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Bogotá

La casona de Villa Adelaida tiene una segunda oportunidad

Con el proyecto de TransMilenio por la séptima, al entrada de este predio se va correr 5,99 metros

Con el proyecto de TransMilenio por la séptima, al entrada de este predio se va correr 5,99 metros

Foto:Vanessa Perea /El Tiempo Zona

Después de líos judiciales, el predio de Agustín Nieto, por fin está en fase de restauración. 

De las ruinas, literalmente, se levantó Villa Adelaida, una de las casas más representativas de Bogotá y del corredor de la carrera 7.ª —declarada en el 2004 bien de interés cultural de carácter nacional— y que, no obstante su importancia arquitectónica para la ciudad, estuvo a punto de colapsar.
Ubicada entre las calles 70 y 70A de la carrera 7.ª a la 5.ª, es una propiedad de 788,28 metros cuadrados de construcción localizada en un predio de 6.400 metros cuadrados.
La maratónica tarea de salvar este bien, que puso a punto en 1917 el arquitecto colombiano Pablo de la Cruz, comenzó el 25 de abril del año pasado y duró un año completo: se reforzó la estructura y se cambiaron las vigas de madera por otras de metal. En un par de semanas comenzará la restauración de la ornamentación y carpintería, que tardará un año más.
Así se veía la casona Villa Adelaida en 1920, tres años después de construida.

Así se veía la casona Villa Adelaida en 1920, tres años después de construida.

Foto:FOTO: CORTESÍA ANAAPONTE.BLOGSPOT.COM.CO

Es decir, a mediados de abril del 2019, la restauración de Villa Adelaida será terminada, y el proyecto es que allí funcione un restaurante, según lo informa el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), porque esta actividad está entre las que más se ajustan a las dinámicas del sector; así permitirá las visitas de ciudadanos y de turistas.
Rodolfo Ulloa, el arquitecto que lidera la restauración hecha por un equipo de cerca de 40 profesionales, afirmó que el trabajo que están ejecutando dejará la casa lo más idéntica posible a cuando fue habitada por Agustín Nieto Caballero —fundador del Colegio Gimnasio Moderno— y su familia, y que además su conservación quedará garantizada por otros cien años.

La casa es una obra de estilo ecléctico que mezcla lo mejor de los diferentes tipos de arte, está llena de simbolismo y es una joya para la historia, la cultura y la arquitectura colombiana

“La casa es una obra de estilo ecléctico que mezcla lo mejor de los diferentes tipos de arte, está llena de simbolismo y es una joya para la historia, la cultura y la arquitectura colombiana”, expresó Ulloa.
El arquitecto confesó que siente un gran aprecio personal por Villa Adelaida, puesto que a mediados de los años 90 fue contactado para restaurarla, pero la sociedad que era entonces dueña del predio quebró y la restauración quedó postergada.
“Durante todos estos años no dejé de visitar Villa Adelaida; soy vecino del predio, y tuve que ver con preocupación el deterioró al que llegó. La encontramos en ruinas, pero la cirugía que le estamos haciendo a este paciente, que estaba casi desahuciado, va muy bien”, añadió.
La historia que vivió Villa Adelaida desde su construcción hasta su declive estuvo marcada por varios personajes de la farándula nacional de antaño que por allí pasaron, escándalos y un renombrado caso de narcotráfico y lavado de activos.
A mediados de los años 70, la casa pasó a ser sede del Barón Club, un lugar que brindaba lujosos salones para banquetes, desfiles de moda, salones de juego y recepciones, propiedad de Manuel Abajó, un español condenado en su país, en 1987, a nueve años de cárcel por narcotráfico.
En el sótano se presentaba el reconocido Show de Jimmy y las Supernotas, en un espacio solo para invitados exclusivos; había un camerino, baños para hombres y mujeres y un escenario del que hoy quedan vestigios.

“La casa es una obra de estilo ecléctico que mezcla lo mejor de los diferentes tipos de arte, está llena de simbolismo y es una joya para la historia, la cultura y la arquitectura colombiana”.

Sin embargo, en esta etapa en la que Villa Adelaida era sinónimo de lujo y celebración, también comenzó su declive, según el arquitecto Ulloa. “Como en esa época todavía no se había considerado su importancia cultural, los dueños del Barón Club le hicieron remodelaciones totalmente arbitrarias, pusieron muros entre algunos salones, una chimenea en medio de un balcón, socavaron todo el sótano y cambiaron los grandes vitrales, entre otras cosas”.
Por esa razón, la restauración de la casa implicó remover los muros y otras obras hechas de forma irresponsable, para recuperar el diseño panóptico de su interior, que permite ver todos los salones desde el salón principal. Luego de la captura de Abajó, la casa pasó a ser propiedad de varios acreedores y del extinto Departamento Nacional de Estupefacientes; también fue sede del reconocido restaurante francés El Gran Vatel, que funcionó hasta 1992. A partir de ese año la casa quedó abandonada.
En el 2001, el predio fue declarado bien de interés cultural distrital (decreto 606 de julio de 2001), y ahí empezó a valorarse la importancia de la casona. El 6 de mayo de 2004, el Ministerio de Cultura lo declaró bien de interés cultural nacional. Lograr que los actuales dueños del predio —la Sociedad de Activos Especiales (SAE), con casi el 60 por ciento, y los demás privados— acordaran la restauración, que asciende a 5.000 millones de pesos (asumido por ellos), fue un trabajo bastante largo.
Desde el 5 de mayo de 2009 hasta el 3 de junio de 2016, el Ministerio de Cultura emitió cinco resoluciones en las que se autorizó el ‘Plan especial de manejo y protección’ del predio, la restauración integral del inmueble, su ampliación, reforzamiento estructural y una última modificación al proyecto, que es sobre lo que se está ejecutando la obra.
Gracias a las fotografías que tomó la familia Nieto del interior de la casa —poco común en la época— y a la ayuda de la tecnología, los restauradores van a reconstruir el diseño de los vitrales originales, la cenefas y detalles de varias imágenes, así como los objetos de madera, que serán tallados in situ, tal y como lo hicieron a principios del siglo XX.
En los próximos tres meses, los restauradores instalarán el techo con su diseño original (hoy hay un plástico), una de las etapas fundamentales del proyecto, porque garantizará que la casa no vuelva a sufrir de filtraciones de agua, la causa principal de su deterioro, en un 80 por ciento.
VANESSA PEREA BONILLA
Redacción EL TIEMPO ZONA
En Twitter: @ChapineroET
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