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Entretenimiento

Un reinado que busca recuperar su gloria

En 2010, el concurso tuvo 24 candidatas y la reina fue Catalina Robayo, del Valle. Diana Mina, de Bogotá, fue tercera princesa.

En 2010, el concurso tuvo 24 candidatas y la reina fue Catalina Robayo, del Valle. Diana Mina, de Bogotá, fue tercera princesa.

Foto:Yomaira Grandett / EL TIEMPO

Este año el certamen se ha transformado para volver a ser el evento que algún día fue.

El Concurso Nacional de Belleza no pasa por sus mejores días, pero desde Bogotá, con ‘realities’, y en Cartagena con los desfiles de balleneras, en traje de baño y carrozas, trata de seguir despertando interés.
Este año, los cambios del Concurso Nacional de la Belleza son tan grandes que empezaron en octubre del 2016, cuando su presidente, Raimundo Angulo, anunció que la elección de la nueva señorita Colombia ya no sería en noviembre, sino en marzo.
Esta primera transformación, después de que durante más de 60 años el concurso fuera parte de las fiestas de Independencia de Cartagena, se dio, según se dijo en su momento, porque WME/IMG, la nueva empresa dueña de Miss Universo (concurso al que va la señorita Colombia) no permitía que hubiera dos reinas de un mismo país al mismo tiempo.
En efecto, si nos vamos a los tiempos, Andrea Tovar, señorita Colombia 2015, iría a un Miss Universo en enero de este año luego de, supuestamente, entregar su corona en Cartagena.
Entonces se determinó que su reinado sería más largo y que el Concurso Nacional de Belleza iría del 11 al 20 de marzo. Y desde el sábado pasado, las 23 candidatas a señorita Colombia están en Cartagena en actividades, aunque con menos compromisos que antes.
Si nos atenemos al ‘rating’ televisivo, se puede decir que la velada de elección y coronación sigue ganando, pero aun así está muy lejos de los años de gloria, cuando marcaba entre 25 y 30 puntos, y las empresas se peleaban por pautar. De hecho, en los últimos años ha punteado, pero con puntajes modestos: 12,7 puntos en el 2012, 10,2 en el 2014 y 10,4 en el 2015, eso sí superando a sus enfrentados.
Este año, el canal RCN ha preparado la presentación de cinco artistas: Miguel Bosé, Luis Fonsi, Víctor Manuelle, Piso 21, Herencia de Timbiquí, en busca de más televidentes.
Para Diego León Giraldo, quien ha cubierto el concurso en los últimos 20 años:

este era un evento que congregaba a la familia; era un plan ver el reinado

Agrega que el reinado era parte fundamental de las fiestas de Independencia, “y eso quedaba claro el día de la lectura del bando, la gente veía a las reinas y empezaba a tener sus favoritas, y además venían todos los medios”.
Cartagena era un hervidero de farándula, personalidades y periodistas. Y las reinas eran examinadas meticulosamente por los llamados ‘reinólogos’. El concurso era como un curso intensivo que mostraba una supuesta unión nacional en torno a las candidatas.
La investigadora Íngrid Johanna Bolívar cuenta, en un estudio sobre el reinado, que el evento “es un espacio de investigación sobre los rasgos de la sociedad colombiana y, especialmente, sobre la construcción de diferencias sociales. De hecho, ha operado en la historia de Colombia como un espacio para la producción de formas de diferenciación y jerarquización social”.
Lo anterior, agrega, se dio especialmente entre las décadas del 40 y el 60, cuando el reinado “era un encuentro entre las familias que conforman la alta sociedad colombiana, que se reconocen mutuamente, pues comparten hábitos, valores, recursos y prestigio”.
Y muestra incluso cómo hablaban los medios de las reinas, citando la revista ‘Semana’ de noviembre de 1947, que se refiere a la señorita Cauca como “una dama de 20 años por cuyas venas corre la sangre de Francisco José de Caldas, José María Obando y Julio Arboleda (...) que encarna la más pura aristocracia de una estirpe que ha sobresalido por la distinción y hermosura de sus mujeres”.
Bolívar habla también de otro término: el porte, que ha ido cambiando con los años.
Hoy, las reinas estudian una carrera, pero, como afirma Giraldo, “uno no sabe ni cómo hablan; puede que vayan a la universidad, pero muchas terminan de presentadoras o se convierten en actrices. Con la señorita Colombia hoy no pasa nada”.
Sin embargo y pese a que muchas personas ni siquiera saben hoy cómo se llama la reina actual, Ómar Rincón, crítico de televisión, afirma que dos de las más recientes son “maravillosas: Paulina Vega por lo bella, por lo Miss Universo y por cómo se convirtió en presentadora de TV, y Ariadna Gutiérrez, que fue Miss Universo porque asumió su triunfo efímero con humor”.
El evento sigue buscando fórmulas para sobrevivir. Graciela Torres, la ‘Negra Candela’, afirma que después de ir a Cartagena sin falta desde 1984 hasta el año pasado, este perdió su brillo porque “hay muchos más eventos en el país para el disfrute y todo va cambiando, incluso los gustos de la gente por estas actividades”.
Agrega que la privatización del concurso solo le dejó a la sede, realmente, la ceremonia de elección y coronación. Este año y con RCN como principal socio del concurso (es el dueño de la franquicia de Miss Universo y tiene la potestad para elegir a la candidata colombiana a este evento), el canal realizó dos especiales en Bogotá llamados ‘Prueba real’, una especie de ‘reality’ en los que empezaron a mostrar a las candidatas.
Las reinas corrieron, subieron escaleras, buscaron las banderas de sus departamentos, comieron, se sentaron en un set de televisión y hasta lloraron. Para Rincón, “si el concurso se reinventa como ‘reality’ o como solo un producto televisivo, podría ser interesante. Pero no es ni una cosa ni la otra”.

Otros tiempos

Lejos están los días en los que el reinado era “el evento cultural de Colombia; en las regiones se asumía que la reina era su identidad. Ahora es un evento RCN, y el asunto de las mujeres-carne está siendo cuestionado; ya poco pasa de la cultura colombiana por allí, ya no es ni de Cartagena, es un evento más”, agrega Rincón.
Como afirma el sociólogo Fabián Sanabria, “los concursos de belleza son una manera desafortunada de hacer de la necesidad una virtud, porque hasta en la escuelita más miserable de este país hay un reinado”, señala. Pero, para Rincón, lo que pasa con el evento no es culpa de las candidatas. “No hay que responsabilizar del todo a las mujeres que van. Siguen siendo bellas. El asunto es que el certamen es un concurso que gradúa a presentadoras de televisión”, concluye.
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