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Bogotá

Óscar Muñoz, el hombre que conoce todas las claves para volar cometas

Para el experto en fabricación de estas voladoras, Óscar Muñoz, el mejor material de trabajo es la tela impermeable.

Para el experto en fabricación de estas voladoras, Óscar Muñoz, el mejor material de trabajo es la tela impermeable.

Foto:Abel Cárdenas / EL TIEMPO

Creó Colombian Kyte, empresa que fabrica estos artefactos y los distribuye por todo el país.

Recuerda bien que con otro niño cortaron una bolsa plástica, le dieron forma de hexágono y le amarraron unos palitos de guadua. De cola, un pingajo de ropa, en tanto una piola les funcionó como línea para echar a volar esa primera cometa. Desde un rastrojo del barrio La Esmeralda, surcaron las nubes. Fue hace más de treinta años, pero se convirtió en el preámbulo de lo que más tarde sería su afición y empresa.
Óscar Muñoz es el propietario de Colombian Kyte, empresa bogotana que se ubica en Rionegro (localidad de Suba). Desde allí, produce e importa cometas para niños, adolescentes y adultos. De todos los tamaños y para todos los bolsillos. Desde 4.000 pesos hasta un millón. Desde un poliedro hasta un tiburón.
Ya como alumno del colegio técnico Francisco José de Caldas construyó un modelo digno de competición aficionada. La hizo con dos amigos y tomaron como base una delta (o cometa triangular) que vieron expuesta en un centro comercial. A lápiz, dibujaron el plano en un cuaderno y después se dieron manos a la obra.
“Nos ganamos un premio y me quedó gustando el tema. Estaba demasiado grande y con las alas muy cerradas, pero volaba bien”, concede Muñoz, mientras supervisa que sus empleadas acaben de empacar en bolsas cientos de modelos para armar.
La empresa ocupa un primer piso de una vivienda. En la sala de acceso, un mesón sirve como plataforma de labores, en torno al cual se ubican las mujeres, que no dejen de plegar, ajustar, empacar y sellar. Desde las primeras horas de la mañana, pueden llegar hasta 12 de ellas, y para agosto, mes de los vientos, la demanda sube tan alto como los productos que se venden.
Blancas, azules, rojas, negras, amarillas. Multicolores, con dibujos o sin ellos, hay una variedad de motivos que se empacan y distribuyen según los clientes. Por ejemplo, mientras el dueño explica cómo funciona la operación, un cliente llama desde Putumayo para pedirle 10.000 unidades: un político las repartirá a igual cantidad de niños.
“La cometa taller es mi producto estrella, lo generamos en Colombian Kyte. Es una cometa precortada, lista para armar vela (área), palitos, cola y línea (cuerda). Vienen con un manual y las empresas las compran para hacer actividades grupales; niños y adultos las arman, las decoran y las echan a volar. Esto comenzó en jardines infantiles y fue tomando fuerza, hasta convertirse en lo que es hoy”, revela Óscar, afanado porque desde julio el negocio no da abasto.

Vuelo

Estudió ingeniería industrial y allí pulió con matemáticas y física todo lo que antes hacía por intuición y práctica. Descubrió que la tela impermeable es mejor que el plástico para la elevación, que si la cometa es liviana la línea debe serlo aún más, que la dirección, ubicación y variabilidad del viento son elementos de una ecuación que por compleja no deja de ser divertida. En fin, profesionalizó su hobby.
Por aquella época adelantó varios proyectos con amigos y descubrió que además de la goma, podían explorar un nicho de mercado. Acudió a festivales en Villa de Leyva y otros sitios, hasta que terminó en el sur de Francia como invitado en el Eolo Tempo, encuentro de conocedores de nivel internacional.
“Allá vi todo lo que se mueve alrededor: la gente, la publicidad y la industria. Es un tema muy amplio, aunque a veces parezca solo un juguete”, apunta el cometista (experto en estos objetos voladores) y a la vez cometero (aquel que los fabrica). “Es un juguete de niños que al final utilizan los adultos”.
Una veta más de su mercado, en este caso como servicio, es el show cometero. Aquí aparece el Club Cometar, que fundó 11 años atrás para reunir a gente de diversas profesiones con el mismo amor por volar estos artefactos. Entrenan, practican movimientos y en agosto los contratan para que muestren lo que saben hacer.
“El show es primero de estáticas o de una sola cuerda; planas, de ángulo diedro y alfas; luego volamos las tridimensionales, inflables y las acrobáticas, que se dirigen a dos o cuatro cuerdas; con estas se hace un ballet acrobático, que va con pista musical y las hacemos mover al ritmo. Y culminamos con cometas gigantes o de potencia, que son como un parapente y arrastran un buggy o triciclo, en un recorrido en campo”, expone Muñoz.
Tradición
El cometero bogotano afirma que cometas puede haber tan distintas como personas se encarguen de hacerlas, pues aparte de una diversión, son la expresión cultural de los países. No es igual un festival en Guatemala que en Chile, ni es lo mismo uno en Francia que en Colombia. En ese punto, el conocedor señala que en nuestro país la costumbre es tomar la cometa, subirla hasta muy lejos y quedarse todo el tiempo controlando su vuelo, en cambio los europeos son más amigos de elevarla hasta un punto, amarrar la cuerda a un punto fijo en tierra y dejarla en el cielo mientras se entabla una conversación o se disfruta de un picnic.
Lo que sí debe ser muy similar en todo el mundo, es el placer de ver volar un armazón construido por el hombre y mecido por el aire que va y viene y que, a su voluntad caprichosa, lo puede arrojar hasta las nubes o clavarlo en tierra sin compasión.
“Hay gente que llega a una buena cometa después de 40 o 50 años y se enamoran del tema, porque les gusta la sensación del viento que sostiene algo en el aire”, finaliza este amante del vuelo, quien advierte que la capital, lamentablemente, no es tan óptima para las cometas como lo son las ciudades costeras.

Las claves del experto para que su ‘ala’ llegue a las nubes más altas

1 Un lugar despejado
Busque zonas sin construcciones altas adelante o atrás, porque el viento hace giros extraños y tumba las cometas.
2 La mejor área es 50 metros
Si puede ubicarse en un espacio que tenga entre 40 y 50 metros hacia cada lado, tendrá más posibilidades.
3 La dirección del viento
Es fácil saber hacia dónde sopla el viento. Un pañuelo o un poco de pasto lanzado al aire le dirán la dirección.
4 Ojo a la acomodación
Póngase de espalda al viento y extienda la línea de tal forma que el aire toque primero el frente de la cometa.
5 El peso cuenta
Si su cometa es pequeña, el hilo o línea debe ser delgado y liviano, para no generar más peso. Se recomienda comprar cometa y línea en el mismo sitio, para hacer una mezcla apropiada de estos elementos.
6 Las mejores zonas
En Bogotá, es mejor ir al sur o al occidente para tener vientos favorables. Al oriente está el viento menos apropiado.
7 Aléjese de las avenidas
Es mejor retirarse de vías vehiculares, pues en caso de caer la cometa, podría generar accidentes de tránsito.
8 Cuídese de las quemaduras
Siempre es necesario aplicarse bloqueador solar, usar sombrero o gorro, y gafas, pues la exposición al sol puede quemarlo.
9 No al hilo trenzado
Terlenka, nailon y cabuya son hilos que se enredan. Mejor compre hilos tejidos, que resisten más y se enredan menos.
FELIPE MOTOA FRANCO
Redactor de EL TIEMPO
En Twitter @felipemotoa
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