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Francisco llegará a Colombia como pastor / Análisis

El papa pernoctará todos los días en Bogotá, pero su agenda estará dividirá entre la capital, Cartagena, Medellín y Villavicencio.

El papa pernoctará todos los días en Bogotá, pero su agenda estará dividirá entre la capital, Cartagena, Medellín y Villavicencio.

Foto:Filippo Monteforte / AFP

Las visitas de papas al país han tenido mucho que ver con la paz, explica Javier Darío Restrepo.

Cuando se hicieron los primeros anuncios de la visita del papa Francisco a Colombia, Guillermo León Escobar, el embajador ante la Santa Sede le dijo en Roma al periodista Miguel Angel Estupiñán, de ‘Vida Nueva’: “la visita del Papa es una visita pastoral que tendrá efectos políticos; pero no una visita política para que tenga efectos pastorales”.
La llegada de Francisco a Bogotá en el mes de septiembre es la culminación de un proceso largo y constante con antecedentes tan remotos como la permanencia en Roma de las delegaciones del gobierno Pastrana y la de las Farc, durante las negociaciones del Caguán. Hospedados por la Comunidad de san Egidio, una asociación laica especializada en mediación de conflictos que, entonces, para mantener el diálogo informaba a la guerrilla y al Gobierno las preocupaciones del otro.
La carta de las Farc en la que pedían la mediación del Papa llegó a manos del pontífice cuando visitó a esa comunidad en Roma. Hubo una segunda carta de las Farc que Francisco recibió durante su visita a Cuba. Allí la dirigencia guerrillera manifestaba su deseo de que la firma de los acuerdos fuera en presencia del Papa.
La misma percepción del papel definitivo de Francisco en la paz ha tenido el presidente Santos. Contra toda norma protocolaria y como quien expresa una gran angustia, Santos, en aquella visita del 15 de junio del 2015, dijo de sopetón: “Yo vengo a que usted me ayude con la paz de Colombia”, cuando tuvo delante a Francisco.
Después vendría el gesto del propio Papa. ¿Ingenuo? ¿Desacertado políticamente? ¿Simbólico? Así se calificó ese encuentro del expresidente Uribe, del presidente Santos y del Papa. ¿Pretendía él que dejaran atrás sus diferencias y que trabajaran conjuntamente por la paz de Colombia?

Una mirada trascendente

Fue evidente que Francisco quería sacar la paz del lodazal en que los políticos la estaban hundiendo. En sus repetidas referencias a la paz de Colombia es evidente que el Papa ve más allá de lo que buscan los políticos. Identificado con las víctimas y los más débiles, Francisco siente que la paz no puede ser la victoria política de un grupo, ni puede ser limitada por las ambiciones, ni por los odios y el deseo de venganza. Por esto habría de manifestar que su visita ocurriría cuando la paz estuviera blindada, porque la suya no será la voz de un político sino la de un pastor.
Será el tercer Papa que visite a Colombia. El primero fue Pablo VI en agosto de 1968, cuando tres precedentes le dieron el tono a su visita y a su discurso. Acababa de clausurar las sesiones del Concilio Vaticano II, circulaba en el mundo su encíclica social ‘Populorum Progressio’ sobre el desarrollo de los pueblos y estaba reciente la muerte, en combate guerrillero contra el ejército, del sacerdote Camilo Torres. La lectura, hoy, de las intervenciones del Papa durante aquella visita, hace sentir que Colombia fue, entonces, un país de sordos. No se las llevó el viento, pero aquellas palabras cayeron en el vacío. No se puede pronosticar la suerte de las palabras de Francisco, pero sí se puede adelantar su temática: hablará a un país en etapa de posconflicto, dominado por las urgencias del perdón y de la reconciliación.
La ayuda de los países amigos ha provisto toda clase de elementos necesarios para un país enfermo por el largo impacto de la violencia; pero el actor fundamental de la reconciliación y el perdón no lo puede aportar nadie distinto del visitante de septiembre. Las multitudes que seguirán a Francisco esperan su palabra de perdón y reconciliación, que será el tema omnipresente.
Este papa visitante estará frente a un país que para responder al compromiso de la paz tendrá que renacer, enfrentando toda clase de retos: contra la corrupción, contra la destrucción del medioambiente, contra la exclusión y la intolerancia y sobre todo, hacer el cambio profundo que supone acoger y convivir a los que durante decenios vieron como enemigos.
Será como empezar de nuevo, será un renacimiento para el que la visita de Francisco será un impulso y una guía.
JAVIER DARÍO RESTREPO (*)
Especial para EL TIEMPO
* Director de la revista ‘Vida Nueva’
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