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Barranquilla

La travesía de un vestido hacia una noche inolvidable de Carnaval

Fefi Mendoza dejó en las capaces manos de Alfredo Barraza la totalidad de su ajuar.

Fefi Mendoza dejó en las capaces manos de Alfredo Barraza la totalidad de su ajuar.

Foto:Archivo particular

El traje de coronación de una Reina del Carnaval es su secreto mejor guardado.

Diego Narváez
Para quienes anhelan ser Reina del Carnaval, los sueños de infancia suelen ser un poco distintos a los de las demás niñas, que a menudo son alimentados por los cuentos de hadas.
En Barranquilla, las ilusiones de muchas mujeres, aunque tienen tinte de cuento, están más pintadas de colores que de blanco y tienen más plumas que encaje; pero también tienen que ver con un vestido y un día inolvidable.
Para una Reina, el traje de su boda nunca llegará a ser tan importante como el que usará la noche de su coronación. Ese vestido especial, la cúspide de meses de trabajo, está listo para ser mostrado, como un ritual de fantasía, brillo y alegría que se cumple cada año.
Stephanie Mendoza Vargas se encuentra en la curva más emocionante de ese sueño. Después de haber sido nombrada reina de la fiesta para este 2017, no ha habido un minuto en el que baje la velocidad. Desde agosto de 2016, la vida de Fefi –como la llaman los barranquilleros– se convirtió en un recorrido permanente de barrios, izadas de bandera y eventos a los que acude con su mejor sonrisa a pesar del calor y del cansancio.
Pero Fefi guarda un secreto con gran recelo. De la misma manera que una novia se prepara para casarse con el hombre que ama, la Reina del Carnaval no ve la hora de ‘casarse’ con su pueblo, enfundada en un traje soñado. Ese que llevaba en la cabeza cuando llegó a la casa de Alfredo Barraza, en Bogotá, para que él lo pusiera en papel y luego en un lienzo de tela que se enriquece con bordados y una sinfonía espectacular de pedrería y trabajo a mano. Él es el hada madrina de esta historia, acostumbrado a moverse no entre princesas, sino entre reinas: las de belleza y las de este Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.
“A una mujer cuando es joven y bonita uno siempre le lleva la corriente”, dice entre risas el diseñador, que lleva la cuenta perfecta de las reinas que ha vestido –ya más de una docena– después de su debut con Maribel Fernández de Castro en 1987. Para él, más allá de las tendencias de la moda, lo importante de un vestido es la magia que lleve.
“Debe tener mística. Una historia. Que transmita sensibilidades al espectador, que la esencia de la niña se vea reflejada en el escenario”. Y esa esencia, la pasión que siente por el Carnaval, completa la creación de un vestido inolvidable.
“Apenas supe que era reina, lo llamé”, recuerda Fefi sobre el momento en que se comunicó con él, al día siguiente de su nombramiento. Y aunque para muchos puede sonar exagerado, tal anticipación es poca para lo que les toma a estas jóvenes prepararse para cumplir su tarea ante el pueblo barranquillero.
“Ese es el vestido más importante que he usado en mi vida”, asegura Marcela Dávila, Reina del Carnaval 2011, sobre la relevancia de esa pieza en particular. “Es el vestido que me ha hecho trasnochar, me tuvo pegada hasta nueve horas seguidas a internet, hablando con el diseñador todos los días”.
En todos esos meses de llamadas, reuniones e ideas surge una relación especial entre la reina y su ‘hada madrina’.
Basta con preguntarle a la gran ‘Aguja de Oro de Colombia’, Amalín de Hazbún, quien ha hecho parte de los sueños de estas mujeres durante 40 años. “El Carnaval es parte de mi vida, y cuando veo a mis reinas en mi taller pienso que son mis hijas”, dice. Y sus hijas han sido tantas que ya perdió la cuenta: solo en los últimos 25 años, ha vestido a más de la mitad.
Amalín y Alfredo tienen en común su devoción por la fiesta del dios Momo. Barraza no se preocupa por la distancia.
Su casa, en la capital del país, está protegida por las distintas advocaciones de la Virgen María de todo el mundo –a quien profesa profunda devoción– y adornada con las fotos de sus reinas en la pared. Él lleva el Carnaval en el corazón y en sus ideas, en los aromas que se cocinan en su hogar y en la música que se escucha en el fondo, siempre lista para la fiesta.
“Para resolver la distancia están los aviones. El vestido ya está listo en Barranquilla, por ejemplo. Lo único que dejamos para el final es un pequeño espacio para modificaciones, por si la niña se adelgaza”. Y aunque habla con soltura de lo que han sido sus aventuras diseñando para el Carnaval, igual que Fefi, se cuida mucho de no dar demasiados detalles.

Reinas y redes sociales

En su libro Joselito Carnaval, Edgar Rey Sinning explica que antes de reinas, capitanas y sultanas –nombres que han recibido las mujeres que guían la fiesta–, los líderes del Carnaval eran hombres con títulos de presidente o rey. No fue hasta 1918 que la figura central del Carnaval fue una mujer, Alicia Lafaurie Roncallo, la primera de un linaje de reinas que buscaron lucir creaciones de gran belleza y elegancia, pero sin la excentricidad de las prendas actuales.
Todo cambió en 1989 de la mano de Laura Char Carson, quien dejó a un lado la sencillez de una coronación presidida por el alcalde de turno para volverla un evento masivo. Allí, recuerda Barraza, comenzó a tomar protagonismo el traje con el que la reina ocuparía la primera plana al día siguiente.
En una era en que la espectacularidad es el nombre del juego y las redes sociales son su vehículo, las reinas millennials saben que ahora todo se trata de impactar con su propio sello. De ese cambio puede hablar Marcela García, reina en 2016 y quien procede de una familia con genes de Carnaval gracias a su mamá, Mireya Caballero, soberana en 1982.
“En su época las cosas eran mucho más sencillas. Su único traje grande fue el de la coronación”, al que ella misma hizo un homenaje durante la Gran Parada de Tradición. La joven admite que ahora la presión es mayor: “Hoy en día salgo con algo como lo que usó mi mamá y me linchan en las redes sociales”.
Pero la ‘amenaza’ de las redes no ha intimidado a las mujeres de esta generación, que siempre quieren más. Marcela Dávila siguió esa premisa durante su Carnaval, en 2011, e incorporó una sensual abertura en la falda de su vestido.
“Somos reinas más modernas que nos atrevemos a proponer cosas nuevas y no nos da miedo si algo ‘se usa’ o no”.
Admite que las bases, como el uso de plumas, lentejuelas y pedrería, todavía se respetan, solo que las reinas van “evolucionando”.
Fefi Mendoza sabe que la privacidad es frágil frente a las redes sociales. Alfredo Barraza también, por eso siguen sin soltar mayor información sobre el vestido de mañana. “Lo verás a eso de las 10 de la noche del jueves”, dice, con una sonrisa, ante la insistencia de un detalle, un color. Juntos han creado una sociedad cómplice que comenzó con un diseño y se convertirá, como en muchos casos, en una amistad para toda la vida, que tendrá su punto más glorioso una vez ella esté lista para salir al escenario a recibir su corona.
“Después de que las visto les deseo buena suerte y veo el espectáculo. Pero de ahí en adelante es la niña la que hace al vestido”, sentencia el diseñador. Cuando el traje está listo para salir a escena, culminan siete meses de trabajo. Más de 200 días se reducen a un momento en el que los ojos de una ciudad entera están sobre Stephanie, la Reina, y sus habitantes yacerán rendidos a sus pies.
El camino al altar es reemplazado por un pasillo que al final deslumbra con cientos de luces. La Reina sale a encontrarse con su sueño, con su príncipe azul: el pueblo barranquillero. En ese instante, el vestido habrá cumplido su destino y quedará para siempre en la memoria colectiva de la fiesta más importante de Colombia.

La coronación

En el parqueadero del estadio Metropolitano
Este jueves 23 de febrero, Stephanie Mendoza Vargas y Germán Álvarez Cabrera recibirán sus coronas como Reyes del Carnaval 2017. ‘Aluna’ es el nombre del espectáculo de coronación, que rinde tributo a la vida, desde los elementos hacia el Carnaval, con 600 bailarines de grupos folclóricos, comparsas, danzas y escuelas. Las puertas se abrirán a las 5 p.m. para que más de 20 mil personas disfruten del evento de forma gratuita.
Peter Manjarrés, Chocquibtown y Jerau amenizarán la velada, transmitida desde las 8:30 p.m. por Telecaribe y por la aplicación móvil de Carnaval de Barranquilla 2017.
JENIFFER VARELA RODRÍGUEZ Y MELISSA ZULETA BANDERA
Especial para EL TIEMPO
BARRANQUILLA
Diego Narváez
icono el tiempo

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