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Gastronomía

‘Los mejores vinos tintos que probé en este 2017’

De los 27 expertos que participarán en las diferentes actividades, 25 son mujeres.

De los 27 expertos que participarán en las diferentes actividades, 25 son mujeres.

Foto:Regis Duvignau / Reuters

El experto Patricio Tapia cuenta cuáles fueron los vinos del sur que este año lo impresionaron.

Juan Carlos Rojas
Nunca está de más repetirlo. Estos son tiempos en los que ser consumidor de vinos y, en mi caso, periodista especializado, es algo muy entretenido. Nunca había habido tanta oferta, tanta diversidad, tantas novedades, tantos descubrimientos y redescubrimientos y, sobre todo, tantos vinos buenos. Y elegir los mejores entre tantos vinos buenos puede resultar una tarea algo ingrata y, sobre todo, difícil.
Seguro que esta lista de seis vinos, tres de Chile, dos de Argentina y uno de Uruguay, podría ser de cien vinos. Pero el pie forzado está bueno porque obliga a una fina destilación, por inapropiado que pueda sonar el término en la materia que nos ocupa. Estos son los mejores tintos que probé este año, para la guía ‘Descorchados 2018’.

Piedra Infinita Gravascal Malbec 2015

Bodega Zuccardi
Mendoza, Argentina
La Finca Piedra Infinita tiene 52 hectáreas y rodea a la bodega de pulcro y austero concreto que Zuccardi tiene en Altamira. El viñedo se ha dividido en más de 40 parcelas, de acuerdo a las características de suelo, de cepas plantadas y el material genético de las vides. Tanto Supercal como Gravascal, los nuevos miembros de la línea Piedra Infinita, corresponden a pequeños sectores del viñedo, tan pequeños que apenas dan unos 800 kilos cada uno. El vino luego se fermenta en cemento, con la mitad de sus racimos completos en una suerte de semimaceración carbónica y luego se cría por un año en barricas viejas de 500 litros. En realidad, son 2 barricas solamente, una para Gravascal y la otra para Supercal. Gravascal viene de un suelo con una capa de unos 40 centímetros de arenas y limo, para luego encontrar esas piedras redondeadas, aluviales, cubiertas de cal que son tan típicas de algunas zonas de Uco. La profundidad de los sabores de este vino impresiona. Se siente lleno de frutas rojas vibrantes, de violetas, de hierbas, sumergiéndose en el paladar, en medio de taninos firmes, esos taninos austeros de cal. Es fresco, rico en una acidez que pincha. Tal como su hermano, de este vino solo se han hecho unas 500 botellas. Tienen que conseguir por lo menos una. Y guardarla unos 5 años.

RHU 2013

Viñedos de Alcohuaz
Valle de Elqui, Chile
Esta es la tercera versión de RHU, el vino más ambicioso de Viñedos de Alcohuaz. La base es syrah (64 %) y viene principalmente de viñedos de gran altura, a unos 1.750 metros, plantado entre los años 2005 y 2010, en las laderas de la cordillera de los Andes. La insolación es extrema aquí, en medio del desierto de montaña, así es que una de las preocupaciones centrales es evitar que los racimos reciban el sol directo para no quemar los sabores frutales y perder la tensión de la acidez. Tanto el syrah como el petite sirah (16 %) se fermentan en lagares de piedra, hechos con la roca de las montañas. A la garnacha (su otra cepa), por ser muy oxidativa, se le disminuye el contacto con el oxígeno y se fermenta en huevos de cemento. La mezcla se cría por 36 meses en ‘foudres’ de madera vieja. Lo que manda aquí es el sabor de los vinos de montaña, ese lado refrescante, herbal; pero también el efecto de los suelos de granito que dan un lado sanguíneo, en conjunto con frutas rojas vibrantes, rabiosamente frescas, pero a la vez con una estructura tremenda, monolítica. Un vino para beberlo en diez años. O ahora. Toda la botella se va sin darse cuenta. Damos fe de ello.

Seminare Malbec 2016

Bodega Gen del Alma
Gualtallary, Argentina
Si el año pasado, en su primera cosecha, nos sorprendió, este año no es sino una confirmación: un malbec tan fiel a la cepa, como a su lugar. Esta vez se incorporan por primera vez las uvas del viñedo propio de Gen del Alma, Eiti Leda, en Gualtallary. Esta fruta suma alrededor de un 40 % de la mezcla, mientras que el resto es de la finca 76 de Tupungato Winelands, un lugar de muy bajo rendimiento, de suelos muy calcáreos y a mayor altitud. El cambio de origen, sin embargo, no ha afectado a la pureza de la expresión. Los sabores son frescos, nítidos, llenos de notas a cerezas y violetas, profundos como pocos malbec en Argentina. El vino se fermenta en ánforas de cemento y luego se va a barricas de 500 litros, usadas. Y no hay interferencia en esta fruta. La vinificación aquí es solo un medio de transporte para llevar esos sabores de las uvas de Gualtallary a la botella de vino. Y la textura. Tal como en la primera edición, este también tiene taninos punzantes, firmes, aunque finos. La cal del suelo se traduce aquí en una estructura sólida, pero como si fuese hecha de vidrio. Un vino tremendo. Tienen que probarlo.

Deicas Valle de los Manantiales 2016

Familia Deicas
Garzón, Uruguay
Los viñedos de Deicas en Garzón se encuentran a unos 25 kilómetros del mar, y reciben la constante influencia oceánica en forma de brisas que alivian el sol del verano, mientras las uvas maduran. Y eso se siente en el carácter de este tannat, lo fresco de sus sabores, la textura de sus taninos que son tensos, pinchan la lengua, y la acidez que subraya el frescor. Este es un tinto marino, de esos que se beben fácil, a pesar de que la teoría diga que el tannat es una cepa difícil. Sobre las suaves laderas que enfrentan a la bahía de Maldonado, el tannat está ofreciendo una nueva cara de Uruguay.

Santa Cruz de Coya País 2017

Roberto Henríquez
Valle del Bío-Bío, Chile
Este país viene de un viñedo plantado sobre granito, en plena cordillera de Nahuelbuta, en el Valle del Bío-Bío. Es un lomaje que mira hacia el sur, es decir, con una orientación más fría. Y eso se siente en el carácter de este vino, la fresca acidez, los sabores levemente terrosos y también frutales y los toques a menta. El cuerpo es ligero, pero a la vez de muy buen agarre. Esta es la delicadeza rústica de la uva país, pero también la expresión de la cepa en una zona más fría como el Bío-Bío, donde la país adquiere una cierta fragilidad que es, de acuerdo a nuestra opinión, su principal atributo. Una buena puerta para descubrir la cepa tinta que introdujeron los conquistadores españoles en el Nuevo Mundo.

Chadwick 2015

Viñedo Chadwick
Valle del Maipo, Chile
“El trabajo ha sido de siete años para llegar a esto”, dice Francisco Baettig, el enólogo a cargo de Viñedo Chadwick, sobre la evolución de este tinto de El Tocornal, en Puente Alto, sobre suelos aluviales, ricos en arenas y piedras de esta afamada zona del Alto Maipo, en Chile. Hay un manejo del riego, evitando estrés hídrico para que las hojas sigan verdes y activas. También se evita la exposición de la fruta al sol, que abunda en la zona. Y en la bodega, hay extracciones más suaves, uso de barricas con menos tostado. La barrica nueva es un tercio del total y el resto son fudres. El resultado es intenso. Y ojo que hablamos de un terruño del que vienen Almaviva y Don Melchor, donde este frescor o, si lo prefieren, este carácter nervioso, no se siente como tampoco se sintió en gran parte de la historia de este Chadwick. La mano del hombre aquí ha sido fundamental, esta interpretación de un terruño, quizás el más famoso de Chile para cabernet sauvignon. Y sí, este es un cabernet cien por cien. Aunque no lo crean.

Blancos notables

Este año los blancos también han brillado, partiendo con la serie White Stones y White Bones, los dos chardonnay de clase mundial que el enólogo Alejandro Vigil produce para Catena, sobre suelos de cal y piedras en Gualtallary. En Chile son las costas las que siguen dando los mejores blancos. Anoten el Sauvignon Blanc Talinay, de Tabalí, plantado sobre las lomas costeras (y muy calcáreas) de Limarí, y Las Pizarras Chardonnay, de Errázuriz, de suelos de pizarras, en las costas del Valle de Aconcagua. Y en Uruguay, y siguiendo en las costas, la bodega Garzón continúa sorprendiendo con su Albariño. Un jugo marino.
PATRICIO TAPIA
Especial para EL TIEMPO
Santiago de Chile
Juan Carlos Rojas
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