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Arte y Teatro

La Maldita Vanidad estrena la obra ‘Yo he querido gritar’

Martha Leal (izq.) encarna a Nina. También actúan Jorge Hugo Marín, Juanita Cetina y Juan Pablo Acosta (en el fondo).

Martha Leal (izq.) encarna a Nina. También actúan Jorge Hugo Marín, Juanita Cetina y Juan Pablo Acosta (en el fondo).

Foto:Diego Santacruz / EL TIEMPO

El acto es una adaptación del texto de Tania Cárdenas, que mezcla teatro naturalista con psicología.

Juan Carlos Rojas
Al principio de la obra ‘Yo he querido gritar’, el estreno más reciente de La Maldita Vanidad, se instala una convención teatral poco convencional. Su directora, Ella Becerra, empieza a marcarles el camino a sus actores para que se adentren en esta oscura radiografía familiar sobre una pareja que se casó hace dos años, pero que da la impresión de no soportarse.
Parece un ensayo en vivo, incluso una producción basada en la improvisación, pero lo cierto es que los actores Jorge Hugo Marín, Juanita Cetina, Juan Pablo Acosta y Martha Leal, y la directora crearon una arriesgada estructura narrativa para adaptar este texto de la dramaturga Tania Cárdenas.
Acosta y Leal son los encargados de encarnar a la pareja, Nina y Julio, mientras que Cetina y Marín se van metiendo en la piel de los otros personajes que complementan este relato, que enfrenta al tema de la violencia intrafamiliar.
“Siempre he querido montar este texto porque me parece que con la reivindicación femenina, que era muy importante hacerla, nos fuimos a un extremo extraño que fue desconocer la masculinidad del hombre y al hombre”, dice Becerra.
El público se enfrenta a los permanentes enfrentamientos entre Nina y Julio, que parecen estar siempre al borde de una situación sin retorno. Becerra añade que este texto de Cárdenas surgió de una clínica de dramaturgia enfocada en el teatro documental.
La autora propone tres niveles narrativos: las noticias y estadísticas sobre las que está basado el texto, la narración que los personajes hacen de las situaciones y las escenas dramáticas convencionales.
Sin embargo, el grupo quiso explorar con más profundidad la problemática, a través de las llamadas constelaciones organizacionales, que, según Becerra, son una forma terapéutica de la psicología transpersonal que asegura que vivimos en un sistema que está mal configurado o es violento, lo que conduce a los individuos a tener la idea de que hay unos muy malos y unos muy víctimas.
“Empezamos a hacer una indagación a través de las constelaciones y toda la información que salió es la que ponemos en la obra. Muchos elementos empiezan a aparecer y siento que resuenan más en nuestro inconsciente que en nuestra mente racional”, asegura Becerra.
La producción entra entonces en un delicado equilibrio entre una actuación naturalista y los códigos de una sesión terapéutica.
Becerra se convierte casi en una psicóloga, mientras que los actores difuminan el límite entre representación y ensayo. Los personajes expresan permanentemente sus preocupaciones, es como si estuvieran pensando en voz alta, diciendo que se sienten incómodos o no están de acuerdo con lo que dicen los otros.
“Ese es el reto fundamental del montaje, que en eso se une al lenguaje de La Maldita Vanidad, entonces parece algo espontáneo, pero tú sabes que no lo es. También hay un grado de espontaneidad, porque depende de cómo se mueven en la función y la energía de la situación”, afirma Becerra.
El desafío está en que el público entre en esa corriente narrativa y en esa forma de actuación que propone la obra. “Se instala una convención en la que vamos a poner a fuerzas en choque y espero que eso haga que el público vaya entrando y comprendiendo”, finaliza la directora.

Funciones

Jueves a sábado, 8 p. m. Domingo, 6:30 p. m. Casa de La Maldita Vanidad. Carrera 19 n.° 45A-17, Bogotá. Informes: 605-5312. 30.000 pesos.
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO
Juan Carlos Rojas
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