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Edilson, una de las pocas voces que quedaron tras desarme de 'paras'

Puerto Nare.

Puerto Nare.

Foto:Guillermo Ossa / EL TIEMPO

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El promotor de turismo ambiental fue asesinado en agosto del 2017. Días antes había sido amenazado.

Juan Rodriguez
Daniela Gallego Tabares durmió en casa de una amiga y chateó toda la noche con su madre. Lloraba sin saber por qué. Pensaba en su padre, quien no había llegado del trabajo.
La última vez que hablaron, a las 4:30 de la tarde del primero de agosto de 2017, él la llamó desde el celular de un amigo porque, según dijo, el suyo estaba dañado. A Daniela le pareció raro que le diera instrucciones de cosas pendientes, como si se estuviera despidiendo. Acordaron que se verían luego. Esa noche, el dueño del celular del que su padre la llamó le dijo que él salió hacia su casa a las 5:30 p.m.
La madre no aguantó más y salió con su hijo de 12 años a buscarlo, dejando al bebé con una hermana vecina. Eran las 4 de la madrugada del 2 de agosto. Recorrieron la carretera por la que Luis Edilson Arango entraba en su moto todos los días. Vieron la luz del vehículo encendida y pensaron que se había caído. Corrieron hacia él y el horror los recibió. El hombre yacía en el piso muy lejos de la motocicleta. Estaba frío y tenso. Al despuntar el alba llegó Daniela. Ya había allí otros familiares. La policía apareció casi a las 7 de la mañana y el levantamiento del cuerpo se hizo una hora antes del mediodía.
Arango, de 41 años, solo disfrutó siete días la alegría de haberse graduado de bachiller, uno de sus sueños cumplidos. El otro era su deseo de ser abogado. Dejó tres hijos, de 2, 12 y 15 años; una viuda, hermanos y unos padres que perdieron al mayor de los herederos.
Este asesinato, uno de los tres registrados el año pasado en Puerto Nare (Magdalena Medio antioqueño), conmocionó a los habitantes. El rumor corrió como el viento en ese tranquilo y pequeño municipio de 16.000 habitantes, donde los niños juegan bajo el sol y las personas conversan en las aceras, mientras que los pescadores pasan reunidos en el muelle, al lado de coloridas lanchas apiladas a la orilla del río Magdalena.

La madre no aguantó más y salió con su hijo de 12 años a buscarlo, dejando al bebé con una hermana vecina

Los hermanos se enteraron tres días antes de su muerte de que estaba recibiendo amenazas, pero él las había ocultado. Ocho meses después de su muerte, la familia dice tener indicios de que estaba siendo extorsionado por paramilitares desmovilizados que lea querían sacar provecho a sus actividades de emprendimiento.
Todos los conocían como ‘Benito’, el nombre de su padre, pero pocos sabían que se llamaba Luis Edilson Arango. Desde que llegó allí, en 1998, desplazado por el conflicto de su natal Argelia (oriente del departamento), se destacó por ser un emprendedor y buscar que el desarrollo llevara bienestar y oportunidades a la comunidad.
Cuando arribó a la región, Luis Edilson empezó a hacer quesillo, uno de los productos más comunes de la zona. Al tiempo que su negocio crecía, les enseñaba a otras personas la receta para que tuvieran un medio de subsistencia en este municipio silencioso y soleado, de calles planas y bañado por los ríos Nare y Magdalena.
Si bien era reconocido por sus proyectos de emprendimiento, su actividad comercial y por participar en la construcción de una política pública de empleo, en la cual estuvieron la alcaldía, las juntas de acción comunal y otras instituciones, Júber Martínez, personero local también desplazado del oriente antioqueño, no tenía muy claro que Arango fuera un líder social; solo cuando recibió llamadas de Naciones Unidas y del Ministerio del Interior en busca de respuestas sobre esa muerte.
Su imagen, piensa el personero, resaltaba en Puerto Nare porque allí la participación es poca. Solo hay dos organizaciones de mujeres, una de pescadores y las de padres de familia en los colegios. “No sé si la baja participación se deba a apatía o a la violencia que vivió el municipio por causa de los paramilitares hasta 2005, época en la que el sindicalismo fue muy perseguido”, afirma el funcionario.
Sin embargo, su familia asegura que fue un líder que luchaba para su bienestar y el de los demás. La quesera no fue la única forma que encontró para dar empleo. Luego sacó adelante una empresa de suministros de materiales de construcción y mejoramiento de vías.
Pero su capacidad era limitada para abrir opciones de trabajo. Por eso movilizó a muchas personas para exigir a Ecopetrol, que tiene campos en la zona, contratar mano de obra local. Fueron unos seis paros los que realizaron, según su hermano Wílmar de Jesús. En ese proceso crearon una veeduría ciudadana y lograron que la compañía les abriera sus puertas a trabajadores del municipio.
Con la idea del progreso en mente, Luis Edilson empezó a soñar con el turismo como motor del desarrollo. Decía que el petróleo se acabaría algún día, por lo que era necesario preservar la naturaleza y convertirla en una oportunidad. El sueño se materializó cuando compró un terreno dotado con una cascada y belleza ecológica al otro lado del río Magdalena, a 20 minutos del casco urbano. Él y su familia construyeron tres cabañas, se fueron a vivir al lugar y empezaron a promover la visita de turistas. La idea era generar más empleo con la creación del Parque Ecoturístico La Zoná, el legado que le dejó a su familia.
Edilson Arango Gallego.

Edilson Arango Gallego.

Foto:Guillermo Ossa / EL TIEMPO

“Hace más o menos tres años, él decidió entrar a la JAC de Canteras, y una de las cosas que más quería era que abrieran una carretera abandonada que estaba en un terreno de Argos, porque era la forma más fácil de llegar hasta La Zoná, al igual que podía beneficiar a las personas que movilizaban su leche por allí, que iban a la escuela o que se dirigían al casco urbano”, dice su hija. La vía solo estuvo abierta un año, pues luego la empresa la cerró de nuevo.
Pero eso no detuvo a Luis Edilson en su idea de generar un beneficio para todos con el desarrollo de la región. En vista de que Celsia tiene el proyecto de una represa, logró que escucharan su plan de construir un teleférico que pasara por cuatro municipios a lo largo del río Nare: Puerto Nare, San Luis, San Carlos y Caracolí. Esa era la forma de resarcir el impacto ambiental de la represa, relata Benito Arango, el padre. Sin embargo, ese sueño solo quedó plasmado en una maqueta que Luis Edilson le ayudó a hacer a su hijo para una feria de ciencia en el colegio.
Tras ocho meses de ocurrido, este crimen sigue siendo un misterio para muchos, en un municipio en el que según la Policía no hay presencia de grupos armados ilegales ni de minería ilegal ni cultivos ilícitos. La tasa de homicidios es baja: en el transcurso de este 2018 se ha registrado un caso, confirmó el intendente Camilo Saavedra, subcomandante de la estación de policía de Puerto Nare.
Sin embargo, la violencia sí llegó al hogar de los Arango. Los dictámenes de Medicina Legal indicaron que su asesinato fue a eso de las 8 o 9 p. m. del primero de agosto de 2017, y fuentes de la Fiscalía explican que el caso está en indagación preliminar, pero no lograron confirmarle a EL TIEMPO en cuál seccional se encuentra el expediente.
Por ahora, la familia espera que la justicia pueda determinar quienes son los responsables de la muerte de una de las pocas personas que alzaron su voz para mejorar la calidad de vida de los habitantes de Puerto Nare.

¿Dónde está el caso?

La Unidad para las Víctimas confirmó que en mayo del 2014, Luis Edilson Arango Gallego fue incluido en el registro único de víctimas por desplazamiento. Tras su homicidio, luego de la declaración de los familiares, también fue reconocido como víctima del conflicto. La seccional de la Fiscalía en Puerto Nare le dijo a EL TIEMPO extraoficialmente que el caso fue remitido a la seccional de Puerto Triunfo. Sin embargo, fuentes de la dirección del Magdalena Medio dijeron que el expediente fue enviado a Bogotá. Allí indicaron que no lo han recibido, pero que va en etapa de indagación preliminar.
Heidi Tamayo Ortíz
Twitter: @HeidiTamayo
Corresponsal de EL TIEMPO 
Juan Rodriguez
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