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Medellín

Esta es la esencia de las tertulias que sobreviven en Medellín

Ricardo Aricapa, escritor y periodista, en la nueva tertulia literaria que empezó ayer en el corredor de Ayacuch

Ricardo Aricapa, escritor y periodista, en la nueva tertulia literaria que empezó ayer en el corredor de Ayacuch

Foto:Jaiver Nieto

Los espacios literarios son para escuchar y conversar, los verbos olvidados en estos tiempos.

Redacción El Tiempo
Las tertulias son para disfrutar de los verbos olvidados por la era digital: escuchar, conversar y compartir. También para hablar de libros, cine, teatro, política, viajes, ciudad y ¿por qué no? de gastronomía.
Eso pese a que la mayoría de las personas viven conectadas a sus Smartphones y tabletas, ignorando su alrededor para ocuparse de un mundo, tal vez irreal, que está al otro lado de su pantalla.
En la ciudad todavía hay espacios para conversaciones sobre libros y escritura. Uno de ellos es la casa del cronista paisa Ricardo Aricapa, que hace cinco años, una vez al mes, se reúne con sus amigos para leer. Asisten escritores, cineastas, fotógrafos, filósofos, historiadores, periodistas y estudiantes de periodismo.
Básicamente se lee lo que cada uno ha escrito: novelas empezadas, cuentos terminados o crónicas recién publicadas. Los más jóvenes se arriesgan a narrar en voz alta sus textos ante experimentados escritores para que los destrocen con buena fe. Allí aprenden a escribir con tono y sencillez, también a hacer críticas constructivas.
La casa de Aricapa se convierte en una sala de lectura, dedicada, en ocasiones, a una obra literaria, a poemas, a un autor, o simplemente es una conversación de experiencias de viajes y de anécdotas de vida.
Es un lugar para el vino, para desconectarse de la realidad, pero con la realidad misma, donde también se conversa sobre temas de actualidad, ciudad y política.
Aricapa contó que la idea de la tertulia es amortiguar la invasión de los medios electrónicos y todas las posibilidades virtuales que ofrecen. De hecho, agregó, hay muchas personas cuyas relaciones sociales se reducen a eso: a sus actuaciones en las redes.
Pero el intercambio de palabras en vivo, cara a cara con la otra persona, tiene un valor distinto. Y a nosotros, los que asistimos a la tertulia, nos gusta es eso: conversar de cualquier cosa. A veces de lo que menos hablamos es de literatura, y a veces toda la charla es sobre literatura. Casi siempre hacemos lecturas o hay un recital de versos. Cantamos en ocasiones”, describió.
La experiencia es agradable y estimulante. Lo que se celebra es la amistad, primero que todo. La literatura viene después.
El filósofo y cineasta, Luis Fernando Calderón, uno de los asistentes, dijo que las tertulias permiten que varios amigos con afinidades se reúnan para lo que significa el arte de conversar, es el mejor ejercicio de recuperar la conversación amena, pero también deja la posibilidad de leer, de interpretar textos y de compartirlos con otros lectores.
“Es un espacio de la bohemia, se mezcla con un poco de etílico, lo que hace más expansiva la conversación. Una tertulia literaria es una especie de celebración de la palabra”, resaltó.
En esa reunión hay uno o varios anfitriones. Es un espacio agradable y educativo que, a la vez, se convierte en ejercicio de encuentro de talentos.
Calderón hace 30 años asiste a tertulias literarias. Recuerda las de Manuel Mejía Vallejo, lo que para él fue un ejercicio edificante en el que participaban escritores, pintores y fotógrafos. “Lo que siempre aparecía era la conversación, luego llegaron otras personas que alrededor de esas tertulias se convirtieron en escritores”, contó.
Sin embargo, explicó el cineasta, las tertulias han perdido fuerza y espacio.- Hoy la gente tiene menos tiempo para reunirse. Cada uno tiene una disculpa para no estar.
“La virtualidad está dando paso para que no nos reunamos ni nos encontremos, pero el espíritu de la tertulia es la interrupción, escuchar la voz del otro, ver su gestos y saber cómo lee, con qué entonación”, concluyó Calderón.

‘Las tres ranas’, una conversa sobre platos

En la violencia de los 80, en Medellín se dejaron de hacer amigos y reuniones, entonces nació como una resistencia espiritual la tertulia: ‘Las tres ranas’, en torno a la gastronomía.
El nombre fue un homenaje a Leonardo Da Vinci, quien tenía un restaurante en Florencia con otro pintor, Sandro Boticelli. Leonardo inventó utensilios de cocina y fue impulsor de la etiqueta como arte de la cocina, al igual que la nueva cocina.
En la tertulia se leen textos de escritores sobre gastronomía y cada sesión es con música del país o región de donde proviene la receta. La tertulia ayuda a descubrir nuevos platos y nuevos escritores y conversar alrededor de esos apetitosos ingredientes.
La reunión se realiza cada mes y de ella participan cinco parejas de novios, amigos y esposos que se rotan para ser anfitriones, llevan un invitado especial, un músico, un cineasta, un escritor o un poeta.
El cineasta y escritor, Luis Fernando Calderón, uno de los organizadores, contó que “se vuelve un ejercicio maravilloso, Son tertulias prolongadas, la comida hace parte fundamental de la conversación”.

‘El Club 10’ transforma a sus participantes

Las tertulias del pasado eran antidemocráticas. Pocos participantes decidían los temas, escritores y libros que abordarían. En cambio, en Club 10 todos deciden qué leer y de qué hablar.
Esta es una tertulia que hacen amigos que se rotan en sus casas para abrir un espacio para la conversa. Participan 16 personas de distintas profesiones, edades y perfiles. Tres son muy cultas, siete medianos lectores y el resto no tenía relación con la lectura, contó el escritor Alberto Morales.
“La práctica de leer libros y de seleccionarlos entre todos, nos transformó la vida a los participantes. Es sorprendente la pasión de la lectura que eso empezó a desencadenar, personas que hablaban con monosílabas y hoy hacen exposiciones amplias de lo que piensan del texto que estemos leyendo”, contó.
Morales agregó que antes eran personas godas, que hablaban sin fundamento, pero que ahora encuentran datos que lectores muy avezados no logran, “se volvieron distintos, progresistas, es muy interesante la transformación intelectual e ideológica que se protagoniza en esas lecturas”, agregó el escritor.

‘Lunes de Ciudad’ en la glorieta de la vida

Cada lunes, en la glorieta del teatro Pablo Tobón Uribe, en La Playa (centro), se reúnen muchas personas a conversar sobre la ciudad. Al ritmo de un café o de una cerveza se toman la palabra.
Se trata de la tertulia ‘Lunes de Ciudad’ que nació hace tres años y que durante dos horas expertos y asistentes, la mayoría jóvenes, hablan de temas actuales como movilidad, seguridad, obras de infraestructura, derechos humanos y paz.
Sergio Restrepo, director del teatro Pablo Tobón Uribe, contó que asisten personas de Medellín, el área metropolitana y el valle de San Nicolás.
Hay una mesa de expertos invitados que interactúan con las personas, entonces la conversación se vuelve amena y participativa.
“Siempre está la posibilidad del debate, es un café al aire libre, sacamos mesas a la calle, al frente del teatro, ese espacio lo llamamos la glorieta de la vida”, agregó el director.

Conversar en el corredor de Ayacucho

En el tradicional y colorido corredor de Ayacucho, por donde pasa el tranvía, nació ayer una nueva tertulia pública sobre la memoria de la ciudad, organizada por la empresa Metro. Será un miércoles cada 15 días en un bar o café de la zona.
El ejercicio, explicaron voceros del Metro, responde a la necesidad de conversar, una práctica tan simple pero que a veces se olvida por los afanes del día a día.
También para incentivar la visita de más personas al tradicional corredor y potenciar el comercio.
Guillermo Zuluaga, que organizó la primera versión, contó que las verdaderas tertulias tienen un centro de interés, otras son espontaneas, como las de amigos o colegas.
DEICY JOHANA PAREJA M.
Redactora de EL TIEMPO
Medellín
Redacción El Tiempo
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