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Cali

El coloso del baloncesto que juega con una mano

Gustavo Villafañe, jugador de baloncesto de la selección Argentina

Gustavo Villafañe, jugador de baloncesto de la selección Argentina

Foto:Juan Pablo Rueda Bustamante / EL TIEMPO

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Gustavo Villafañe perdió las piernas y brazo, arrollado por un tren. 

Con solo un brazo y sin piernas, Gustavo Daniel Villafañe rompe el viento y se agiganta cuando recibe el balón de baloncesto. Su tiro es una sonrisa.
Es un defensa tenaz para evitar el lanzamiento de los contrarios y con su velocidad supera cualquier pronóstico. Viste la camiseta de la Selección Argentina que vino a la Copa América de baloncesto en silla de ruedas, en Cali.
Gustavo Daniel nacido en la capital Buenos Aires hace 39 años, es motor de su equipo con esa energía que atraviesa la cancha.
No tiene reparo en recordar lo que le pasó cuando tenía 9 años. Estaba lloviendo, intentó subir al tren que iba arrancando y cayó debajo cuando se le acabó el andén en la carrera.
No perdió el conocimiento y siente que vio todo cuando pasaban tres vagones. Perdió las dos piernas y el brazo izquierdo.
Gustavo, pese a su limitación, es un jugador que se distingue por su velocidad y sus tiros de larga distancia.

Gustavo, pese a su limitación, es un jugador que se distingue por su velocidad y sus tiros de larga distancia.

Foto:Juan Pablo Rueda Bustamante / EL TIEMPO

Tres días en coma

Después, en un hospital, estuvo tres días en coma. Despertó y se vio así, el que de niño quería ser un ninja.
En el colegio donde estudiaba, algunos padres les pidieron a las directivas que no lo dejaran volver para no traumatizar a sus hijos. Pero él volvió, les dijo a todos que estaría bien y los amigos le abrieron las puertas.
“No hay una fórmula para sobrevivir. Entendí que uno se hace cargo de lo que tiene o se encierra en casa”, reflexiona.
El deporte fue su esencia. Primero intentó en la natación, pero le agobiaba que permanecía solo. Entonces, cuando nadie lo esperaba, dijo que podía jugar baloncesto, porque era posible entrenar en grupo.
Confiesa que tuvo como un ejemplo a Robocop porque seguía adelante pese a todo.
Fue a los 16 años cuando llegó el baloncesto. A través de la Apebi (Asociación para Espina Bifida e Hidrocefalia) lo presentaron al profesor Maximiliano Mainardi, quien armaba un equipo, por esos días.
No fue sencillo el comienzo porque le decían que no era un deporte para su situación. Esa lumbre de ánimo no se apagó. Cada día era una sorpresa por sus progresos en el dominio de su silla y del balón.
Así no solo brilló en Argentina, sino que al lado de Joel Gabas, otro seleccionado de ese país, se fueron a jugar en profesional en España en 2016. Allá sintió que era un basquetbolista y no una persona con discapacidad como en otros sitios del mundo.
Del deporte, por eso, Gustavo Daniel dice que es fundamental en su vida, le ayudó a volver a nacer. “Se lo debo todo porque me ha dado tantos amigos, he conocido tantas ciudades y países del mundo. Me dio la puerta para llegar a aceptar mi discapacidad y llegar a tener independencia y libertad”, declara.
Desde los 16 años juega baloncesto, y quiere ser entrenador cuando termine su carrera como deportista profesional.

Desde los 16 años juega baloncesto, y quiere ser entrenador cuando termine su carrera como deportista profesional.

Foto:Juan Pablo Rueda Bustamante / EL TIEMPO

Se lo debo todo porque me ha dado tantos amigos, he conocido tantas ciudades y países del mundo.

Son logros que tienen su dosis de sacrificio como las ocho horas diarias de entrenamiento, incluidas más de 400 flexiones. Dice que le gusta la música heavi metal porque le anima en el juego.
Daniel Copa, compañero en la Selección Argentina, dice que “no se puede creer lo que hace Gustavo con una mano”.

Viajero de tren

Gustavo Daniel vive las contingencias de cualquier ciudadano en Argentina, sumadas a las del acceso a ciertos sitios.
A diario se monta, justamente, en tren o en los colectivos de su ciudad. Nada lo detiene para cumplir con sus metas.
Hoy, solo vive del balóncesto, al que está entregado en un ciento por ciento, Cuando termine su carrera quiere ser técnico de ese deporte. “Estoy haciendo lo que más me gusta, lo disfruto, mantengo contento”. Eso se ve reflejado en la cancha, porque se le nota el buen humor y entusiasmo, inclusive cuando está en juego, así vaya perdiendo.
Su buen humor, en todo momento, es una de las características que más lo distinguen dentro y fuera de la cancha.

Su buen humor, en todo momento, es una de las características que más lo distinguen dentro y fuera de la cancha.

Foto:Juan Pablo Rueda Bustamante / EL TIEMPO

Amor a la familia

Lo que menos le gusta de todo este mundo donde las luces lo reflejan en la cancha como alero de la Selección, es dejar su familia por las competencias. Es casado y tiene dos hijos. Trata de estar con ellos cada que tiene en ratos libres.
Enfundado desde 2009 en su camiseta número 8 de la Selección Argentina, en la cancha muestra como sus principales características la velocidad y el buen tiro del brazo derecho.
Al equipo que juega la Copa América en Cali lo dirige Mauro Varela, con jugadores como Adolfo Berdún, Franco Alessandrini, Copa y Villafañe. Comparte su pasión deportiva con sus compañeros, en especial, con Nicolás Valenzuela.
Ha participado en Suramericano, Panamericanos, un Mundial y Copas América con su selección.
A las personas en situación de discapacidad, Gustavo Daniel les aconseja entrar en el deporte porque les ayudará a salir adelante como lo hizo con él.
En 2016 se hizo viral un video en el que encestó de espaldas, al cuarto intento. Federico Susbielles, el entonces presidente de la Confederación Argentina de Básquet, escribió en redes: “Increíble lo de Gustavo, triamputado que juega en la Selección, un canto a la vida. ¡Crack!”.
Y el deportista postea en las redes sociales: ¿Por qué me falten tres miembros de cuatro no puedo jugar a ??? Te equivocas, soy Gustavo Villafañe”.
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