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Arte y Teatro

Enrique Vargas, el maestro de los sentidos

Vargas estrenó ‘El hilo de Ariadna’ en los sótanos de la Universidad Nacional en Bogotá. Luego empezó una gira por varios países.

Vargas estrenó ‘El hilo de Ariadna’ en los sótanos de la Universidad Nacional en Bogotá. Luego empezó una gira por varios países.

Foto:Mauricio Moreno / EL TIEMPO

El manizaleño acaba de remontar en Italia la obra ‘El hilo de Ariadna’, hito de la escena mundial.

Juan Carlos Rojas
Enrique Vargas lleva más de 60 años persiguiendo un conejo blanco. Lo ha tratado de cazar en las montañas de Caicedonia, en los ambientes ‘hippies’ de la Nueva York de la década de los 60, en las selvas del Amazonas, los desiertos de La Guajira, los sótanos de la Universidad Nacional en Bogotá y ahora lo busca en las escenas teatrales de varios países.
“Lo peligroso sería agarrarlo por la cola, se da la vuelta, me da un mordisco y ese día me muero. La búsqueda sigue, lo que me mueve a mí es la pregunta y uno va hasta dónde puede llegar esa pregunta”, cuenta el maestro manizaleño desde Barcelona, en donde dirige el Teatro de los Sentidos.
La metáfora del conejo blanco, con toda su carga existencial y filosófica, refleja la profunda visión poética de Vargas, de 77 años, creador del llamado teatro sensorial. Esta técnica rescata el sentido del juego y tuvo sus raíces en los improvisados laberintos que el director solía crear en los parajes cafeteros de su infancia.
Así consolidó una estética que ha logrado un impacto global, con giras permanentes por varios países (el viernes pasado estrenó la obra ‘Reneixer’ en Francia), todo gracias al impacto de su ópera prima, ‘El hilo de Ariadna’.
Inspirada en la figura mitológica del minotauro, la pieza proponía un laberinto desplegado en una gran instalación plástica, para la que además se diseñó una partitura especial para cada sentido. Solo entraba una persona por función, que debía caminar descalza para estimular el sentido del tacto pisando texturas como arena y terciopelo.
“Yo pienso que la obra creció y me dejó atrás... Para que el poema aparezca, el poeta tiene que desaparecer, en el momento en el que tú sientes que la obra empieza a andar sola y que tiene vida propia te das cuenta de que no eres nada en comparación con ella y lo que hay que hacer es darle de comer”, reflexiona Vargas sobre esta producción.
La historia de esta pieza se empezó a hilar en el sótano de la Universidad Nacional de Bogotá a comienzos de la década de los 90. Luego emprendió una gira interminable, a tal punto que Vargas tuvo que afincar el Teatro de los Sentidos en España.
Recientemente, el director se animó a darle de comer de nuevo a esa criatura, ya que remontó ‘El hilo de Ariadna’ en la Toscana, Italia, y además la presentará en Barcelona en diciembre. Este remontaje se puede leer como una respuesta metafórica al cargado ambiente social y político que se vive en la ciudad española. “Estamos remontando las obras de antes porque creemos que los tiempos han cambiado, hay un ambiente, una tensión en el aire que requiere un enfoque diferente... El trabajo en España y en Cataluña está difícil, con los recientes acontecimientos les han interesado otras cosas que la cultura y el teatro”, explica.
Es por eso que el Teatro de los Sentidos ha empezado a trabajar más en otros países, como Japón, China y Australia. El grupo incluso tiene el proyecto de crear una especie de ‘micromecenazgo’ para que ‘El hilo de Ariadna’ regrese a su punto de creación, Colombia.
“Estamos dirigiéndonos a nuestro público para ver si recibimos donaciones de gente interesada en crear un fondo para ir a Colombia y a América Latina... En Colombia está la Universidad y muchos de los que empezaron con la obra; queremos que el grupo de aquí, con el que estamos girando, se una con el de allá y hagamos magia”, adelanta Vargas.

De vuelta al laberinto

‘El hilo de Ariadna’ se ha vuelto una especie de mito no solo para el grupo, sino para el público teatral de muchos países. Otros montajes del Teatro de los Sentidos, como ‘Oráculos’, ‘El corazón de las tinieblas’ y ‘Reneixer’, conservan la propuesta de los recorridos y las partituras sensoriales.
Vargas cuenta que recientemente han hablado con nietos de gente que vio ‘El hilo...’ en Bogotá hace 20 años, o en Roma o en Brasil, y la cuentan como si ellos la hubieran visto ayer, a pesar de que solo la escucharon de la boca del abuelo. “Hace poco, en Berlín, un taxista me contaba cosas de la obra y yo le pregunté si la había visto, pero no, un amigo suyo fue quien la vio. La obra la ven relativamente pocas personas en una ciudad, pero ese tipo de experiencias se vuelven como una mancha de aceite”.
Esa mancha de aceite viene desde mucho antes de la creación del Teatro de los Sentidos, ya que Vargas trabajó, por ejemplo, en la escena vanguardista de Nueva York con obras que enviaban un mensaje pacifista y buscaban evitar el reclutamiento para la guerra de Vietnam. Luego regresó a Colombia para explorar en La Guajira y el Amazonas el espíritu del juego con las comunidades campesinas e indígenas, llegando a levantar sospechas insólitas entre los guerrilleros de las zonas, quienes pensaban que Vargas pertenecía a la CIA. De esas experiencias nacieron pequeñas joyas de pura artesanía teatral, como ‘Sancocho de cola’, en la que utilizaba la animación de objetos.
Y aunque el teatro sensorial se ha expandido a diversas latitudes, Vargas sigue partiendo de las mismas premisas, como el arte de la escucha, contar a través del silencio y convertir las obras en experiencias íntimas, en las que los espectadores sean los protagonistas de sus propias historias.
“Una obra basada en la experiencia personal es conocimiento puro haciéndose, tú puedes escuchar cómo ese conocimiento se va formando, eso es creación de sentido, y una experiencia así es bien necesaria”, finaliza.
YHONATAN LOAIZA GRISALES
EL TIEMPO
Juan Carlos Rojas
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