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Cine y Tv

'Sal' reta al espectador a que saque sus propias conclusiones

Película Sal, de William Vega

En su nueva película, el director William Vega hace una metáfora de las búsquedas del ser humano.

Sofía Gómez
William Vega viajaba en un bus en México, donde realizó la posproducción de su primera película, La sirga. Para distraerse, veía un documental sobre unos yacimientos de sal en medio del desierto, otrora un extenso mar. Al mirar por la ventana, solo había arena. Allí le surgió una idea.
“Me pareció una imagen muy potente (…) Me pregunté: ¿Qué hay en el fondo del mar? ¿Acaso, un desierto que ha quedado impregnado con la sal?”, recuerda el realizador caleño, dudando en la exactitud de las fechas y en las ideas concretas que tuvo.
A partir de ese momento, que pudo ser entre el 2011 y el 2012, Sal rondó su cabeza. El concepto, adobado con otras historias de vida y una pizca de investigación filosófica, se tradujo en su nueva película que se estrena este jueves en los cines del país.
En la ficción, Heraldo busca a su padre, un hombre reconocido, pero enigmático, de quien ha recibido muy poco. A sus treinta y tantos años, emprende un viaje en motocicleta para hallarlo, pero un accidente le impide seguir y al despertar se encuentra en un lugar desconocido, rodeado de arena y sal, al cuidado de Salomón y Magdalena, y con la presencia de Víctor, un lugareño que manipula el negocio del mineral
Película Sal, de William Vega

Película Sal, de William Vega

Foto:Contravía Films

“En el camino me crucé con Heraldo Romero (actor de teatro y protagonista de la película), quien buscaba el rastro de su papá –Heraldo Romero Sánchez, un líder popular y activista muy reconocido en Nariño–, que siempre estuvo ausente de su vida”, cuenta Vega. “Al guion le agregué mis propias búsquedas porque yo también crecí, como un montón de gente en este país, con padres divorciados y preguntándome constantemente por mi papá”.
Ese seguimiento del padre va más allá de la necesidad de una figura paterna. Para Vega “es una metáfora de la búsqueda del hombre de una ideología, de algo en qué creer. En ese sentido, es un personaje árido, que no da frutos”.
En la pantalla, Heraldo, el personaje, no sabe si delira, está soñando o lo que ve es una transición entre la vida y la muerte. Las imágenes que pasan por su mente, tras el accidente, podrían ser recuerdos, alucinaciones o revelaciones. El relato es anacrónico, no ofrece mayores explicaciones ni es concluyente.
“El desierto es como un limbo. Esa es una de las múltiples lecturas que tiene la película y hay momentos que la enrarecen en ese sentido (…). A mí, como espectador, me gusta que me inviten a formar parte del juego. Hay un interés porque la gente se sienta parte del proyecto y reconstruya cosas. Es una invitación para que arme el rompecabezas”, aclara el director.
Sal forma parte de un proyecto académico de investigación que lidera Vega, acerca de las relaciones entre el cine y la filosofía.
“El filme se inscribe en un juego de dialéctica con el espectador, uno como autor desaparece y queda el juego pendular entre la obra y quien la ve”, dice.
Comunicador Social de la Universidad del Valle y especialista en guion para cine y TV de la TAI de Madrid, España, el realizador (Cali, 1981) es amante de los relatos cinematográficos no narrativos, de esos que más bien hacen conexiones raras y hasta abstractas, como las producciones del mexicano Carlos Reygadas (Post tenebras lux) o el estadounidense Terrence Malick (El árbol de la vida).
Vega defiende que estas producciones no pueden ser consideradas para un nicho.
“Sal es una película para todos. A veces este tipo de propuestas se encasillan en el cine de autor, y esa es una de las cosas que hay que combatir. Todo el mundo puede ver de todo”, asegura.

Hay un interés porque la gente se sienta parte del proyecto y reconstruya cosas. Es una invitación para que arme el rompecabezas

Socio fundador de la productora Contravía Films (al lado del también realizador caleño Óscar Ruiz Navia), Vega enfrenta la tensión de estrenar un segundo título, luego de haber tenido una exitosa ópera prima: entre otras distinciones, La sirga se estrenó en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes del 2012 y estuvo nominada a la Cámara de Oro.
Sin embargo, el mayor peso emocional que vive por estos días el cineasta es el reciente fallecimiento de su padre. “Yo quería que él viera la película, pero no pudo. Así son las cosas”, concluye, con la voz entrecortada.
SOFÍA GÓMEZ G.
Cultura y Entretenimiento
En Twitter: @s0f1c1ta
Sofía Gómez
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