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Medellín

¿Qué ha dejado el código de Policía en Medellín?

Consumir bebidas alcohólicas en el espacio público es la infracción más común en Medellín del código de Policía.

Consumir bebidas alcohólicas en el espacio público es la infracción más común en Medellín del código de Policía.

Foto:Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Hay disminución de homicidios por intolerancia. Preocupa el irrespeto a la autoridad policial.

Las personas que hacen fila para ingresar al estadio Atanasio Girardot, de Medellín, para ver un partido de fútbol o un concierto, ya no ven esa nube de humo que provocaban los fumadores de marihuana, tampoco personas portando armas blancas ni constantes riñas.
Así lo aseguró la subintendente de la Policía Metropolitana, Tatiana Acevedo, quien detalló que ese avance se debe a la implementación del Código Nacional de Policía y Convivencia que empezó a regir este año y que se divide en dos partes: la sanción pedagógica (1° de enero y el 31 de julio) y el comparendo económico (1° de agosto -vigente).
En lo que coincidió Juan Esteban Montoya, un joven que visita el estadio constantemente para ver los partidos del Atlético Nacional. “No sé si es por las cámaras de seguridad o por el código, pero lo cierto es que las riñas, la droga y las armas dentro y en los alrededores del Atanasio, disminuyeron, ya uno va más tranquilo a ver fútbol”, añadió.
En 10 meses, en Medellín se han registrado 11.182 comparendos (6.085 pedagógicos y 5.097 económicos). Paralelo a eso, en la ciudad hay reducción de homicidios por convivencia en un 3 por ciento; este año van 71 casos frente a 69 en el periodo anterior; así como 50.192 denuncias de lesiones personales, 550 menos que las registradas el 2016.
“La implementación del código ha sido efectiva para la convivencia, eso hace que recuperemos espacios públicos como escenarios deportivos, culturales y parques para que la gente vuelva a disfrutarlos en familia, para que no sean sitios de inseguridad ni desorden”, aseguró Acevedo.
Esa reducción de delitos también se refleja en el valle de Aburrá, donde van 15.354 comparendos, entre pedagógicos y económicos. En la región hay una disminución del consumo de marihuana en un 84 por ciento y del bazuco en un 28 por ciento, de acuerdo con la Policía Metropolitana.
La experta precisó que el código se creó para mantener la convivencia y controlar el día a día de los ciudadanos. “No podemos decir que la norma servirá para reducir el tráfico de cocaína o el sicariato, estos son delitos muy grandes que no se dan en la convivencia ciudadana, pero reducir el consumo de drogas y las agresiones personales, ayuda a recuperar a la sociedad, a que las personas caminen tranquilas por las vías”, afirmó la uniformada.
La función de la norma es apagar los focos de violencia, cuando se desatan riñas que pueden acabar en homicidio. Es en ese momento, cuando los policías entran a mediar la situación y a dialogar con los infractores. “Nosotros tratamos de apagar ese foco de violencia. Invitamos a los agresores a que se calmen, sino lo hacen, les ponemos el comparendo, igualmente, se multa cuando a la persona se le llamó la atención antes, pero incurrió en mala conducta”, advirtió.
El código de Policía no se actualizaba hacía casi 50 años, por lo que en ese tiempo aumentaron los problemas de convivencia, no hubo quién regulara los comportamientos ni controlara los excesos de consumo de drogas y de alcohol en la vía pública, así como el alto volumen de la música en el espacio público.

No podemos decir que la norma servirá para reducir el tráfico de cocaína o el sicariato, estos son delitos muy grandes que no se dan en la convivencia ciudadana

El personero de Medellín, Guillermo Durán, contó que el código que teníamos era de 1970, lo que generó que por muchos años las personas solucionaran los problemas con mucha violencia, de hecho, un accidente de tránsito se solucionaba con riñas, heridos o muertos y, para el representante del Ministerio Público, en ese sentido, faltan herramientas para que los ciudadanos resuelvan los problemas de forma pacífica.
Durán dijo que por muchos años, las autoridades ocultaron los homicidios por intolerancia y solo visibilizaron los de enfrentamientos entre combos. Por ello, confía en que el nuevo código ayude a la reducción de delitos y a la intolerancia.
La asesora contó que la actualización de la norma buscó adecuarla a las necesidades de las personas, a los problemas sociales y a los cambios de las ciudades. “Si bien es cierto que hace 47 años no teníamos un código exigente, tampoco había metro, metroplús ni celulares, cuando eso se desarrolló, evolucionó mucho la conducta social, entonces tenemos que volver al régimen de respetarnos entre nosotros mismos, a poder vivir en sociedad sin afectar los derechos de los demás”, añadió.
Max Yuri Gil, sociólogo y experto en violencia urbana, aseguró que el país necesitaba una actualización de la norma porque hay un problema de violencia originada en prácticas que no facilitan la convivencia, como la disposición de basuras y el alto volumen de la música en el espacio público.
Sin embargo, el experto dijo que el código necesita una acción muy fuerte e importante en educación de cultura ciudadana, pero que eso no se ve con fuerza. “El código tiene un problema, opera donde las autoridades tienen permanencia, eso se reduce a sectores muy específicos, pero en las periferias de la ciudad las autoridades no cumplen esa función reguladora, no hay una norma”, advirtió Gil.
El experto afirmó que lo mismo pasa en el consumo de drogas en el espacio público, porque se centra en sitios muy concretos como en Carlos E. Restrepo, El Poblado y Laureles, pero en los barrios populares no hay un verdadero control.
Además, el sociólogo aseguró que el enfoque de la nueva norma es basada en el castigo y en el control, más que en el autocontrol ciudadano, y que la transformación cultural necesita de al menos dos generaciones.
El irrespeto a la autoridad es otra de las cosas que replantea el experto. Justamente, esta es la tercera norma que más se viola del código en Medellín. “En parte, ese irrespeto se debe a la desconfianza, al abuso de autoridad, al maltrato al que la Policía somete a los jóvenes y a la corrupción”, concluyó.
Deicy Johana Pareja M.
Redactora de EL TIEMPO
En Twitter: @Johapareja 
MEDELLÍN
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