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Iglesia insistió en el perdón como camino para la paz

Miles de feligreses salieron a las calles de Medellín a participar del víacrucis.

Miles de feligreses salieron a las calles de Medellín a participar del víacrucis.

Foto:Guillermo Ossa / EL TIEMPO

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Obispos y arzobispos de Colombia pidieron a sus fieles que se comprometan para superar la violencia.

Un llamado enfático para que los colombianos perdonen y se reconcilien, principalmente en la coyuntura política en la que se encuentra el país, hizo, el viernes, la Iglesia católica durante el Viernes Santo, el día más importante de Semana Santa y cuando se conmemora la crucifixión de Jesucristo.
Durante sus intervenciones en sus distintas diócesis y arquidiócesis, la mayoría de los arzobispos colombianos aterrizaron sus discursos a las necesidades particulares de sus comunidades, durante el denominado sermón de las siete palabras, que recuerda los últimos momentos de vida del mesías cristiano.
Monseñor Darío de Jesús Monsalve, arzobispo de Cali, hizo énfasis en la sexta palabra de Jesús (‘todo está cumplido’), quien, instantes antes de expirar, “denunció la violencia que no se detiene, que consume vidas, destruye convivencias, rompe vínculos, somete a la impotencia hasta aniquilar a quien el violento considera su rival, su enemigo, su amenaza o estorbo a sus pretensiones”.
“Tenemos que salir de la violencia y liberarnos de ella. No podemos seguir atados a ese monstruo de matanza entre los hombres, como lo llamaba alguien. Esta es la hora, esta es quizás y no otra, en la que necesitamos construir entre las mayorías la reconciliación nacional, la fuerza de la paz, la verdad”, aseguró Monsalve.
El religioso también pidió que, en nombre de la posverdad, no se siga justificando ningún tipo de violencia, “ni siquiera la llamada violencia de respuesta, es decir, aquella que se justifica como respuesta a una afrenta recibida y calificada de violenta; esa fuerza es legítima del Estado”.
Por su parte, monseñor Óscar Urbina, arzobispo de Villavicencio y presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana, aseveró que “el perdón es una acción radical que nace en nuestro corazón humano. Cristo muerto y resucitado hace posible el perdón y el perdón es una fuerza trasformadora que libera, sana y constituye un horizonte de sociedad nueva”.

Esta es la hora, esta es quizás y no otra, en la que necesitamos construir entre las mayorías la reconciliación nacional, la fuerza de la paz, la verdad

El arzobispo de Medellín, monseñor Ricardo Tobón Restrepo, reflexionó sobre la primera palabra de Jesús (‘Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen’) e invitó a los ciudadanos al perdón y la reconciliación.
“En medio del suplicio, Jesús dice unas palabras que nadie esperaba y que todavía hoy nos sorprenden”, dijo monseñor, quien pidió a los feligreses que el gesto del perdón permita cambiar la agresividad y el resentimiento a la hora de actuar.
“Tenemos que aprender a perdonar o, de lo contrario, seguiremos viendo cómo en Colombia la violencia se mimetiza, se adapta, se especializa. Sin un proceso de reconciliación nadie podrá parar las fieras inteligentes que logramos ser. Podemos pasar de tener grupos armados a ser toda una sociedad que asume la violencia como forma de resolver sus problemas, que pelea en el hogar, que maltrata en el trabajo, que tiene miedo de los otros en las calles”, meditó el arzobispo.
Monseñor Pablo Salas Anteliz, arzobispo de Barranquilla, aprovechó el sermón de las siete palabras para requerir protección hacia a las mujeres, representadas en la Biblia por la Virgen María.
“Alcemos nuestra voz frente a la sistemática, espantosa y dolorosa violencia contra la mujer en este país, que se ejerce contra nuestras mamás, contras la mujeres en todos los ámbitos de nuestra sociedad, dentro de nuestras familias”, expresó el prelado.
“No ha bastado esta violencia sistemática, que por 50 años ha herido a nuestras familias, al corazón de nuestras madres, y todavía pareciera que la violencia no hubiese sido suficiente. Nuestras mujeres siguen siendo violentadas de una forma cruel e injusta”, agregó.
NACIÓN Y VIDA

‘Una vergüenza el mundo que les queda a los jóvenes’*

Vergüenza, arrepentimiento y esperanza. Esos fueron los tres ejes del mensaje que el papa Francisco dio durante la oración que pronunció en el viacrucis de Viernes Santo.
“Vergüenza porque nuestras generaciones están dejando a los jóvenes un mundo fracturado por las divisiones y las guerras. Un mundo devorado por el egoísmo, donde los jóvenes, los débiles, los enfermos y los ancianos son marginados”, dijo el sumo pontífice ante unas 20.000 personas, quienes se reunieron en el coliseo Romano (Italia).
Y fue más allá. Francisco también aseguró que siente vergüenza por aquellos que se dejan manejar por el odio, el egoísmo y la arrogancia.
“Muchas personas, incluso algunos ministros de la Iglesia, se han dejado engañar por la ambición y la vanagloria, perdiendo su dignidad y su primer amor”, complementó.
Sobre el arrepentimiento, el Papa destacó que este nace de una certeza irrefutable: que solo Dios “puede salvar del mal” y curar a los hombres y mujeres “de la soberbia, la avidez, la venganza, la codicia y la idolatría”.
El último eje de su mensaje, la esperanza, lo utilizó para manifestar que la misión del cristiano sigue siendo fuente de inspiración para muchas personas y comunidades, pues, “a pesar de todos los intentos por desacreditarla, continúa siendo una luz que ilumina y alivia”. “Solo el bien puede derrotar al mal, solo el perdón puede abatir el rencor”, señaló.
Francisco no se olvidó de la labor de miles de misioneros alrededor del mundo y resaltó el trabajo que realizan por los que más necesitan.
“Muchos misioneros y misioneras continúan, aún hoy, retando a la adormecida conciencia de la humanidad, arriesgando la vida para servir a los pobres, a los descartados, a los inmigrantes, a los invisibles, a los abusados, a los famélicos y a los presos”, aseveró.
Por su parte, el predicador del Papa, el capuchino Raniero Cantalamessa, envío un mensaje a los jóvenes en el que los instó a “ir contracorriente y guiados por Cristo para salvar el amor humano de la deriva trágica de la posesión del otro, a menudo violenta y tiránica”.
El viacrucis en el coliseo Romano estuvo acompañado por una serie de meditaciones que escribieron 15 jóvenes entre los 16 y los 27 años, en los que se establecieron paralelismos entre el calvario de Cristo y situaciones cotidianas.
Una niña discapacitada, dos monjas que huyeron de los yihadistas en Irak y Riad y Sargi, un dirigente sirio católico, fueron algunas de las personas que cargaron la cruz por las 14 estaciones del viacrucis.
“Representamos todo el sufrimiento de las familias de nuestro país”, dijo Sargi.
Con información de Efe y AFP
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