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'Hay que buscar la paz política con Uribe': Óscar Lizcano

El excongresista Óscar Tulio Lizcano (i.) y su hijo Mauricio (d.), actual presidente del Congreso.

El excongresista Óscar Tulio Lizcano (i.) y su hijo Mauricio (d.), actual presidente del Congreso.

Foto:Jhon Jairo Bonilla

Óscar Lizcano, exsecuestrado por las Farc, apoya los acuerdos de paz.

El excongresista Óscar Tulio Lizcano es víctima del conflicto por partida doble. Las Farc lo secuestraron por ocho años, hasta que uno de sus carceleros lo ayudó a fugarse en 2008, y su hijo Juan Carlos fue raptado por el Epl, que lo retuvo tres meses en 2006, hasta que lo rescató el Ejército.
Su otro hijo, Mauricio, es hoy el presidente del Senado que tendrá la tarea de tramitar las leyes y reformas necesarias para la implementación de los acuerdos alcanzados en La Habana (Cuba) entre el Gobierno nacional y la guerrilla.
En diálogo con EL TIEMPO, Lizcano padre les da consejos al actual senador y al presidente Juan Manuel Santos para la campaña del sí al plebiscito para refrendarlos. Pide la “paz política” con la oposición a estos, liderada por el expresidente Álvaro Uribe.
¿Va a hacer campaña por el sí al plebiscito?
Sí. Claro. Voy a apoyar lo que pueda, con mis capacidades y buena voluntad.
¿Qué estrategias cree que pueden funcionar contra una oposición tan fuerte?
Hay que generar una cultura, socializar. Más que la publicidad, que es muy importante, hay que personalizar el sí, explicar que por encima de todo está la paz. La paz tiene un costo, pero debemos aportarle a nuestros nietos y a las generaciones venideras. Ese es el argumento: la paz es con ellos, no es del Gobierno ni de ningún partido.
Despolitizarla. No usar las prácticas que de la política, como montar la gente en una chiva con ron. Hay que persuadir, hacer pura pedagogía.
Usted ha dicho que el secuestro le ayudó a comprender las causas profundas del conflicto, ¿como cuáles?
Pude observar a los jóvenes que se iban a la guerrilla por falta de oportunidades. La no presencia del Estado hizo que ese espacio lo llenaran los grupos ilegales. Ahí tienen razón las Farc. No podemos hablar de paz total si no se reducen la pobreza, la desigualdad y el narcotráfico. Lo que estamos buscando es un cese de la confrontación entre las Farc y el Estado.
Pero se ha referido a los “dirigentes”. Usted, que fue político, ¿cree que pudo haberlo hecho mejor?
La responsabilidad es del Estado, pero ante todo de la clase dirigente política y empresarial. Cuando arrancó esto, en las capitales lo veían como unas matazones en el campo, muy lejanas. Pero cuando empezó a tocarlos, los dirigentes políticos empezamos a actuar, por vía de acelerar la guerra, como Uribe, o de buscar la paz, como Santos. Para mí no es excluyente lo uno con lo otro.
Cuando usted se fugó del secuestro, el ministro de Defensa era Santos y el presidente, Uribe. Le agradeció a ambos y al guerrillero que lo ayudó a escapar, ¿cómo está su relación hoy con los tres?
Muy bien. Con Uribe, muy bien. Si bien no hizo el acuerdo humanitario, le salvó la vida a mi hijo, que también estuvo secuestrado por el Epl. Por eso le tengo eterna gratitud.
A Santos, igualmente. Se la está jugando por la paz, por mucho que digan de él y lo estigmaticen. Por eso digo que no son excluyentes. Es una cuestión de forma de gobierno.
¿Y el guerrillero? ¿Ha vuelto a hablar con él?
¡Isaza, obviamente! ¡Quién no puede tener gratitud! Yo me hubiera muerto allá, en vez de estar contemplando aquí la ternura de mis nietos. Con él, eterna gratitud, amigo para siempre. Mantengo permanente contacto con él, que está en Europa, porque he perdonado a los carceleros de mi hijo y míos. Con los desmovilizados del Epl también hablo. Se les ayuda cuando ellos requieren.
¿Cómo convencer a Uribe de que no es excluyente lo uno con lo otro?
Ha corrido mucha agua sucia por debajo del puente. Hay que insistir. Si Uribe tiene dos puntos que no le gustan, pueden sentarse y, por lo menos, explicarle, sin protagonismos, en privado; antes de irnos a un posconflicto polarizado entre el sí y el no.
Esa es mi preocupación, la paz política. Hay que persuadir a ese 40 por ciento que está por el no, buscarle una solución como se le buscó a las Farc, hacer lo imposible.
¿Y qué le recomienda a su hijo Mauricio para su papel como presidente del Congreso de la paz?
Lo que siempre le he dicho: mucha transparencia, mucha entrega, trabajar con y frente al pueblo, generar opiniones favorables frente a la falta de credibilidad que tiene la gente sobre el Congreso y, sobre todo, dejar un referente muy alto de que se la jugó toda por la paz, pero siempre respetando la opinión del contrario y dándole garantías.
¿Qué les recomienda a las otras víctimas del conflicto, no solo de las Farc, para perdonar?
Es muy difícil porque es un acto individual, un don gratuito que la víctima le otorga al victimario, al ofensor. Lograr la paz sin el perdón es muy difícil, porque así suspende la condición de víctima. No olvidar. Perdonar desde la herida, para mantenerla abierta y que eso no se repita. Hacerle ver a las nuevas generaciones qué pasó.
Narrar nuestro dolor. Así vamos a vivir más tranquilos. Esa es mi experiencia. Lo han hecho Íngrid Betancourt, Clara Rojas, Alan Jara… Muchos vivimos el horror y sabemos que hay que buscarle un espacio al dolor para la elaboración del perdón. Hay que martillar el dolor para llegar al perdón.
Usted y esas víctimas que menciona son muy visibles. ¿Cómo hacer traer a la luz también las historias de las víctimas anónimas, que son seis millones?
Esa es una de mis preocupaciones en estos momentos. Eso es lo que tiene que buscar el Estado ahora, ir a esa parte del país donde están esas víctimas que por temor hoy se tienen que callar, garantizándoles la vida, dándoles oportunidades. 
MANIZALES
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