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Acuerdos de La Habana y Boyacá

Los acuerdos ya fueron firmados en la Habana. Ahora los colombianos podrán refrendar ese pacto.

Los acuerdos ya fueron firmados en la Habana. Ahora los colombianos podrán refrendar ese pacto.

Foto:Boyacá Sie7e Días

El gobernador, Carlos Amaya, escribe sobre las repercusiones de acuerdos de paz.

Redacción El Tiempo
Más allá de la obviedad que genera la finalización de una guerra: ¡Dejar de matarnos!, hay otros argumentos y proyecciones muy fuertes que se desprenden de los acuerdos firmados en La Habana entre el Gobierno Nacional y las Farc, las cuales para Boyacá serán de inmenso beneficio, al punto que en unos años cambiarán radicalmente la composición económica y social del departamento.
Aterricemos los acuerdos en Boyacá, que en su primer punto, están dirigidos a solucionar la grave problemática del campo.
El departamento ha venido sufriendo de un inmenso rezago en la cuestión agraria relacionado con problemas estructurales, los cuales han sido producto de políticas incorrectas o de abandono surgidas en el seno de los sucesivos gobiernos nacionales.
En 2011, en mi paso por el Congreso, mediante un proyecto de ley propuse el saneamiento de la titulación de forma administrativa y expedita. Hoy vemos cómo, en su punto 1.1.5, el acuerdo reza que la totalidad de los predios de Colombia que hoy tienen algún grado de afectación serán saneados, y en Boyacá hay por lo menos 380 mil en esta situación. ¿Qué significa esto? Que ese número de boyacenses por fin tendrán su escritura con ‘todas las de la ley’. Esto es un sueño hecho realidad: Serán por fin dueños de su tierra.
Igualmente, el acuerdo explica que aquellos propietarios que sean formalizados podrán recibir créditos o subsidios, según sea el caso, para compra de más terreno o para proyectos productivos.
Con respecto a los pequeños productores, la Nación se verá obligada a transferir recursos a los municipios para llevar a cabo exención de impuestos prediales por determinado tiempo.
Otro de los caminos que tomará Colombia con la aprobación de la paz es la superación de la pobreza extrema. En los próximos 10 años, el Estado enfocará sus esfuerzos en acabarla, lo que significará que por lo menos 120 mil habitantes de nuestro hermoso departamento saldrán de esta situación. Eso es paz, y de eso tratan los acuerdos para Boyacá.
Para ir más allá, lo acordado en La Habana se refiere a que, en adelante, las obras que ejecute el Gobierno Nacional en diferentes territorios se tendrán que llevar a cabo con mano de obra local y serán concertadas con las comunidades.
La Nación estará obligada a crear un Plan Nacional de Vías Terciarias, que propenderá por adecuar los carreteables por los que los campesinos sacan sus productos. En Boyacá tenemos más de 5 mil kilómetros de este tipo de vías, los cuales son muy difíciles de adecuar en su totalidad sin un programa ambicioso como el plasmado.
Ahora bien, un tema que afecta a los productores de Boyacá, y que motivó en gran medida el paro agrario del 2013, fue la intermediación de productos, pagados a muy bajo costo a los campesinos, y revendidos en las ciudades a precios elevadísimos. El acuerdo contempla la creación del Plan Nacional para la Promoción de la Comercialización de la Producción de la Economía Campesina, Familiar y Comunitaria, que propende por reducir la intermediación, mejorando los precios para el productor y para el comprador final. ¿Cuántos boyacenses se verían beneficiados con este punto? ¡Muchos!
Los beneficios que tendrá Boyacá con la implementación de los acuerdos son numerosos y no caben en estas líneas. ¿Algún boyacense sensato puede decirle no a que estos cambios sucedan?
Nuestro campo no es de izquierda ni de derecha, ni santista ni uribista. Nuestro campo no merece venganzas ni evocaciones del pasado; nuestro campo y nuestros campesinos solo merecen un mejor futuro, muy distante a ese eterno y doloroso presente al que lo hemos condenado durante décadas.
Carlos Amaya
Gobernador de Boyacá
Redacción El Tiempo
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