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El drama de los niños de la guerra en los Llanos Orientales

En un fin de semana las Farc entregaron al CICR a 13 menores de edad.

En un fin de semana las Farc entregaron al CICR a 13 menores de edad.

Foto:ARCHIVO/ LLANO SIE7EDÍAS

La historia de una joven reclutada por las Farc a los 11 años, víctima de abuso sexual.

Redacción El Tiempo
Delia tiene en sus brazos y piernas las marcas que le dejó la guerra. Siete impactos de bala de fusil le dejaron la piel retorcida, casi quemada por los impactos.
Solo tenía 16 años cuando sobrevivió de milagro en el municipio de Puerto Rico (Meta), en medio de un fuerte combate entre tropas del Ejército y guerrilleros del frente 43 de las Farc, agrupación que la reclutó contra su voluntad.
Sí, la pequeña Delia tenía 11 años cuando una guerrillera la sacó a la fuerza del seno de su hogar en ese municipio. Era una estudiante pila, cursaba el quinto año de primaria.
“Como no quise ceder por las buenas ella me amenazó con matarme a mi mamá y a mi papá. Me obligó a escribir una carta, en la que les decía que yo me iba a buscar un mejor futuro para ellos, que por una causa, que por el pueblo y toda la parla esa”, recuerda la joven.
A propósito de los 13 niños y adolescentes que las Farc entregaron el fin de semana al Comité Internacional de la Cruz Roja, como parte de los compromisos alcanzados en La Habana, Delia hace ruegos para que en esa lista estén los menores de edad que había en el frente 43.
“Había muchos niños de 8, 9 y 10 años. Ellos también estaban reclutados contra su voluntad. A mí me llevaron para la montaña y me entrenaron, a uno lo convierten en un títere, en donde solo tiene que cumplir las órdenes de los comandantes, limpiar, cocinar, caminar, prestar guardia”, narra.
A Delia le frustraron sus sueños de montar en bicicleta, jugar fútbol y ser médico, ese era su anhelo. Lo más cercano que alcanzó a esa profesión fue como enfermera de combate.
A pesar de su corta edad era la que tenía que curar a los guerrilleros que llegaban heridos de los combates en las selvas del sur del Meta. En medio de su oficio tuvo que ver morir a muchos de sus compañeros, incluso niños y adolescentes.
“Me dieron un curso de enfermera y vi morir a mucha gente, llegaban muy mal a los campamentos, entre ellos muchos niños. A mí se me quitaron las ganas, se me acabó la ilusión, ahora estudio Derecho”, dice con esperanza.
El rostro generalmente alegre, que ahora muestra la joven al otro lado de la guerra, se empaña y sus ojos se inundan de lágrimas cuando recuerda que las adolescentes de las Farc son víctimas de abuso sexual en las filas.
A ella también la sometieron y poco habla del tema. Más bien nada. A la difícil pregunta sobre el abuso sexual responde que sí fue víctima y enseguida pide cambiar de tema, no sin antes bajar la cabeza y llorar.
También rompe en llanto cuando se mira las heridas y recuerda que un soldado le salvó la vida. “Estoy viva de milagro, Dios me dio otra oportunidad y esa oportunidad ya tiene vida, tiene tres años, es mi hija”.

'Nos quieren lavar el cerebro con literatura comunista'

Cuando Delia y los otros niños de las Farc llegaron a las montañas y selvas del Meta, tras ser reclutados contra su voluntad, además de los fuertes oficios son obligados a leer libros marxistas y comunistas.
“Ellos le quieren lavar el cerebro a uno. Saben que un niño es más fácil de manejar. Nos ponían a leer eso para que cuando llegáramos a ser adultos tuviéramos la convicción de la causa de la guerra y no nos escapáramos. Hay quienes no se quieren dejar lavar el cerebro, pero ahí llegan las amenazas. Yo tenía unas buenas bases de la educación de mis padres y no cedí”, señala la joven.
Por eso, dice, desde el día que la reclutaron comenzó a pensar en escapar pero no lo hizo por temor a las amenazas.
REDACCIÓN LLANO SIE7EDÍAS
Redacción El Tiempo
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