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Medellín

La tensa calma con la que viven los que no abandonaron Puerto Valdivia

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Pese al estado de máxima alerta por la contingencia, varios se negaron a evacuar la zona de riesgo.

'Dios te Salve’. La frase escrita en letras doradas se alcanza a leer en la base de una virgen descascarada en la que sobre su manto celeste y blanco reposa su hijo. Al lado derecho del monumento, de aproximadamente 4 metros de altura, está el río Cauca, cuyo cauce es el único sonido que se escucha en la cercanía.
Al frente está el centro de salud, que quedó destruido tras la arremetida del río el pasado 12 de mayo. A su izquierda se visualiza una iglesia sin feligreses. Y detrás, una vivienda de tres pisos deshabitada.
¡Pilas que se vino el río! – gritó una voz
Acto seguido vinieron las carcajadas. Dos hombres y dos jóvenes salieron de una de las casas del sector oriental de Puerto Valdivia. Dijeron que esa es su manera de pasar el día, asustando a curiosos y periodistas que llegan a husmear, y a espantar a los ladrones que aprovechan la soledad y el abandono para saquear.

Debe ser que nací sin miedo, pero yo no me voy. No voy a dar ‘papaya’ para que vengan a robarnos todo

Uno se llama Raúl, el otro Enrique. Ese último aparenta actitud bonachona y hasta desafiante con la situación. “Debe ser que nací sin miedo, pero yo no me voy. No voy a dar ‘papaya’ para que vengan a robarnos todo. Eso le he dicho a la Policía y a los de la gestión del riesgo cuando me piden salir del barrio. Si se viene ese río pues subo al monte que es donde he estado cuando llueve y si el agua llega hasta allá pues subo más”, contó con tranquilidad.
Agregó que prefiere la tranquilidad que tiene Puerto Valdivia en este momento que los padecimientos que están pasando quienes están atiborrados en los albergues. “Tengo todo esto para mí, aunque no hay agua y a veces se va la luz. Pero sí sé que estoy mejor aquí que en un albergue”.

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–¿Entonces no le da miedo la muerte?–le preguntó una periodista.
Se mueren ustedes más fácil montados en ese carro con las vías como están. Nosotros aquí conocemos el río – contestó para luego soltar otra ruidosa carcajada
Raúl también sonrió, pero luego opinó que cualquier cosa es mejor que la angustia y la ansiedad de la situación aguas arriba, donde el cauce represado del Cauca amenaza con destruir Hidroituango y seguir con su furia hacia las poblaciones ribereñas.

Tengo todo esto para mí, aunque no hay agua y a veces se va la luz. Pero sí sé que estoy mejor aquí que en un albergue

“Yo prefiero que eso pase, que se venga ya ese río y después vemos cómo hacemos con lo que quede. Pero mi negocio está afectado y esto es insostenible”, dijo con seguridad. Algo que apoyó su amigo.
Y es que la monumental crecida del pasado sábado le ahogó a la mayoría de animales de granja que comercializaba. Le quedan menos de una docena de pollos del centenar que tenía, y solo dos marranos sobrevivieron a las aguas.
Contó lo angustiante que fue ver a sus animalitos intentando salvarse de la corriente y la impotencia de no poder ayudarlos a todos. Solo pudo ver cómo fueron arrastrados en medio del sonido de los porcinos.
Todo pasó en el nivel inferior de su vivienda al que llama el sótano, aunque no lo es. La madera en la que está construido aún está húmeda. Tuvo que empinarse para tocar con la mano hasta donde llegó el cauce, algo que jamás en 40 años había visto.
Tuvo miedo y lo reconoció. Por eso envió a su esposa a los albergues de Valdivia. Pero él no. Él seguirá allí cuidando que manos humanas no se lleven lo que la naturaleza le dejó.

El otro extremo del río

Al otro lado del río, en el sector Tapias, las desoladas calles comenzaron a tener un poco más de movimiento.
Mientras un puñado de personas intentaba desesperadamente llevarse sus pertenencias en caballos, motos o hasta echadas al hombro, en una pequeña vivienda de fachada color lila, Guillermo Antonio Puerta estaba viendo televisión. Había llegado tres horas atrás de uno de los albergues porque no aguantó lo que allí pasaba.
Aseguró que no le brindaron la atención adecuada, que había incomodidad y que fue tanta el hambre que prefirió devolverse a su hogar donde se preparó un pequeño pedazo de carne y un plato de arroz.

Tantos niñitos con hambre y necesidades en medio de ese aguacero…no fui capaz de soportarlo

No fue lo único. En medio de lágrimas, confesó que lo que en realidad no aguantó fueron los llantos de los niños y niñas haciendo eco en el coliseo. “Tantos niñitos con hambre y necesidades en medio de ese aguacero…no fui capaz de soportarlo”, contó limpiándose las lágrimas que le llegaron al bigote blanco.
Por eso prefiere quedarse en el pequeño espacio que es su hogar, un cuarto de paredes azules en el que apenas caben una pequeña cama de madera, una poceta que aún gotea, un horno de dos puestos y el televisor.
“La Policía ha venido pidiéndome que salga de la zona por el riesgo por la emergencia en Hidroituango. De pronto me devuelvo, pero es que no quiero volver a ver sufriendo a esos chiquitos. Esperemos que la situación esté mejor”, culminó.

Habilitan más albergues

La situación narrada por el señor Guillermo es lo mismo que denunciaron los líderes sociales de los cuatro albergues instalados en Valdivia.
Uno de esos es el coliseo, que en la mañana de este viernes, se colmó aún más cuando los líderes sociales reunieron a la población evacuada para incitar a una marcha de protesta.

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Demora en entrega de alimentos, largas filas para poder bañarse e ir a los servicios sanitarios, y falta de carpas y colchonetas, son las quejas de los más de 2.200 evacuados, que siguen llegando.
"Hay mucha gente que desde ayer (jueves) no ha comido, ni siquiera desayunado. Es que ya hay demasiadas personas y ya ni las carpas ni el espacio dan abasto. Y eso demora la atención y de ahí el desespero", contó Iván Andrés Mejía, líder social de Puerto Valdivia.

Nadie tenía previsto el desbordamiento del río y que tantas personas serían evacuadas, es que fueron 1.200 en una madrugada

Sin embargo, antes de comenzar la protesta, el alcalde de Valdivia, Jonás Henao, anunció que habilitarán tres albergues temporales más para reforzar los cinco que hay actualmente.
"Nadie tenía previsto el desbordamiento del río y que tantas personas serían evacuadas, es que fueron 1.200 en una madrugada. Pero aquí lo importante es que están a salvo y les vamos a brindar una buena atención. Las comidas sí las hay, y ya vamos a implementar la logística para mejorar la alimentación y el alojamiento ", dijo el mandatario.
Añadió que el flujo de personas que siguen llegando a la cabecera municipal sigue en aumento y ya no hay un censo real. Por ende, el tema de la alimentación es complejo porque no tienen los suficientes restaurantes para atender dicha demanda.

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"Vamos a organizarlos en grupos, para lo que nos ayudará Policía, ejército y entidades de gestión del riesgo y así ser más eficientes", dijo el alcalde.
Sobre la decisión, Mejía indicó que esperan que esto ayude a desaturar los albergues y mejorar las condiciones. Pues hay quienes han propuesto bloquear las vías en señal de protesta.
Sin embargo, resaltó la atención recibida en salud, pues no se han presentado emergencias.
David Alejandro Mercado
EL TIEMPO
MEDELLÍN
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