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Cine y Tv

El sólido legado de Stanley Kubrick

Stanley Kubrick en el 'set' de su película 'Barry Lyndon'.

Stanley Kubrick en el 'set' de su película 'Barry Lyndon'.

Foto:Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images

En cumplirse 90 años de su natalicio, la pregunta es: ¿sus películas hoy tendrían éxito en taquilla?

Armando Neira
¿Era regular o bastante malo? La respuesta sobre el rendimiento académico de Stanley Kubrick (Nueva York, Estados Unidos; 26 de julio de 1928–St Albans, Reino Unido; 7 de marzo de 1999) todavía es motivo de discusión.
Eso sí, los test de inteligencia reflejaban un nivel por encima de la media. ¿Entonces? Kubrick se aburría en clase. Sus profesores lo miraban con cierto disgusto allí sentado, pero con la cabeza en otra parte; “está en la luna”, dirían las abuelas.
Su padre, Jacob Leonard, inquieto, le enseñó a jugar ajedrez para “despertarle el intelecto”. Sin embargo, cuando cumplió 13 años, le dio un regalo con el que literalmente hizo clic para transformar su existencia y, de paso, estimularlo de tal manera que llegaría a convertirse en uno de los creadores más importantes del séptimo arte: una cámara fotográfica, una Graflex, de más de tres kilos. “Me enamoré de ella, me enamoré”, contaría tiempo después.
El jueves de la semana pasada se cumplieron 90 años de su nacimiento. Un buen pretexto para preguntarse ¿cómo les iría hoy a sus películas en taquilla?
Para el escritor y crítico de cine Ricardo Silva, el público actual se rendiría ante el autor de 2001: Odisea del espacio, La naranja mecánica, Barry Lyndon, El resplandor y Cara de guerra, entre otras.
Según dice Silva, en ocasiones la crítica y el público suelen sintonizarse y caminar de la mano. “Creo que sus películas fueron y serían hoy un éxito porque nunca perteneció del todo a su tiempo”.
Era un genio de la cinematografía que trazó un camino que se nota en el acabado de varios de los trabajos de Steven Spielberg, Woody Allen, Martin Scorsese, James Cameron y Ridley Scott, incluso el veterano Orson Welles, quien llegó a considerarlo “un gigante” entre los cineastas jóvenes de su época.
Las estadísticas corroboran la afirmación de Silva. Al mirar los ingresos de taquilla de algunas de sus películas durante los años de estreno comparados con las cifras ajustadas a lo que hoy valen las boletas en Estados Unidos, a Kubrick le iría bastante bien.
Así, por ejemplo, 2001: Odisea del espacio en su año de estreno, 1968, recaudó 58 millones y medio de dólares. Eso equivaldría a hoy a 403 millones de dólares. El resplandor, que llegó a las salas en 1980, tuvo 44 millones de dólares. Hoy serían 152 millones de dólares. Cara de guerra, 1987, dejó en las arcas 46 millones de dólares que en la actualidad vendrían siendo 109 millones de dólares.
Ojos bien cerrados, 1999 –con la pareja más famosa del firmamento de Hollywood de aquel momento, Tom Cruise y Nicole Kidman, obtuvo 55 millones de dólares, que a la fecha serían 101 millones de dólares.
Menos optimista se mostró hace unos días el realizador español Álex de la Iglesia, quien aseguró que no solo sería muy difícil encontrar alguien que financiase esas “ideas locas” y geniales de Kubrick, sino también que el público aceptara su cine.
“La gente hoy está muy edulcorada”, sentenció el director durante la master class que SundanceTV, canal del grupo AMC Networks, organiza anualmente en el Museo Guggenheim de Bilbao. El creador de El día de la bestia y La comunidad dijo que las cosas han cambiado mucho. En declaraciones recogidas por la agencia Europa Press reflexionó por su trabajo en los tiempos que corren:
Dirigir no es solo tener una idea estupenda, es encontrar dinero para hacer la película. La relación entre presupuesto y creatividad, encontrar ese equilibrio, es la verdadera profesión del director de cine”, afirmó De la Iglesia. Y es que esa figura mítica, casi legendaria, del director de cine como “ese personaje loco, creativo, autoritario, mágico... esa especie de Kubrick” es una excepción que se dio en el pasado y que no volverá, sentenció el español.
Claro, la realidad de hoy es completamente distinta a la de los tiempos en los que la ansiedad se apoderaba de todos ante un inminente estreno de Kubrick.
Para Bernardo Chinchilla, de la productora Chinchilla Films, “en las tendencias del mercado internacional, el cine ya no solo compite con más cine, cada vez se enfrenta más a nuevas plataformas como Netflix, videojuegos, series web y, en últimas, el tiempo libre, que hoy en día es tan apreciado por los millenials”.
Chinchilla agrega que “las tendencias del mundo se enfocan más a un tipo de contenidos más cortos. En el mercado internacional, los largos se están haciendo a un lado. Es extraño que en Colombia estén creciendo las entradas a cine porque la tendencia general es a la baja. Se proyecta que dentro de 20 años, el cine va a ser para espacios más especializados, para nichos específicos de clientes que van a querer ver lo que saben que van a ver”.
El crítico de cine Mauricio Reina considera que “dos de las películas de Kubrick funcionan perfectamente para el público de estos días: “2001: Odisea del espacio” y El resplandor”. Según opina él, “en ambos casos la manera de narrar y la factura aguantan perfectamente el paso del tiempo”.
Aunque Reina destaca que es notable que El resplandor funcione como película de terror tantos años después de su producción, mucho más notable es que lo haga 2001: Odisea del espacio como cinta de ciencia ficción, “un subgénero en el que el desarrollo de los efectos especiales delata el paso del tiempo en trabajos viejos. Por eso, 2001 es un clásico y una obra maestra”.
La naranja mecánica es, agrega Reina, otra que “está cerca de la atemporalidad, pero en la producción se le nota un poco más la edad”.
Lo que sí está fuera de toda discusión en la monumental figura de Kubrick, para Juan David Blanco –bloguero en La Claqueta– es que “pocos directores entendieron el cine como Stanley Kubrick, pocos tomaron el riesgo de narrar historias como él lo hizo. Desde la simetría claustrofóbica y encuadres premeditados de La naranja mecánica hasta la cámara ingrávida y aturdida de algunos momentos de El resplandor”.
Una mente fantástica que en ocasiones parecía volver a esos años escolares en los que dejaba volar su mente. “Kubrick manejaba un simbolismo precioso, tan perfecto que no se sabe a ciencia cierta si era medido o casualidad”, dice Blanco y concluye: “Historias intensas con un toque de ligereza; era el mago de los sentimientos (explorados e inexplorados). Trataba cada plano con entera y casi paternal devoción; integraba la música con contundencia y con una precisión sin falla. Jugaba al cine como ningún otro”.
ARMANDO NEIRA
Editor de Cultura
EL TIEMPO
@armandoneira
Armando Neira
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