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Medellín

'Las drogas abren la puerta al infierno de la calle'

En el Centro Día 1, los habitantes de calle pueden acceder a servicios básicos, como baño, recreación y alimentación.

En el Centro Día 1, los habitantes de calle pueden acceder a servicios básicos, como baño, recreación y alimentación.

Foto:Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Diego León cuenta cómo la adicción a las drogas le ha impedido dejar las calles.

Juliana Mateus
A sus 51 años, recuerda muy bien qué lo impulsó a tirarse al abismo de las calles y quedarse en ellas para siempre. El primer paso lo dio cuando era apenas un niño de 13 años, movido por la rebeldía frente a un Estado que él consideraba corrupto y que lo obligaba a vivir sumido en la pobreza, con una madre que crió sola a ocho hijos.
“Yo nací en un hogar sin padre, con una madre de mucha talla. Pero, era una época en la que no había tantas oportunidades. Tanta desigualdad me volvió muy rebelde y ahí fue cuando me tiré a la calle”, relató Diego León, desde el conocido Centro Día 1, ubicado en el sector de la Minorista, en el centro de Medellín.
Este es uno de los lugares destinados por la Alcaldía para acoger a los habitantes de calle que quieran acceder a servicios básicos. Muchos logran quedarse y culminan con éxito el proceso de resocialización. Allí, Diego León y otros habitantes de calle tienen la posibilidad de comer, bañarse, dormir, ver televisión, conversar y hasta jugar fútbol.
Sin embargo, Diego aún no se queda. Sigue alternando el Centro Día con su vida en las calles de la ciudad. No ha podido salir del que se convirtió en su mayor enemigo cuando dio ese primer paso, hace ya casi cuatro décadas: el consumo de drogas, el verdadero motivo por el cual se mantiene de un lado a otro, durmiendo a la intemperie, sin importar si quema el sol o el frío llega a los huesos.
Él mismo es consciente que desde que probó el bazuco por primera vez empezó a transitar un camino hacia el infierno. “En las calles la droga es muy fácil de conseguir. Anteriormente, el consumo era muy normal, las plazas de vicio muy libres, el vicioso muy maltratado, pero el jíbaro muy protegido”, aseguró.
Y su madre se enteró muy tarde, tan ocupada como vivía trabajando para llevarles a sus hijos un plato de comida. Se dio cuenta cuando ya Diego estaba perdido en el mundo de la drogadicción y no tuvo otra opción, dijo él, que elegir proteger a sus demás hijos, pues la lucha contra el bazuco era casi imposible.
Desde entonces, se quedó en las calles y ahí empezó a vivir en medio de la miseria, el robo, la violencia. Una desgracia que se labró debido a las drogas, contó, y aseguró que nunca le ha robado a su familia para comprarlas, pese a que su adicción lo hace vivir en constante ansiedad y se enferma cuando ha pasado mucho tiempo sin tenerlas.
“La ‘bazuca’ es algo que yo detesto pero la consumo. Si no, me da diarrea, vómito, hasta de mi santa madre me olvido”, dijo.
Después de las drogas, explicó Diego León, en las calles también es fácil ingresar a la delincuencia. La primera vez que fue enviado a la cárcel fue porque un policía lo cargó con 100 bazucos, aseguró.
“Me condenaron muy joven, pero yo no era mañoso, no me consideraba un perjuicio para la sociedad, era drogadicto, pero no cometía delitos. En la cárcel aprendí cómo se extorsiona, se comete un homicidio o cómo se secuestra, allá profesionalizan a los delincuentes”, sostuvo.
Diego León seguirá en las calles movido por el consumo de drogas. Sabe muy bien que su familia lo quiere y algunas de sus hermanas y su madre lo visitan en los lugares en los que saben que lo pueden encontrar. Ese amor debería impulsarlo, pero no es capaz de dejar el bazuco, pese a que está seguro de que el día que lo logre podrá volver a vivir con sus seres más queridos.

Medellín supera el promedio nacional

Medellín, el área metropolitana y Antioquia tienen consumos de drogas ilícitas superiores al resto del país. Así lo determinó el Ministerio de Justicia, en su reporte más reciente sobre el tema.
Actualmente, hay unas 20.000 personas en riesgo por la drogadicción en la ciudad, a las que se suman unos 3.500 habitantes de calle que consumen algún tipo de sustancia psicoactiva.
Para el caso del consumo de heroína, indica el estudio, Medellín ocupa el primer lugar, con 3.548 personas que se inyectan esta sustancia, seguida de Cali, con 3.501, y de Pereira, con 2.442.
Por ello, en el Plan Nacional de Respuesta al Consumo de Heroína y otras Drogas por Vía Inyectada, liderado por el Gobierno Nacional, se priorizan acciones en Medellín, así como en Bogotá, Pereira, Dosquebradas, Cúcuta, Cali, Armenia y Santander de Quilichao.
Con las acciones, se busca reducir los riesgos y mitigar los daños del consumo de drogas por vía inyectada, que contribuyen al aumento del contagio de VIH, hepatitis B y C, así como otras enfermedades infecciosas entre esta población, puntualizó el Ministerio de Justicia en su informe, que fue entregado en enero de este año.

Atención a adictos se duplica en Carisma

Para contrarrestar la problemática de las adicciones a diferentes sustancias psicoactivas, ayer se presentó el Comité Departamental de Prevención en Drogas de Antioquia, mediante el cual, un grupo de profesionales adelantará acciones de prevención del consumo en los 125 municipios del departamento.
La primera reunión del Comité será el próximo 14 de marzo.
La Secretaría Seccional de Salud y Protección Social de Antioquia, transfirió los recursos iniciales por 681 millones de pesos a la ESE Hospital Carisma, entidad que atiende a personas con problemas de drogadicción, para que adelante dichas acciones.
ESE Hospital Carisma

ESE Hospital Carisma

Foto:

Adicional a ello, Carisma inauguró esta semana su nueva sede, ubicada en el sector Calasanz, cerca de la estación Floresta del metro. En ella, brinda servicios ambulatorios y de consulta externa y su habilitación permitió duplicar la capacidad de atención de las personas con problemas de adicción.
En lo que lleva de funcionamiento, desde el pasado 13 de febrero, ha atendido a 225 pacientes en el programa de mantenimiento con metadona, el cual busca estabilizar a las personas dependientes de opiáceos para que puedan mejorar su estilo de vida. De los 225, hay 20 en cuidados paliativos, por consumo de morfina y tramadol.
Asimismo, se atienden 900 personas en consulta externa, cada mes. Por su lado, en la sede principal, ubicada en el barrio Belencito, hay 69 pacientes en hospitalización total y 27 en hospitalización parcial, es decir, de 7:00 de la mañana a 5:00 de la tarde, durante 30 días.
“Uno de los problemas que más aqueja hoy a Antioquia son las conductas adictivas, vamos a desarrollar una estrategia de promoción y prevención, atención, diagnóstico y rehabilitación”, indicó Carlos Mario Rivera, gerente de la entidad.
Al respecto, el gobernador de Antioquia, Luis Pérez, sostuvo que la idea es que además de atender a los pacientes con problemas de drogadicción, Carisma sea una especie de universidad, que adelante programas de prevención.
El año pasado, Carisma atendió a 1.250 personas en el modelo de hospitalización y a 7.600 ambulatoriamente.
Heidi Tamayo Ortiz
Redactora de EL TIEMPO
@HeidiTamayo
Juliana Mateus
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