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Cultura

Slayer: la nostalgia que no pierde brutalidad

La banda presentó algunas canciones de su reciente álbum 'Repentless' y muchos de sus clásicos de la mano de su vocalista Tom Araya..

La banda presentó algunas canciones de su reciente álbum 'Repentless' y muchos de sus clásicos de la mano de su vocalista Tom Araya..

Foto:Juan Diego Buitrago/ EL TIEMPO

Una mirada al concierto que ofreció en Bogotá la mítica banda de thrash metal.

La banda  estadounidense no se complicó la vida y lanzó al escenario de la Gran Carpa Américas de Corferias en Bogotá una avalancha de clásicos y con eso consiguió el grito eufórico de los fanáticos que cumplieron con la cita el 3 de mayo.
Era el tercer concierto de uno de los cuatro grandes del thrash metal y la expectativa era reanimar esa nostalgia brutal con la que ellos tatuaron su carrera musical y a la vez ser testigos de una evolución representada en su más reciente álbum Repentless.
Al final, el cantante y bajista Tom Araya; los guitarristas Kerry King y Gary Holt, junto al baterista Paul Bostaph prefirieron desempolvar el baúl de los recuerdos.
Una luz roja invadió el gigantesco telón que emulaba a la portada de 'Repentless' y los gritos de emoción de un público que ya estaba listo luego de la presentación de la banda colombiana invitada Perpetual Warfare, que se llevó los aplausos tras un recital de un acelerado thrash metal.
Araya se paró frente al micrófono, miró a Gary Holt y de un momento a otro comenzó la canción homónima del disco más reciente de Slayer. Los teléfonos celulares se levantaron en masa para registrar el momento.
Luego el grupo decidió interpretar 'Antichrist' y la audiencia respondió con un aplauso. Luego remataron con 'Disciple', antes de llegar a 'War Ensemble' con el que las voces de los fanáticos retumbaron en la carpa de Corferias. Muchos corearon su nombre, pero el vocalista, que nació en Chile, sonrío y les respondió: “Me llamo Tom, no Ton”.
La confusión fonética se olvidó con los riffs contundentes de Kerry King en 'Pride in Prejudice', 'Mandatory Suicide', 'Dead Skin Mask'  o 'Captor of Sin'. Pero como al que no quiere nostalgia se le dan dos tazas, el telón de 'Repentless' se cayó y dio paso a un nueva tela en la que aparecía el nombre gigantesco de Slayer, ambientado en la melodías de 'Seasons in the Abyss' y 'Hell Awaits', antes de dar paso a una oscura pausa en esa acelerada hecatombe sonora con 'South of Heaven' en la que la mayoría levantó la mirada al techo de la carpa y cerró los ojos para entregarse al descriptivo viaje a la maldad que ofrece esa canción.
Kerry King entregado a  uno de sus ya famosos y agónicos solos de guitarra durante el concierto.

Kerry King entregado a uno de sus ya famosos y agónicos solos de guitarra durante el concierto.

Foto:Juan Diego Buitrago/ EL TIEMPO

Pero ese momento de éxtasis cambió radicalmente cuando las guitarras comenzaron a gemir y Araya, King, Holt y Bostaph se alistaron para la que es considerada la canción himno de Slayer: 'Raining Blood'. En ese momento el conato de pogo se convirtió en un gran tornado de brazos, piernas y sudor como una danza de guerra.
Uno de los fanáticos de la banda revela su emoción ante la cruda descarga de thrash metal de la que fue testigo.

Uno de los fanáticos de la banda revela su emoción ante la cruda descarga de thrash metal de la que fue testigo.

Foto:Juan Diego Buitrago/ EL TIEMPO

La canción, que en español significa 'lloviendo sangre', sirvió insólitamente como preámbulo a un gran aguacero que se sintió en el techo del escenario. Con 'Black Magic' cayeron de nuevo en el recuerdo y un cierre apoteósico con la polémica 'Angel of Death' que al final, conjuró la lluvia y arrancó sonrisas a los fieles seguidores de la banda. A la salida, el aguacero se aplacó y Slayer había cumplido con su palabra de ofrecer el concierto más brutal, contundente y sobre todo nostálgico a los 6.000 fanáticos que asistieron a la cita.
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