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'Corrimos cinco minutos para salvarnos de la avalancha'

La tragedia empezó a incubarse desde el jueves a cientos de kilómetros, en la parte alta de la montaña.

La tragedia empezó a incubarse desde el jueves a cientos de kilómetros, en la parte alta de la montaña.

Foto:Santiago Saldarriaga/ EL TIEMPO

A Alexánder López su rapidez para reaccionar aún le permite abrazar a sus hijas y a su esposa.

A Alexánder López, los ríos Mocoa, Sangoyaco, Taruca y Mulato le quitaron la casa que tanto había soñado y las cosas personales por las que tanto se había esforzado. Pero su rapidez para reaccionar aún le permite abrazar a sus hijas y ver la sonrisa de su esposa.
“Muchos de mis amigos perdieron a su familia. Gracias a Dios, yo todavía tengo a la mía”, cuenta con tristeza, todavía sin entender qué fue lo que pasó.
El barrio San Fernando, en Mocoa, donde Alexánder había edificado su hogar con María López y donde Karen Yuliana, de 13 años, y Sarita Daniela, de 3, jugaban y se divertían, desapareció tras la avalancha de la madrugada del sábado.
“Solo alcanzamos a sacar las niñas. En minutos, la avalancha acabó con todo, nada nos quedó”, dijo.
A eso de la 1 de la madrugada del sábado, su mente le dijo que debía salir de su casa: el agua le llegaba a las rodillas y la lluvia no cesaba. No lo pensó dos veces. No hubo lugar a la duda. Actuó. Tomó a Sarita entre sus brazos y, con Karen y María detrás de él, corrió hacia una loma cercana. Fueron los minutos más largos, los pasos más extensos.

Vimos cómo la avalancha destruyó todo, con palos, con piedras... fue muy triste, el momento más duro

Antes de llegar a su meta, a la seguridad, el destino volvió a ponerlo a prueba, una más difícil de sortear en medio del pánico: a mitad del recorrido, la fuerza del agua arrastro a su hija mayor. “Tuve que mantener la calma y no dejar que el desespero me ganara”. Primero, puso a su esposa y a la menor a salvo y corrió en busca de Karen.
Aprovechó que todavía alumbraban las farolas de la calle y se concentró en escuchar la voz de la niña y divisar su rostro. Ella gritaba con todas sus fuerzas pidiendo ayuda.
No fue fácil, pues otras personas luchaban contra la corriente para resguardarse, pero le bastaron un par de minutos para hallarla y llevarla junto al resto de su familia. Los cuatro se fundieron en un abrazo.
“Corrimos 5 minutos para salvarnos. Y eso fue todo. Vimos cómo la avalancha destruyó todo, con palos, con piedras... fue muy triste, el momento más duro”, sentenció.
Alexánder todavía no asimila lo que pasó. Su mente lo transporta a esos momentos en los que luchó por salvar su vida y la de sus seres queridos. Ahora, deberá empezar de cero.
CAMILO HERNÁNDEZ
Redactor EL TIEMPO
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