada en un tiempo diferente del rutinario que ha originado una gran disputa por su control. Esas confrontaciones dieron origen a los calendarios festivos, los cuales, en muchos casos, han servido para imponer otras concepciones de mundos, otras fechas, otros objetos de celebración y han sido utilizados para superponerse sobre formas primitivas ceremoniales.
Otra característica de la fiesta es el concepto de espacio, relacionado con los lugares físicos donde se escenifica, lo que crea ambientes sagrados como espacios simbólicos, que en términos etnosemióticos se define como el espacio social (Marin Louis), el cual proyecta mapas festivos. Los espacios son también fuente de disputas entre los poderes por la preeminencia para ocuparlos en ciertos ceremoniales. Entonces, el arriba/abajo, atrás/adelante, primero/último, centro/periferia o abierto/cerrado se entrecruzan en los escenarios donde se pone en escena la fiesta, esencialmente en plazas, calles, templos, teatros y, en general, en lugares públicos o privados. Esto está relacionado también con el sujeto social, el celebrante de la fiesta, que puede ser ubicado como actor o como espectador, muy característico de las fiestas regladas.
Carátula de 'La fiesta en Colombia'. $

Carátula de 'La fiesta en Colombia'. $

Foto:Cortesía: Credencial Historia

De otra parte, espacios sociales como el cortejo, la procesión, el desfile, la manifestación, el plantón, la marcha, la carrera, la parada son los campos más importantes para escenificar las dramaturgias del poder, de la protesta, de la unidad y de la diferencia.
Los lenguajes, que buscan trasmitir un mensaje, como otra característica de la fiesta, son un verdadero universo de lectura que permite entender las interacciones sociales que se manifiestan en ella. En diferentes momentos, la sociedad expresa sus estados de unidad o de tensión, y la fiesta es un escenario para representar diversas formas de sentir, pensar y vivir de una colectividad, puesto que sus ritos ceremoniales y su lenguaje simbólico revelan el imbricado tejido de las relaciones humanas, entre otros, y las disputas por la ocupación del tiempo y de los espacios.

El sentido de la fiesta

La fiesta en Colombia ha servido para cohesionar comunidades; en la era primitiva, a través de ceremoniales que se relacionaban con la naturaleza, con sus cosmogonías y creencias religiosas y con aspectos sociales de la vida colectiva; escenificar ceremonias de fidelidad, de lealtad y vasallaje en la Colonia; construir un mundo de religiosidades y de fiestas patronales proveniente de la sociedad española; crear héroes; imaginar la patria, la nación, la república; celebrar la abolición de la esclavitud; festejar la derrota del otro en las guerras partidistas de los siglos XIX y XX; aclamar el hispanismo; defender los derechos de los trabajadores; escenificar prácticas culturales en las regiones a través de carnavales y festivales; festejar a los estudiantes a través de sus propios carnavales; dar vivencia a la cultura urbana y a la campesina, y más recientemente para visibilizar, a través de actos de memoria, las víctimas de un conflicto armado de más de 50 años de duración o los actos de conmemoración, así como propiciar espacios para dejar ver los grupos étnicos y poblacionales minoritarios que claman por derechos sociales.
En este sentido podemos establecer una tipología de la fiesta en Colombia, que se determina según las características, rasgos y formas de celebración, lo que permite su nominación. Encontramos así: ceremonias primitivas, carnavales, festivales, fiestas religiosas, estatales, regionales, municipales, comunitarias, étnicas, poblacionales, campesinas, urbanas y locales, estas últimas incluyen las realizadas en localidades urbanas o rurales de algunas ciudades que se pueden agrupar en fiestas primitivas, ancestrales, tradicionales, modernas y de modernización. La fiesta primitiva y la fiesta tradicional se oponen: la primera es espontánea y la tradicional, reglamentada.
En Colombia encontramos una taxonomía festiva que abarca ceremonias indígenas, con diversos objetos de convocatoria; fiestas patronales y de cultos; monárquicas (durante el período de la Colonia); patrióticas, nacionales, cívicas y republicanas, a partir de la independencia; libertarias; de resacralización del hispanismo; estudiantiles; del campo electrónico; de diversidad cultural; de prácticas culturales como la danza, los cantos, las músicas, la palabra, los patrimonios; de referentes sociales y la del día de los trabajadores.

La fiesta es un producto social que nos permite ver la nación

En este siglo XXI están surgiendo otros actos festivos que orientan, de una parte, nuevas definiciones de la fiesta misma, así como se observan nuevas tipologías y taxonomías, nuevos objetos celebrados y sujetos celebrantes, todos ligados a los cambios sociales que de manera progresiva van emergiendo.
Encontramos actos festivos como las fiestas-protesta, las marchas simbólicas, entre otros; algunas carreras deportivas referenciales por la paz, los actos simbólicos de variado tipo; los carnavales o festivales de grupos considerados de minorías, de género, étnicas, los días de visibilización como los de las violencias contra las mujeres, las niñas y niños, las minas antipersonas, los desaparecidos, los desplazados; la protección o preservación de animales y las víctimas de violencias en el marco del conflicto armado.
Las formas de celebración han determinado cambios en la definición conceptual de lo que significa la fiesta y sus formas de escenificación. Si bien se mantienen elementos de lo festivo, estos se utilizan en las marchas, los plantones, los actos de memoria, los performances, los actos simbólicos de perdón, los actos de conmemoración, las carreras deportivas referenciales, actividades todas con objetos celebrados determinantes y con sujetos celebrantes definidos que han construido mundos festivos diversos.

Nuevos festejos

Al número de celebraciones cívicas, estatales, religiosas, de fiestas municipales o regionales, carnavales o de eventos festivos, que en Colombia suman 3.884 cada año, se vienen adicionando, otros fastos con una novedosa tipología y taxonomía festiva que ha originado la visibilización tanto de otros objetos o referentes de celebración, otros sujetos celebrantes, como de diversas formas para la puesta en escena.
Los novedosos objetos de celebración dan cuenta de conceptos tales como la reinvención de la fiesta, la vida, el cuerpo, la memoria histórica y de luchadores por derechos, la paz social, el sosiego, el perdón, la resistencia de los pueblos indígenas, los derechos humanos, los derechos de minorías étnicas y poblacionales, la protección y salvaguarda de los animales, la reconciliación, la reparación simbólica, la inclusión, la solidaridad, la sanación; la defensa de los cerros y los bosques, la libre expresión, la convivencia, la no violencia en favor de niñas, niños, jóvenes y mujeres. Además, se ponen en escena temas contra el secuestro, las violaciones, el desplazamiento forzoso, la discriminación racial o las desapariciones forzadas.
En suma, el conjunto de los relatos de este libro fundamenta el criterio según el cual “La fiesta es un producto social que nos permite ver la nación”.
MARCOS GONZÁLEZ PÉREZ*
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
* Editor de ‘Credencial Historia’ y compilador
Diana Rincón
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