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Medellín

Choko, el perro antinarcóticos que lleva 100 capturas en Medellín

Todos los días, Choko y William trabajan en el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín, en las autopistas, el Estadio Atanasio Girardot  o en el centro de Medellín.

Todos los días, Choko y William trabajan en el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín, en las autopistas, el Estadio Atanasio Girardot o en el centro de Medellín.

Foto:Guillermo Ossa

El canino y su guía han incautado unos 5.000 kilos de marihuana y 1.500 de cocaína.

Ser el mejor canino antinarcóticos del país le ha traído a Choko -un labrador retriever de seis años- desde amenazas, un precio a su cabeza, hasta golpes durante su labor. 
El olfato del perro nunca falla. Su amo, el intendente Willian Yovanny Marín, confía 100 por ciento en él, tanto que lo premia con una pelota antes de verificar.
Choko pesa 40 kilos y su color chocolate contrasta con el chaleco verde fluorescente que lleva puesto. A donde sea que vaya, no pasa desapercibido.
Todos los días, él y William trabajan en el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín, en las autopistas, el estadio Atanasio Girardot o en el centro de Medellín.
En seis años, el canino y su guía han logrado 100 capturas, han incautado unos 5.000 kilos de marihuana y 1.500 de cocaína, eso sin contar la heroína y las drogas sintéticas, porque el uniformado perdió la cuenta.
Por esos resultados, el perro es reconocido por la Policía como uno de los mejores caninos antinarcóticos del país y se convirtió en una pieza clave para la lucha contra el microtráfico.
Un día de trabajo de Choko empieza a las 7:00 a.m., cuando el intendente llega a la Estación de Policía de Castilla, donde viven otros 55 perros antinarcóticos y antiexplosivos.
El guía de Choko, el intendente Willian Yovanny Marín, confía 100 por ciento en él. Guillermo Ossa / EL TIEMPO

El guía de Choko, el intendente Willian Yovanny Marín, confía 100 por ciento en él. Guillermo Ossa / EL TIEMPO

Foto:

Antes de que William llegue en su moto, el labrador ya lo está esperando en la puerta. En cuanto lo ve, mueve su cola y corre tras él hasta que estacione.
William carga un cepillo en el bolso, y Choko lo sabe, se sienta para que lo pase por su pelaje. “Él no sale a trabajar sin peinarse, si a mí se me olvida, él no cambia su posición hasta que lo haga”, señala.
La patrulla pasa por ellos y otros dos uniformados para llevarlos directo a la autopista Medellín–Bogotá, estacionan en el kilómetro 3+ 600, donde montan un puesto de control.
Los policías detienen un bus que va para Rionegro, entonces el perro entra al vehículo, olfatea todos los puestos y camina hasta el fondo. Para en la última silla, donde va sentado un anciano, quien mira al uniformado y niega que lleva consigo droga.
Antes de que el intendente lo baje del vehículo para requisarlo, Choko ya tiene su premio en el hocico. El hombre llevaba un cigarrillo de marihuana, no amerita captura porque es solo su dosis personal.
Entonces ellos continúan su trabajo en busca de un golpe fuerte. El policía detiene otro vehículo y esta vez el labrador entra y sale en segundos, eso pasa cuando no hay nada.
En el siguiente bus, el perro identifica a un niño de 12 años, el policía lo requisa y le descubre un cigarrillo de marihuana.
Es un día sencillo. Son las 11:00 a.m. y ya han parado once buses, dos motos y un particular. Van cero capturas, pero once dosis personales incautadas.
Cada que los policías detienen un bus, el perro entra al vehículo, olfatea todos los puestos y camina hasta el fondo en busca de droga. Guillermo Ossa / EL TIEMPO

Cada que los policías detienen un bus, el perro entra al vehículo, olfatea todos los puestos y camina hasta el fondo en busca de droga. Guillermo Ossa / EL TIEMPO

Foto:

En un día normal, detienen 50 buses y descuben unos 300 gramos de marihuana. “Muchas veces cuando la gente ve que el perro se acerca, creen que los va a morder y nos entregan lo ilegal que tienen”, cuenta William.
Este labrador ha estado en los operativos más importantes de Medellín para ir tras las plazas de vicio. Entre ellos, ‘Hora Cero’, realizado en marzo de 2013 en Barbacoas, en el centro de la ciudad, donde se intervinieron 117 locales comerciales, de los cuales 16 quedaron en procesos de extinción de dominio porque se comercilizaba droga.
El año pasado, acompañó a la Sijín en una labor en el centro y con su olfato halló 2.000 dosis de cocaína y 800 cigarrillos de marihuana en un hotel. En la misma época, ayudó con la captura de un ecuatoriano, quien llevaba en su poder 200 pastillas de éxtasis, que pretendía sacar de la Terminal del Norte.
Otro de los golpes que la Policía destaca se registró en Aranjuez, donde uniformados incautaron unas cuatro toneladas de marihuana y capturaron a 19 personas.
“Por su alta operatividad, Choko está amenazado en Barbacoas. Daban a los habitantes de calle dos millones de pesos por su cabeza y en el oriente de Medellín, los dueños de las plazas de vicio ofrecían tres millones para quien lo envenenara”, precisa el guía.
Cada que hay partido de fútbol en el Estadio Atanasio Girardot, Choko camina entre la multitud en busca de un hincha con droga y no se quita del lado de esa persona hasta que llegue un policía de su grupo.
“Por ello, cuando estamos en la calle, si alguien lleva puesta una camisa de futbol, él sabe que es un objetivo y se le pega. Una vez, cuando estaba más pequeño, hizo eso y un hincha me lo encendió a patadas”, recuerda.
El labrador no solo es el mejor compañero de William, también su mejor amigo. Choko sabe cuándo su guía está enfermo y triste, sabe cómo buscarle juego y sacarle una sonrisa.
Choko le encontró droga a un niño que viajaba en un bus con su hermano. Guillermo Ossa / EL TIEMPO

Choko le encontró droga a un niño que viajaba en un bus con su hermano. Guillermo Ossa / EL TIEMPO

Foto:

Cuando su amo se va de vacaciones, el perro entra en depresión y se arranca el pelo, no quiere trabajar ni da los mismos resultados. Por eso William, cuando descansa no deja de visitarlo.
El día termina y William lleva a Choko a su casa, un cuarto que mide 10 metros cuadrados, contiguo al de los demás perros. El animal se levanta para abrazarlo y no se quita de su reja hasta que lo pierde de vista. 
DEICY JOHANA PAREJA M.
Redactora de EL TIEMPO
MEDELLÍN
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