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Bogotá

El momento especial que vivió el Papa ante la Virgen de Chiquinquirá

El papa colocó un rosario sobre el cuadro. Antes de dejar la catedral, firmó el libro de honor.

El papa colocó un rosario sobre el cuadro. Antes de dejar la catedral, firmó el libro de honor.

Foto:Claudia Rubio / EL TIEMPO

Entró a la catedral y con paso solemne se acercó al altar. Ya frente a la imagen, se inclinó.

Juan Carlos Rojas
Solo hubo silencio. El papa Francisco levantó la mirada hacia el cuadro de la Virgen de Chiquinquirá. Juntó sus manos, inclinó su cabeza y murmulló una oración. Sin palabras, sin música, sin más pirotecnia que la religiosidad de un guía espiritual, nació el momento más íntimo del sumo pontífice en la capital colombiana.
Eran las 10:30 de la mañana del jueves, del segundo día de la visita apostólica. Dentro de la catedral primada de Bogotá estaban reunidos feligreses, miembros del episcopado, de la Iglesia católica y de otras religiones. El coro del arzobispado interpretaba la composición religiosa 'Tú eres Pedro'.
El Papa entró a la catedral y con paso solemne se acercó al altar mayor. Se detuvo frente a la imagen de la patrona religiosa de Colombia. Cerró sus ojos. El coro finalizó su interpretación musical y solo quedó un hombre inclinado ante una imagen. El líder de una comunidad que, expectante, oraba con él.
El silencio se alargó durante 5 minutos y pasó: la verdadera razón de ser de la religión, esa relación inexplicable con lo que consideramos sagrado. Fue evidente que grandes cosas pasan en silencio.
El papa Francisco colocó un rosario sobre el cuadro. Antes de dejar la Catedral, firmó el libro de honor.

El papa Francisco colocó un rosario sobre el cuadro. Antes de dejar la Catedral, firmó el libro de honor.

Foto:Claudia Rubio

Terminó sus preces. Hizo una reverencia a la Virgen y se dirigió a los fieles. Ofreció una bendición y, luego, recitó la Letanía de la Virgen: “Santa María / ruega por nosotros / Santa Madre de Dios / Santa Virgen de las Vírgenes”. Los creyentes repitieron con fervor la oración y, junto con Francisco, alabaron a la madre de Cristo.
Al finalizar la oración, el Papa se acercó a la imagen. Puso su mano sobre el cuadro, hizo una reverencia y dejó un rosario en una de sus esquinas.
La importancia de este momento radica en que el santo padre es un reconocido mariano. Momentos después de su visita, en su discurso en el Palacio Cardenalicio, hizo alusión a la imagen de la Virgen: “Los invito ahora a dirigirnos espiritualmente a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, cuya imagen han tenido la delicadeza de traer de su santuario a la magnífica catedral de esta ciudad para que también yo la pudiera contemplar”.
BOGOTÁ
Juan Carlos Rojas
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