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Bogotá

Riñas causaron el 87 por ciento de los asesinatos en Bogotá en 2017

Sin la presencia armada de la guerrilla se esperaba que las cifras de homicidios empezaran a ceder.

Sin la presencia armada de la guerrilla se esperaba que las cifras de homicidios empezaran a ceder.

Foto:Jaime Moreno / Archivo EL TIEMPO

Diez localidades están por debajo de la tasa histórica de 14  homicidios por 100.000 habitantes.

Tres factores resaltan al analizar las cifras de homicidios ocurridos en el 2017 en Bogotá: que el 87 por ciento de los asesinatos ocurrió en medio de una riña, que hay localidades por debajo de la tasa general de la ciudad y que las acciones contra las mafias sí son efectivas para bajar este delito, como ocurrió en los últimos dos años.
Por eso, cuando se revisan los datos de localidades tan diferentes en población como Teusaquillo (154.000 habitantes), Barrios Unidos (245.350), Chapinero (109.000), Suba (1’245.000), Fontibón (403.000) y Engativá (894.000), se encuentran dos denominadores comunes.
El primero es que su tasa de homicidios está entre 5 y 10 por cada 100.000 habitantes, muy por debajo de la cifra histórica de 14 que acaba de lograr Bogotá. Y el segundo es que en todas, así haya pocos asesinatos, aparecen las riñas como causa.
Fontibón, Barrios Unidos y Teusaquillo cuentan con una tasa de 5 asesinatos por cada 100.000 personas, Engativá está en 7 y Suba, en 8. Alcanzan a estar por debajo del promedio de la ciudad Kennedy, con 11, y Chapinero, con 10.
En casos como Suba y Kennedy, la baja tasa está relacionada con acciones contra las bandas y mafias realizadas en 2017, que permitieron mantener la cifra en Suba y bajarla en Kennedy. “En el suroccidente de Suba, el año pasado hicimos una desarticulación importante de una estructura criminal que tenía cargos por más de 15 homicidios”, explica el secretario de Seguridad, Convivencia y Justicia, Daniel Mejía.
Una situación parecida ocurrió en Kennedy, donde se realizó la intervención de María Paz, una zona con predominio de mafias que tenían azotado el sector con el tráfico de drogas y el control territorial, y ahora está recuperada.
El segundo denominador común es que en las localidades con tasas bajas de homicidio, al igual que en las más problemáticas, las riñas están entre las principales causas de los asesinatos (vea gráfico). Ninguna localidad se escapa a este fenómeno.
Aun Chapinero y Teusaquillo, las menos violentas, tienen problemas de riñas.

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Teusaquillo, destaca Mejía, es una zona con predominio residencial, con oficinas, restaurantes y cafés, donde la Policía no enfrenta problemas de abuso en el consumo de alcohol, como ocurre en Ciudad Bolívar, que fue el sector más violento del 2017 con 210 asesinatos.
Chapinero, que sí cuenta con zonas de rumba identificadas y muy activas, tiene un plan de trabajo en equipo con el sector privado y la Policía. “Es un trabajo conjunto: mejor pie de fuerza de policía, más cámaras de seguridad, pero sobre todo unos dueños de bares, establecimientos, discotecas que están comprometidos a tomar medidas de autocuidado”.
Para Mejía, esas zonas con bajas tasas necesitan apoyo para reducir aún más las cifras de asesinatos, pero la administración debe priorizar los casos más graves, y sobre todo mantener la estrategia de los últimos dos años, en la que se combinan acciones de control y prevención.
Pero el nudo del asunto, para el responsable de la seguridad y la convivencia, es el consumo irresponsable de alcohol, que detona riñas e intolerancia. Según Mejía, en Bogotá, al menos el 70 por ciento de los asesinatos se dan entre familiares, amigos y vecinos, y casi siempre en medio de los excesos del consumo de licor que termina en intolerancia.

En Bogotá, al menos el 70 por ciento de los asesinatos se dan entre familiares, amigos y vecinos, y casi siempre en medio de los excesos del consumo de licor que termina en intolerancia

En el 2017, 978 de los 1.124 homicidios registrados ocurrieron en medio de una riña. La cifra representa el 87 por ciento del total. Y aunque el funcionario reconoce que hay riñas también entre delincuentes, señala como un indicio el tipo de arma utilizada: usualmente, cuando el crimen es entre familiares, vecinos, amigos o conocidos, el arma más común es la cortopunzante.
De hecho, en el 2017, 439 de los asesinatos se cometieron con un puñal. Es casi el 40 por ciento de este tipo de crimen. La más crítica es Ciudad Bolívar, donde de 210 homicidios, 190 ocurrieron en medio de una riña en la que el consumo irresponsable del alcohol jugó el papel preponderante.

Control y prevención, claves para mejorar

El secretario de Seguridad, Convivencia y Justicia, Daniel Mejía, anunció que en el 2018 van a seguir focalizando las acciones de control y prevención, y se mantendrá la columna vertebral de desmantelar bandas, que es la instrucción del Alcalde Mayor.
“El año pasado, entre la Policía y la Fiscalía se desarticularon más de 200 estructuras criminales. Eso tiene un efecto inmenso no solo sobre los homicidios, sino sobre la venta de sustancias estupefacientes, de crimen que afecta a la sociedad”, señaló el funcionario.
Explicó que en la reducción de homicidios de los últimos dos años hay múltiples causas, pero la principal es una política de seguridad integral que lidera el alcalde y está articulada con la Policía, la Fiscalía y con la Brigada XIII, y en la que se hace prevención y control.
“Hay que hacer las dos cosas, hay que hacer el balance adecuado, mano dura contra estructuras criminales, contra delincuentes reincidentes que cometen delitos a mano armada, pero también buenas políticas de prevención, con jóvenes que están ingresando a carreras criminales, que ingresan al sistema de responsabilidad penal adolescente, con entornos escolares seguros que tenemos con la Secretaría de Educación, y es una política que balancea esas dos cosas, la prevención y el control”, dijo Mejía.
YOLANDA GÓMEZ
Editora EL TIEMPO
En Twitter: @YolandaGomezT
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