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Música y Libros

‘El comunismo fue una inmensa impostura’: Thierry Wolton

El ensayista y escritor francés Thierry Wolton.

El ensayista y escritor francés Thierry Wolton.

Foto:Archivo particular

Tras 10 años de investigación, plasmó en 3 volúmenes de 1.000 páginas su crítica a este sistema.

Diana Rincón
El ensayista y escritor francés Thierry Wolton publicó en octubre pasado, en conmemoración del centenario de la Revolución rusa, una trilogía sobre la historia mundial del comunismo. Este trabajo, que duró cerca de 10 años de investigación, expone en tres volúmenes, cada uno de alrededor de 1.000 páginas, una mirada crítica a este sistema. En un momento tan trascendental para Colombia, sus análisis son de vital importancia.

Son los hombres quienes hacen la historia y son ellos quienes la sufren

¿Por qué un estudio tan detallado del comunismo?
Mi intención siempre fue mostrar la unidad del sistema comunista, cualquiera que haya sido el país que lo haya vivido, mirando su diversidad geográfica, histórica y cultural. Quise, sobre todo, situar en el centro a los hombres, tan olvidados en las historias del pasado, como si detrás de las naciones, los Estados y sus políticas no hubiera nadie. Son los hombres quienes hacen la historia y son ellos quienes la sufren. Por eso, la división de los tres libros, independientes entre ellos y centrados en los actores: los victimarios, donde se describe la historia del lado del poder; las víctimas, donde se exponen los sufrimientos sobre las poblaciones que padecieron el régimen comunista, y, finalmente, los cómplices, quienes no vivieron bajo el régimen comunista pero apoyaron esta aventura ideológica dramática.
Afirma que su objetivo no es “presentar el rastro de una ilusión pasada”...
El comunismo fue muy a menudo considerado bajo su aspecto estrictamente ideológico, que sedujo a una gran mayoría: ¿quién podría estar en contra de un mundo más igualitario, como lo pretende esta doctrina? Concentrando esta historia sobre la práctica comunista, quise romper con ese “encanto”. Mostrar, más bien, que las mejores intenciones pueden transformarse en la peor pesadilla cuando los espíritus son prisioneros de los dogmas. No se hace la felicidad de los pueblos contra ellos, y eso fue lo que quisieron hacer los partidos-Estado comunistas, al imponer su política a través de lo que yo llamaría una guerra civil permanente contra el pueblo. Esta guerra es la que decidí contar, porque es desconocida, terrible, sangrienta, inhumana. Dostoievski decía desconfiar de aquellos que aman a la humanidad al punto de olvidar a los hombres.
Entonces, ¿qué condiciones permitieron implantar el régimen comunista?
La idea comunista, como la concibieron Marx y Engels en el siglo XIX, nació en plena Revolución Industrial capitalista, con sus terribles condiciones de trabajo. Un escenario que permitía realmente indignarse. El Manifiesto del Partido Comunista, escrito en 1848, es la expresión de esta indignación. Es importante reconocer que el sistema capitalista evolucionó, la explotación disminuyó y hubo un aburguesamiento de la clase obrera, la clase elegida del proyecto comunista. Lenin, un intelectual pequeñoburgués que siempre soñó con la revolución, sin haber jamás trabajado en su vida, decidió que si los proletarios preferían enriquecerse más bien que tomarse el poder, como Marx lo había esperado, había que hacerlo en su lugar. Creó entonces un partido de revolucionarios profesionales para cumplir la profecía marxista a pesar de la “traición” de la clase obrera. La dictadura del proletariado se convirtió en una dictadura sobre el proletariado y sobre todas las otras clases sociales, generando la guerra civil.
¿Por qué hoy el comunismo no es viable?
Los paradigmas cambiaron. Ciertamente, existen desigualdades y explotación, pero vivimos una nueva revolución económica, no industrial, sino numérica, que transforma las relaciones sociales del pasado, bajo las cuales se construyó la teoría marxista-leninista. A la hora de las redes sociales y de la circulación de la información, pasamos de la jerarquía vertical, propia del mundo industrial, a una extensión horizontal con el establecimiento de poderes laterales que caracterizan la economía numérica. El sustrato sobre el cual reposó la ideología cambió.
Usted sostiene que existe una concepción universal de la doctrina, pero con caracteres genéticos únicos.
El modelo comunista, que fue aplicado en 27 países en el siglo XX, fue el que se teorizó y se puso en práctica por Lenin desde el inicio: partido único, ideología, policía política, campos de concentración, planificación económica y la pretensión de construir un hombre nuevo. Un proyecto y una práctica totalitaria, que no se puede confundir con una dictadura. Esta práctica totalitaria busca imponer un orden y tiene la pretensión de cambiar a los hombres. Todos los partidos comunistas en el mundo adoptaron las prácticas leninistas con un jefe indiscutido, venerado, una jerarquía rígida al servicio de un pensamiento único.
Para usted el comunismo es un proyecto que seduce, aunque no sea realizable. ¿Cuál es su fuerza?
Haber tenido el monopolio de la esperanza humana. Todos soñamos con una vida mejor que sea en la Tierra o en el cielo. Cristo dijo que los últimos serán los primeros en el paraíso, el comunismo promete que los desheredados dirigirán el Estado para suprimir las desigualdades, ese es el ideal de la sociedad comunista. Es un discurso que gusta. A diferencia del cristianismo, la promesa comunista sí fue puesta a prueba. El balance catastrófico en los campos humano, económico, ecológico, cultural, después de más de 75 años de práctica marxista-leninista, habla por sí solo.
Las sociedades comunistas, sin excepción, tuvieron un retraso considerable frente a las capitalistas del siglo XX en todos los ámbitos, incluso los que conciernen al mito cubano, como salud y educación. La mejor definición que conozco es la de un dirigente del Jemer Rojo camboyano delante de jóvenes guardias rojos en los años 70:
“El comunismo es cero para ti y cero para mí”, es decir, no una elevación de los hombres, sino un descenso general. (...) Esto se verifica también en todas las guerrillas que se precian del marxismo leninismo en las que los jefes tenían privilegios, a diferencia de los combatientes. El comunismo fue una inmensa impostura, posiblemente la más grande de la historia, sin duda la más letal.

En realidad, su maldad viene de la ideología misma, tal como la concibió Marx

¿Qué es la “la maldad” del comunismo?
El comunismo tuvo una pretensión mundial porque el futuro de la humanidad, su estadio supremo, era la sociedad comunista generalizada. Una sola historia de este sistema, desde la dimensión mundial, permite entender los detalles insignificantes. Es en la práctica como se juzga una teoría, y no sobre sus intenciones. Las divisiones que escogí permiten justamente analizar esta práctica en detalle. La maldad del comunismo aparece en todo su esplendor. En realidad, su maldad viene de la ideología misma, tal como la concibió Marx. Según él, la lucha de clases es el motor de la historia, lo cual quiere decir que si usted quiere avanzar en la historia, construir la sociedad comunista prometida, usted debe practicar sin cesar la lucha de clases. Lenin decía: “El partido se refuerza por la lucha de clases”. Esta justifica todos los crímenes: los campesinos, los intelectuales, los obreros, los curas y sin duda los miembros del partido. Inventé el neologismo ‘classidio’ para calificar el crimen comunista contra la humanidad, que es el denominador común.
¿Por qué la revolución proletaria no fue popular?
Nunca hubo una revolución comunista en la que espontáneamente el pueblo derrumbó el antiguo régimen. Siempre fue un grupo político determinado, que actuó a nombre de todos. La llegada de este régimen fue el resultado de un golpe de Estado, Lenin en octubre de 1917, impuesto por la Armada Roja soviética en los países de Europa central y oriental luego de caída del nazismo; o a través de una guerra civil (los nacionalistas de Kuomintang contra los comunistas de Mao Zedong en China) o de una guerra de liberación nacional contra el colonialismo (Vietnam, Angola, Mozambique), o también por la gracia de un poder que se derrumba y debe retomarse, como en el caso de Cuba.
Usted resalta el silencio de los demócratas occidentales y líderes políticos del mundo.
Los intelectuales fueron particularmente sensibles a los cantos de sirena comunistas, puesto que, teóricamente y prácticamente, este tipo de sistema satisface una vieja aspiración, que viene de Platón, la de los “sabios” que deben representar y guiar al pueblo. Fueron siempre intelectuales pequeñoburgueses los que dirigieron el Partido Comunista, y fueron ellos quienes tomaron el poder cuando esto fue posible. La tragedia comunista habría durado menos tiempo sin la ayuda de democracias que cerraron los ojos sobre crímenes y sin el apoyo de los capitalistas que ayudaron económicamente a los países concernidos y afectados por la codicia: business is business!
El partido Farc habla de la lucha contra la corrupción. Usted describe la China actual con graves problemas de corrupción.
Un refrán dice que el poder corrompe. Agregaría que el poder absoluto corrompe absolutamente. La corrupción nunca fue tan gran grande como en los regímenes comunistas. La República Popular de China es hoy la enésima Ilustración. No quiere decir que la corrupción no exista en democracia, pero puede ser de menos escala. Se podría creer la palabra de las Farc, pero su funcionamiento totalitario como organización dejan huellas en el funcionamiento del partido hoy. No significa que son unos mentirosos, pero su mentalidad, heredada de su práctica de poder, es incapaz de generar transparencia, respeto del otro, incluyendo sus adversarios; libertad total para todos y, sobre todo, quienes se oponen a ellos. Esas son las esencias de la democracia. Se necesitará una nueva generación de las Farc para lograrlo.
El jefe de las Farc, Rodrigo Londoño, hace campaña y como candidato presidencial del partido Farc. ¿Qué opina de ello?
La impunidad pone efectivamente un problema no político, sino moral, no solamente a nombre de quienes sufrieron la guerrilla, sin olvidar los muertos, claramente. Se puede entender la voluntad de cambiar la página, pero si el pasado no es depurado, resurgirá seguramente de una manera u otra. No se trata de venganza, sino de justicia. El caso de los antiguos países comunistas en Europa lo demuestra, allí donde el pasado no se tuvo realmente en cuenta en su justa medida. Hoy, una buena parte de la clase dirigente en estos países antiguamente comunistas son actores del antiguo régimen. En ese sentido, la democracia ha tenido grandes dificultades de implantarse porque este régimen no se impone. Estos antiguos países comunistas conocen la corrupción, la burocracia ahoga las iniciativas; peor aún, los votos son amañados. Hubiera sido preferible para Colombia depurar primero el pasado y no a posteriori. Es un riesgo de envenenar la democracia.
MARÍA FERNANDA GONZÁLEZ
Para EL TIEMPO
Diana Rincón
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