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‘Mi dios es un monstruo de espagueti que vuela’

Una interpretación de Monesvol, el Monstruo Espagueti Volador.

Una interpretación de Monesvol, el Monstruo Espagueti Volador.

Foto:

Los Pastafari se mueven entre el humor de sus creencias y la seriedad con que se toman su religión.

Andan por la calle con sombrero de pirata o con un colador de pasta en la cabeza. No tienen mandamientos, sino condimentos; dicen ‘ramén’ en vez de ‘amén’ y adoran a una masa de espaguetti con albóndigas que vuela. Son los Pastafari. Una religión que en países como Holanda, Australia y Nueva Zelanda ya es reconocida y que en Colombia busca espacio para sea considerada oficialmente.
Aunque, si somos exactos, ese reconocimiento poco y nada los trasnocha. Como tampoco les quita el sueño adorar cada minuto a su dios, o cumplir con sus ‘condimentos’ al pie de la letra. Finalmente, su religión, dicen, está basada en ‘sugerencias’. Si las cumples, está bien. Si no, no pasa nada. Porque Monesvol (Monstruo Espagueti Volador), su dios, no te está mirando todo el tiempo. Es una deidad bastante despreocupada.
Tan despreocupada que, a diferencia de lo que creen las religiones ‘tradicionales’, siempre será sordo a cualquier oración. Jamás hará un milagro. Pedirle ayuda es una pérdida de tiempo. Acá no es “ayúdate que yo te ayudaré”, sino simplemente “ayúdate… y ya”.
Esa despreocupación, asegura el ‘Evangelio del monstruo de espagueti volador’, libro 'sagrado' de esta religión (y fácilmente descargable en PDF), se debe en gran parte al espíritu parrandero y desordenado de Monesvol. Según ese texto, el ‘Monstruo’ creó el mundo en medio de una considerable borrachera. Y es por culpa de esa ‘rasca’ que existen tantas imperfecciones en nuestro planeta y en el resto de la creación.
Jorge Villamizar es un pastafari convencido de su fe

Jorge Villamizar es un pastafari convencido de su fe

Foto:Tomado de Facebook

Pero, dicen sus fieles, su despreocupación no significa que este ‘tallarinesco ser’ no ame a su creación. Por el contrario. Tanto la quiere que no obliga a sus creyentes a nada. Ello verán cómo se desenvuelven por la vida. Solo les sugiere seguir tres principios básicos: ‘buscar lo que es bueno’, ‘oponerse a lo que es malo’ y ‘no discriminar bajo ninguna circunstancia’.
Por eso se toman la vida con bastante humor. De hecho, en esta particular religión todo parece fabricado como ‘mamadera de gallo’. El hecho de que canten ‘adobaré a mi señor’ en vez de ‘alabaré a mi señor’, o celebren la ‘pastua’ en vez de la ‘pascua’ ya dice bastante del espíritu picaresco de quienes se dicen pastafaris (denominación que, a propósito, es un juego de palabras derivado de los rastafari).

Monesvol creó el mundo en cinco días. Fue un 20% más eficiente que el Dios judeocristiano

Esto es un tema serio

En Colombia, los pastafari están organizados en la ‘Iglesia octangular del evangelio de Monesvol’. Y uno de sus mayores representantes es Jorge Villamizar, un humorista y estudiante de Ingeniería Industrial de la Universidad de Antioquia, que no tiene ningún tipo de problema en declarar que desde hace 6 años abrazó el pastafarismo.
¿Por qué? Porque más allá de la absurdo que pueda parece creer en un plato de espaguetis que vuela, sus principios sobre no discriminar a nadie, o sobre dejarse guiar por la ética propia y aceptar las diferencias y principios éticos de los demás lo atrajeron.
“Se trata de disfrutar cada minuto. No se pide nada, pero no se atiende nada. Lo que promueve esta religión es la felicidad, disfrutar cada minuto según mi propia ética y hacer un acto de confianza en que no vulneraré la felicidad de los demás”, dice Villamizar.
Pero, aclara, no se trata de una religión paródica. “No es una burla. No es solo para reírnos de las cosas. Ser pastafari significa dejar la religión que uno ejerce para abrazar esta. Nadie sabe la fe con la que yo llevo a nuestro señor Monesvol en mi corazón. Y por eso no temo salir vestido de pirata o con un colador de pasta en la cabeza. También trato de santificar nuestros días sagrados, cuando se puede”.
No discriminar, es el lema principal del pastafarismo

No discriminar, es el lema principal del pastafarismo

Foto:EL TIEMPO

¿Días sagrados? Si. El principal es el viernes, quinto día de la semana, donde se celebra con cerveza el final de la creación del mundo por parte de un borracho Monesvol. “Lo creó en cinco días. Fue al menos un 20% más eficiente que el Dios judeocristiano”, afirma este fiel seguidor de Monesvol.
Otro es el ‘Ramedán’, que es un día escogido entre los seguidores de esta religión para reunirse alrededor de un plato de sopa ramen. y la ya mencionada ‘Pastua’ es otra fecha de reunión en la que se congregan a disfrutar de un plato de pasta. “Si se conmemoran está bien, si no, no pasa nada. No hay castigo ni sentimiento de culpa. Es libre albedrío”, reitera Villamizar.
Pero quizá el día importante y que se celebra en ‘todo el planeta’ el 19 de septiembre, es el ‘Día internacional de hablar como pirata’, una festividad nacida en Oregon, Estados Unidos y que consiste en hablar usando términos como ‘arrr’ o ‘ahoy’, provenientes del cliché de las películas de bucaneros de Hollywood.
Un colador de pasta es el 'sombrero' de los pastafari

Un colador de pasta es el 'sombrero' de los pastafari

Foto:Facebook Jorge Villamizar

¿Por qué piratas? Porque para los pastafari los piratas son ‘el pueblo elegido’ que mantenía el equilibrio climático. Prueba de ello es que su desaparición ha sido proporcional al aumento del calentamiento global en el mundo, dicen los textos pastafari.
Pero más allá de todo esto, la esencia, la salsa de esta religión, está su discurso de no discriminar a nadie. Y una vez defender esa idea por poco les cuesta la integridad personal. En la marcha del 11 de agosto, la de la homofobia, sentimos el deber de estar presentes. Fuimos cuatro de nosotros, disfrazados de piratas, con carteles invitando a no discriminar a la población LGBTI y al lado teníamos un dibujo de Monesvol. Una de nuestras compañeras resultó golpeada y la policía tuvo que detener a los otros manifestantes. ¡Nos querían linchar!”, relata Villamizar.

Reconocimiento como iglesia

En Colombia, toda institución religiosa que no sea católica debe tramitar, para ser reconocida como tal, una personería jurídica especial, reglamentada en la ley 133 de 1994. Entre otros requisitos, debe tener un representante legal, estatutos, reglamento interno y dejar claro cuáles son los lugares destinados permanente y exclusivamente a realizar sus cultos y adoraciones. (Vea los requisitos aquí).
El trámite se hace ante el Ministerio del Interior. Y hasta allá han llegado solicitudes de los pastafari para que sean reconocidos como una iglesia no católica. Pero no han tenido éxito. De hecho, una de las trabas principales es que no tienen lugares permanentes de adoración. Es más, es poca la claridad sobre cuántos profesan este credo en el país (aunque el grupo de Facebook tiene 1.130 miembros).
“Pero eso del reconocimiento no nos preocupa. De hecho, no hemos sido nosotros de los que hemos pedido la personería. Ese proceso ha estado más en manos de grupos de ateos que hacen la tarea que uno no tiene tiempo de hacer. Pero creo que no los toman en serio”, asegura Villamizar y revela que en algún momento este año reescribirán la petición y la presentarán de nuevo.
Para ellos, lo principal es que quienes se digan pastafaris se comprometan realmente con la fe. “Este es un tema de compromiso. Si dices que adoras a mi señor Monesvol, pero no eres capaz de salir con el colador en la cabeza, no eres de esta religión. Así de sencillo. Así sea que nos quedemos sólo tres pastafaris en Colombia, pero que sean comprometidos”.
Al final, Villamizar se despide con el tradicional ritual de su congregación: “Ramén, hermano. Que la pasta sea contigo y la salsa descienda sobre los tuyos”.
REDACCIÓN ELTIEMPO.COM
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