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Nelson Bobadilla, el coleccionista de camisetas de fútbol

Nelson Bobadilla con la camiseta azul del ‘Cobo’ Zuluaga del Mundial de Chile 62 y la roja que utilizó ‘Gambeta’ Estrada contra Alemania en Italia 90.

Nelson Bobadilla con la camiseta azul del ‘Cobo’ Zuluaga del Mundial de Chile 62 y la roja que utilizó ‘Gambeta’ Estrada contra Alemania en Italia 90.

Foto:Óscar Bernal / EL TIEMPO

Este hincha del Cali tiene 1.912 camisetas de equipos, la mayoría usadas por jugadores mundiales.

Hace unos dos años, sin saber a ciencia cierta en qué parte lo leyó o si le llegó por rumor, Nelson Ricardo Bobadilla Rey se enteró de que la camiseta número tres con la cual jugó Francisco ‘Cobo’ Zuluaga en el Campeonato Mundial de Chile 62, el primero que disputó Colombia, estaba en poder de un argentino llamado Carlos Muñoz.
El tema llegó de nuevo a él en enero de este año, cuando un amigo puertorriqueño, propietario de una empresa subastadora de objetos deportivos en Estados Unidos, le informó que realizaría el mes siguiente un remate variado con una prenda que seguramente le interesaba: la camiseta del ‘Cobo’.
Bobadilla le preguntó al boricua cuál era el origen de la prenda. Y este respondió que ese argentino, Carlos Muñoz, la heredó de su padre, José María el ‘Gordo’ Muñoz, archifamoso relator deportivo de Radio Rivadavia, quien la recibió del propio jugador en Arica (Chile), sede del grupo A, que le correspondió a Colombia, Uruguay, Yugoslavia y Unión Soviética.
Reservándose la información recibida, como el periodista que tiene en secreto la chiva de su vida, Bobadilla se hizo a la camiseta en subasta electrónica del 24 de febrero y, un mes y tres días más tarde, el 27 de marzo, le fue entregada en su natal Villavicencio.
“La recibí con ansiedad –relata, todavía conmocionado–: tantos años buscando una camiseta de Colombia en ese mundial, y por fin llegaba. La ruta, en 48 horas, fue Miami-Bogotá-Villavicencio. Desde que llegó a Bogotá la rastreaba por internet cada dos horas a través del número de guía. Hablé con el representante de la empresa de mensajería en Villavicencio para que me avisara. Cuando lo hizo, estaba en la calle y me tocó irme de inmediato a casa, al mediodía de ese lunes, para recibirla. ¡Qué emoción”.
De color azul –menos intenso en el cuello y en el remate de las mangas–, talla como L, que no tiene marquilla, con el escudo de Adefútbol (así se llamó antes la Federación Colombiana y tenía su sede en Barranquilla) en el costado izquierdo del pecho y atrás el número 3, en material plástico, cosido, la camiseta está en buen estado.
Cobo’ Zuluaga, capitán de Millonarios de El Dorado y de aquella selección, solo jugó en el debut en Chile, el 30 de mayo de 1962, y marcó, de penalti –a los 18 minutos, al arquero Roberto Sosa, en el estadio Carlos Dittborn–, el primer gol de Colombia en un mundial: un puñetazo a las costillas del uruguayo José Sassia lo sacó del campo. El equipo quedó con 10 jugadores del partido, que acabaría perdiendo 2-1.
De 42 años, Bobadilla es coleccionista de objetos futboleros, especialmente de camisetas de fútbol usadas. Con la del ‘Cobo’ completó la colección de Colombia en los mundiales de mayores, que guarda en un estante especial, así:
De 1990, dos de Carlos Mario Hoyos (la amarilla y la roja) y una de Carlos ‘Gambeta’ Estrada; de 1994, del ‘Tino’ Asprilla, Carlos ‘Pibe’ Valderrama y Néstor Ortiz; de 1998, de Asprilla y del ‘Pibe’; de 2014, de Mario Yepes, James Rodríguez, Abel Aguilar y del arquero Faryd Mondragón.
Irán con número árabe (2), la de Alberto Spencer con Peñarol del 62, Real Sociedad del 30 y Estudiantes de la Plata de los 60. La que viste Bobadilla es la del Cali, especial por la llegada de Yepes como DT.

Irán con número árabe (2), la de Alberto Spencer con Peñarol del 62, Real Sociedad del 30 y Estudiantes de la Plata de los 60. La que viste Bobadilla es la del Cali, especial por la llegada de Yepes como DT.

Foto:Óscar Bernal / EL TIEMPO

Del Perú llegó la idea

Entre 1997 y 1998 –tampoco precisa la fecha–, Bobadilla asistió, en Bogotá, a un congreso especializado de su profesión: medicina veterinaria. Previamente había contactado a un colega peruano, Iván Camacho, quien le pidió un favor: que le regalara una camiseta de la Selección Colombia de Fútbol que, a cambio, él le daría una del combinado inca.
Dicho y hecho. En una de esas noches, tomando trago y viendo fútbol por televisión en el bar del hotel, a Bobadilla le llamó la atención cómo Camacho, hincha del equipo Universitario del Perú, hablaba con devoción de tener las camisetas de jugadores de su país, como Hugo ‘Cholo’ Sotil y Teófilo Cubillas. Él lo escuchó por largo rato, sin comprender ese fanatismo.
Regresó a Villavicencio con la camiseta blanca, con la banda roja atravesada, sin número, marca Walon, y la guardó entre su ropa. Hasta entonces, su única relación con el fútbol era que seguía a morir al Deportivo Cali, herencia de su padre, José Gabriel, quien fallecería en el 2013.
“No tenía la mínima idea que me iba a convertir en coleccionista”, dice.
Por negocios, le tocó viajar. Y desde el 2003 comenzó a comprar camisetas comerciales. La primera fue la de Corinthians, en São Paulo (Brasil).
Empezó a comprar no por ligas fuertes, sino por sociedades que le daban importancia al fútbol, como Indonesia o Baréin (de Venezuela no compraba porque el fútbol no era el deporte nacional). O la de equipos de tercera o cuarta división de China. Las conseguía por intermedios de amigos que tenían familiares en esos países.
Pero a comienzo del 2005, viviendo en Maracay (Venezuela, donde estuvo hasta el 2011), dio el giro a buscar camisetas usadas por jugadores. Sabía que iba a ser imposible las de las ligas europeas. Entonces se decidió por las de colombianos en el exterior. La primera tenía que ser del Deportivo Cali (no colecciona de otros clubes del país, a excepción de los equipos que ha tenido su ciudad en la B: Llaneros, Centauros y Alianza Llanos). Y así fue: encontró una de Víctor Bonilla, de 1999, que se la compró a un amigo de Bogotá, Alejandro Domínguez, por 120.000 pesos. Y un tiempo después llegó la primera del extranjero, de Venezuela, del ‘Maestrico’ González. En ese 2005 completó unas 400 camisetas. Siempre puso como dirección de envío su casa en Villavicencio, donde iba cada 15 días.
“Hoy tengo 1.912 camisetas (501 de clubes del mundo, 283 de selecciones Colombia, 123 de clubes y selecciones del 90 para acá, 91 clásicas antes del 90, 253 de selecciones Fifa y no Fifa, 207 de colombianos en equipos del exterior y 454 del Cali). Las de las selecciones Colombia las consigo más fácil en el exterior. Por lo general, no busco camisetas del año, más bien espero que revienten años después”, dice Bobadilla, quien considera a Uruguay como el país más futbolístico del mundo.

Mundo de las camisetas

Antes de entrar a su casa en Villavicencio, con solo echar una mirada, se observa que también es coleccionista de perros. Ya en el interior de la vivienda, estratégicamente ubicadas, se encuentras seis vitrinas gigantes de madera con puertas de vidrios. Y comienza la exhibición.
“Esta es la de Jorge Valdano con Argentina en el 88... Esta de Johan Cruyff con Diplomatic de Washington (Estados Unidos) de 1980... Esta (es como una valla con huecos de confección) de Alberto Spencer con Peñarol 62... Esta de George Weah con Liberia, con año que te debo... Esta del arquero (soviético Rinat) Dassaev poco antes del mundial del 86 y esta del alemán (Karl) Rummenigge en un partido benéfico, ya retirado, por el tsunami en Japón”.
Y saca una de Zico con Flamengo de la década del 80. Y dice que esa y una del ‘Pibe’ Valderrama, en el único partido que jugó con el número 11, en el centenario del Racing de Avellaneda, las cambió por una blanca de Argentina 79, con el más importante coleccionista de ese país.
Entonces muestra de colombianos en el exterior: ‘Pibe’ con Tampa, James, con Banfield, Porto y Real Madrid (además con la Selección Colombia en el Mundial Sub 20); Falcao con River, Porto y Mónaco; todas las de Mario Alberto Yepes, uno de sus jugadores preferidos. Tiene una de Colombia en el Panamericano de Cali-71, la número 8, que no sabe a quién le perteneció (cree que al ‘Chiqui’ García). Y muchas, pero muchas del Cali, algunas comerciales L, su talla, de uso, las tiene en su escaparate de no más de 20 camisas de calle.
“Sé dónde están cada una de mis camisetas y sé su procedencia. Las adquiero a través de internet y tengo unos siete proveedores que me dan garantías de que son originales. Al comienzo fui engañado, pero ya reconozco: es fácil de identificar: talla, bordado, tela. Hay tailandesas casi perfectas, pero el bajo precio las delata”, dice.
Todas cuelgan de ganchos de ropa en las vitrinas, que cuentan con extractores de humedad para la conservación. Casi todas las usadas las lavan a mano, cada seis meses, una señora de confianza, que trabaja mes y medio, de lunes a viernes, entre seis de la mañana y dos de la tarde. Se usa jabón líquido y suavizante.
También exhibe las selecciones Fifa. De las 208 solo le faltan 20, entre ellas Nicaragua, algunas islas del Caribe, Nueva Caledonia y algunos países africanos. Pero posee de selecciones no Fifa como Greonlandia.
Le pido que muestre curiosidades. “La más bonita: Olympique de Lyon... Las más feas: dos de la segunda división de Argentina... ¿Qué tal esta sin mangas, de Camerún (verde con vivos amarillos y rojo, que no dejaron utilizar en una Copa África)?... O esta, la más antigua, del Real Sociedad, sin número y de la década del 30... Ah, y ¿qué tal esta de un equipo iraní con número árabe que me regaló mi amigo periodista José Orlando Ascencio?”.
–¿Cuál ha sido la camiseta más difícil?
–Hay dos: una de Peñarol del título de 1987 en la Copa Libertadores, pero la más difícil fue la número 7 del Cali de 1965, que perteneció al brasileño Antonio Cassiano.
–¿Por qué?
–La localicé desde el 2010 y estaba en poder de un coleccionista colomboitaliano que venía por negocios a Colombia. Tres años después lo convencí de que me la vendiera.
Me anunció su llegada en febrero del 2013, pero dos días después de la fecha acordada, por intermedio de un amigo me enteré de que se murió en el vuelo de Nueva York a Bogotá. Quedé decepcionado. Perdí el rastro. Hasta que, este año, ese amigo me la consiguió a través de la viuda, que es colombiana, y ya la tengo en mi poder.
–¿Alguna especial que desea tener?
–Dos: una blanca, del Santos con la cual jugó Pelé un partido amistoso con el Cali en 1974, y otra de ese partido, de Abel Dagracca, del Cali. Ambas están en Argentina y algún día serán mías...
ESTEWIL QUESADA FERNÁNDEZ
Redactor de EL TIEMPO
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