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Bocas

David Ospina en entrevista con BOCAS

David Ospina dijo que su sueño más próximo es poderse quedar bastante tiempo en el Arsenal.

David Ospina dijo que su sueño más próximo es poderse quedar bastante tiempo en el Arsenal.

Foto:ÁLVARO ÁLVAREZ RICCIARDELLI

El arquero de la selección Colombia y del Arsenal F.C contó su vida a la revista BOCAS.

En la casa de David Ospina no hay ni una sola pelota de fútbol. Lo que no deja de resultar raro considerando que es el portero titular de la selección colombiana más exitosa de todos los tiempos y del Arsenal F.C., uno de los principales equipos de la celebrada Liga Premier de Inglaterra.
Se trata, además, de un portero en estado de gracia: desde que asumió la titularidad de “Los Cañoneros” –como se conoce al equipo del norte de Londres– estos solamente han perdido una vez en la liga, asegurando en el proceso la clasificación para la próxima Liga de Campeones de la UEFA. Y la contribución del colombiano es reconocida en el Emirates Stadium con un grito que ya se volvió emblemático en esa esquina de la capital británica: ¡Oooooooooooospina!”, ruge con una sola voz todo el estadio cada vez que el exarquero del Atlético Nacional despeja de portería.
Por ello no es difícil concluir que Ospina, ese arquero sobrio y seguro, no era parte del juego en el que se perdió la última pelota, que se escurrió bajo los setos de su casa de Hertfordshire. Una casa que también está llena de pistas sobre las prioridades de quien, además de futbolista, es, sobre todo, un evidente hombre de familia.
Efectivamente, hace calor en la casa de los Ospina. Y, además del termostato, el recuerdo de Colombia también está presente en los olores que llegan de la cocina. La mesa en la que encontramos a David está además llena de parientes y amigos, pues sus padres llegaron hace poco de Medellín para una visita. Y en una mesilla cercana hay dos fotos de él con su esposa, Jessica, y sus dos hijos: Dulce María, de cinco años, y Maxi, quien no cumple los cuatro meses de nacido. De hecho, junto al cochecito y el tobogán de la sala, y el trampolín y la casita de muñecas del jardín, son los únicos elementos decorativos verdaderamente personales de la casa, al menos en el primer piso. Aunque eso no debe sorprender a nadie que haya seguido con un mínimo de atención la carrera del número uno de la selección Colombia o haya notado su serenidad en la portería: el arquero más joven en ganar un campeonato colombiano siempre se ha distinguido por su madurez y seriedad desde que debutó profesionalmente en el Atlético Nacional de Medellín –el club de sus amores– en el año 2005.
En Nacional jugó en total 97 partidos, y se coronó campeón en los torneos Apertura y Finalización 2007, un bicampeonato inédito en la historia del club. Un año después fue traspasado al Niza de la Ligue 1 francesa, donde jugó seis temporadas y un total de 199 partidos. Y desde mediados de 2014 juega en el Arsenal de la Premier Ligue inglesa, que con Ospina lesionado ganó la Community Shield a inicios de la temporada y este 30 de mayo disputará –con el colombiano probablemente en el banco, por la política de alternar arqueros en las diferentes competencia que favorece su entrenador– la final de la mítica FA Cup.
No sobran pues títulos en la carrera de Ospina, al menos no todavía. Aunque sí actuaciones memorables, tanto con sus clubes como con la selección nacional. El todavía joven arquero empezó a integrar la selección Colombia desde muy joven, en sus diferentes categorías, llegando incluso a disputar el Mundial Sub-20 del año 2005 en los Países Bajos, donde los cafeteros fueron eliminados en octavos de final. Y ya luego, con los mayores, Ospina sería el titular indiscutible del equipo que se clasificó y disputó el Mundial Brasil 2014, el primero de Colombia luego de 16 años de ausencia de la máxima competición.
Fue ahí donde el mundo entero descubrió al sobrio portero de la alegre selección que enamoró a los neutrales, aunque ya muchos aficionados y conocedores habían empezado a tomar nota de sus cualidades desde la misma fase de clasificación. Y en la memoria de Ospina –y del pueblo colombiano–, se destaca el 0-0 arrancado a Argentina en Buenos Aires el 7 de junio de 2013, en el camino a Brasil: a los ocho minutos el arquero ya le había ganado el primer mano a mano a Gonzalo “el Pipita” Higuaín y durante 90 minutos el colombiano atajó prácticamente todo lo que le dispararon. Rápido en el corte, seguro en aire, y demostrando impresionantes reflejos para detener los remates a bocajarro que le llovieron en el estadio Monumental, ni siquiera Lionel Messi pudo con él. Y cuando al mejor jugador del mundo le preguntaron por qué no habían conseguido derrotar a los colombianos jugando en casa, el 10 argentino simplemente resumió: “Es que el arquero de ellos es un fenómeno”.
Y así, sin escándalos ni aspavientos, con nada más que 26 años, Ospina ya transmite la seguridad de un veterano y se ha convertido en una de las piedras angulares de un equipo cafetero que luego de un extraordinario mundial está convencido de que puede ganar la Copa América que comenzará a disputarse en Chile a partir del 11 de junio.
El cuñado de James Rodríguez –su hermana Daniela se casó en 2010 con el 10 del Real Madrid–, habla despacio y piensa lo que dice. Se cuida. Y con un ligero acento paisa se abre para BOCAS y cuenta su vida.
David, ¿cuándo se dio usted cuenta de que el fútbol iba a ser su vida?
Todo comenzó con la idea de mis padres de ingresarme a un club deportivo, la escuela de Alexis García. Nosotros veníamos de un barrio agitado y la idea era que mis ratos libres los ocupara en algo, en algo que además me gustaba y me apasionaba. Ellos veían que siempre en los cumpleaños o Navidades pedía no era sino balones, guayos, uniformes de los equipos y todas esas cosas. Entonces empezó como una distracción, como algo qué hacer después del colegio. Pero creo que a la edad de ocho, nueve años, uno ya se va dando cuenta de que esa es su verdadera pasión, que es lo que ama, lo que uno quiere hacer.
¿Qué barrio era? ¿Cómo se lo describiría a alguien que no es de Colombia o de Medellín?
Santa María La Nueva, un barrio como todos los barrios en Medellín: se veía un poco de todo, incluso un poco de violencia. Había gente en las esquinas fumando marihuana y había todas esas cosas que pueden ser de pronto un poco negativas. Pero a la vez nosotros vivíamos rico en ese barrio. Y todas esas personas que de pronto estaban en una esquina, o de pronto generaban violencia, nunca me ofrecieron algún vicio o alguna cosa de estas. En lo personal siempre tuve buena relación con todo el mundo y me querían bastante. Es un barrio al que mis papás llegaron cuando yo tenía seis, siete meses, y allá terminamos viviendo 17 años, prácticamente hasta que empecé a jugar en Nacional.
¿Y la familia, la casa de los Ospina?
Mi mamá siempre ha sido ama de casa. Mi papá trabajó mucho tiempo en los bancos, esa fue la mayoría de los trabajos que tuvo. Y la familia de nosotros siempre ha sido muy unida.
Entonces, si hubiera ido a visitarlo, ¿me habría encontrado lo que me encontré aquí: un grupo grande de familia y amigos comiendo juntos?
Pues en realidad éramos más que todo nosotros cuatro: mis papás, mi hermana y yo. De vez en cuando teníamos visitas, pero por lo general estábamos compartiendo los cuatro, en la mesa y en la sala.
Su hermana, Daniela, es la esposa de su compañero de selección, James Rodríguez. Pero ella ha dicho que usted no tuvo nada que ver con eso, que ella siempre fue menos seria que usted, más atrevida…
Ella siempre fue más extrovertida, aunque le llevo cuatro años. Yo siempre he sido más tranquilo. Ella era más extrovertida, un poquito más loca. Y claro, uno como hermano mayor siempre trata de protegerla. Y siempre hemos tenido una buena relación y nos aportamos cosas, estamos en contacto y tenemos un amor de hermanos bastante bueno.
¿Y fue por tranquilo que quiso ser portero? ¿Lo supo siempre? Su papá cuenta que usted se ponía a tratar de atajar en cualquier lado y con cualquier cosa: cojines en la sala de su casa, los balones en venta en los pasillos de los almacenes Éxito…
Pero a la vez fue muy fortuito, porque yo comencé como delantero, cuando ingreso a la escuela de fútbol lo hago como delantero. A la edad de nueve, diez años, es cuando cambio mi posición. Y fue fortuito, porque fue un día que no llegaron los arqueros y yo dije que quería probar ahí y ahí me quedé. Me quedé porque me fue muy bien. Y además la sensación de tirarme, de ayudar al equipo, de sentir el balón, todas esas vibraciones ayudaron a que descubriera mi verdadera posición.
Pero dicen que todos los porteros tienen que estar un poco locos, y usted parece una persona muy centrada…
La verdad es que yo siempre he sido una persona muy tranquila, que sabe lo que quiere. Pero la gente que dice eso de los porteros no deja de tener razón, porque nuestra posición dentro del mundo del fútbol es una posición solitaria: hacemos trabajos diferentes, podemos utilizar las manos y no cualquiera se pone a recibir balonazos. Pero es una posición que quiero, que respeto y que genera siempre mucha responsabilidad.
¿Y sus referentes? ¿Sus ídolos?
En ese momento en que yo empecé en Colombia marcaban la diferencia arqueros como René (Higuita). Y luego de René vino la generación de Óscar Córdoba, Miguel Calero –que en paz descanse– y Faryd Mondragón, que son arqueros que salieron de nuestro país e hicieron cosas importantes afuera, así que a nivel de Colombia ellos siempre fueron como nuestro referente. Y a nivel internacional siempre he admirado a Iker Casillas y a (Gianluigi) Buffon, que son arqueros que han debutado jóvenes en equipos grandes y se han mantenido.
Cuando llegó aquí a Inglaterra lo miraban con cierta sospecha a causa de su estatura. ¿Le pasó también cuando estaba empezando, o es algo más británico?
No, en Colombia también pasó algunas veces, porque mi proceso de maduración fue muy lento. Cuando estaba en la escuela de fútbol era uno de los más pequeños, aunque después me estiré. Pero aquí, recién llegado, sentí de nuevo el tema de la estatura, porque aquí la mayoría de los arqueros, por no decir todos, son arqueros de 1,87 m para arriba, y nosotros, los colombianos, estamos en 1,83, 1,84. Pero uno trata de hacer las cosas bien, de aprovechar cada oportunidad.
Oportunidades que le llegaron muy temprano: usted debutó con 16 años en el club de sus amores, el Atlético Nacional, y a los 17 fue campeón, el portero más joven en coronarse en la historia del fútbol colombiano. Aunque fue un paso breve.
Fue un paso breve, sí, pero fue grande. Tener la oportunidad de defender los colores de Atlético Nacional para mí fue algo muy grande y para mi familia también. Y tener esa oportunidad de conseguir el primer bicampeonato, en el año 2007. Las cosas me sucedieron muy rápido: el hecho de debutar joven en Nacional, luego tener toda la participación en las divisiones menores de la selección Colombia y luego el paso directo de Colombia a Europa, que no se veía mucho y menos en un arquero. Todo eso me dio oportunidad para seguir madurando.
¿Y en esa época, fuera de la cancha, cómo era la vida de David Ospina?
Yo siempre he sido una persona muy tranquila, muy de familia. No voy a decir que de vez en cuando no me gustara salir a rumbear, con mis amigos y todo eso. Pero me mantenía mucho en mi casa, de salir era a un centro comercial, o al cine, a comer y en eso consistía mi vida.
Pero con el debut en Nacional también cambió de casa, ¿no?
Cuando comienza a mejorar, a trabajar, uno también quiere lo mejor para la familia. Y gracias a Dios en el fútbol encontré esa forma de darles una mejor vida a mis padres, de que estuviéramos en una casa más grande, de que mi hermana tuviera más comodidades. Cuando debuté en Nacional, al principio nos fuimos a pagar arriendo. Nos mudamos a La Mota, a una casa más grande, con más espacio. La anécdota que tenemos es que como la casa que teníamos en Itagüí no era tan grande que digamos, cuando llegamos a la nueva casa los espacios que había nos quedaban gigantes, no los llenábamos con las cositas que teníamos allá. Pero uno va progresando, y luego se me da la oportunidad de ir a Francia y con eso la oportunidad de comprarles la casa a mis padres.
Una oferta para ir a jugar con el Niza. ¿Lo dudó?
No fue tanto que lo dudara, pero lo pensé mucho, porque en ese momento yo vivía con mis padres y sabía que iba a ser un cambio grande. Además, en ese momento apenas estaba saliendo con la que hoy en día es mi señora, llevábamos tres o cuatro meses de novios. Pero cuando me llega la propuesta de Niza yo hablo con Nacional y les digo que es una linda oportunidad, de esas que no se presentan muy a menudo, especialmente en la posición de arquero. Aunque no sabía mucho del equipo y la ciudad, cuando se generó ese interés, empecé a mirar en internet, a intentar saber más.
¿Qué lo hizo emprender la aventura?
Las ganas. Las ganas de seguir mejorando, de conocer otro fútbol. Y el apoyo de la familia. En ese momento le propuse a mi señora que nos viniéramos y ella aceptó de una. O sea que se aceleró bastante la relación. Pero ella se convirtió en un apoyo muy importante.
¿Fueron buenas las primeras sensaciones?
Sí, llegamos a una ciudad muy bonita, costera, muy parecida a las de nosotros en el clima, el verano es impresionante. Pero en Niza habían sido muy claros conmigo, me habían dicho que los primeros seis meses no iba a jugar, y esos primeros seis meses fueron muy difíciles porque había momentos en que pensaba en volverme, porque yo en Nacional me había ganado un puesto con mi trabajo, jugaba cada ocho días y en Niza no. Pero ellos se comportaron muy bien, me ayudaron mucho. Y mi señora también fue muy importante porque ella fue muy fuerte en esos momentos y me decía las cosas justas, así que echamos p’alante.
¿Y pensó que se iba a quedar ahí tanto tiempo? Fueron seis años…
Todo es muy relativo, porque como dije antes nuestra posición es muy diferente al resto y nuestro mercado es más lento. Si tú ves los equipos grandes, los arqueros que están ahí duran casi toda la vida en ellos: el Real Madrid con Iker, Juventus con Buffon, ahora el Bayern Múnich con Neuer, Valdez que duró tanto tiempo en el Barcelona. Pero uno llega a su primer contrato en Europa con la mentalidad de quedarse ahí dos o tres años y luego seguir en progresión. Pero fue un país, una ciudad y un equipo que me trataron muy bien, un país donde se hicieron cosas buenas y donde nació mi hija. Entonces es un país que de una u otra manera lo deja marcado a uno y, la verdad, esa región, toda la Costa Azul, es muy bonita y teníamos una vida tranquila.
Todo eso coincide con su consolidación en la selección. ¿Recuerda el momento de su debut?
Sí. Yo llegaba de un Sudamericano Sub-20, estaba terminando un torneo en Venezuela cuando me notificaron. Y para mí fue una felicidad enorme. Lo primero que hice fue llamar a mi familia y la que me contestó fue mi mamá. Me convocó el profesor Pinto para unos amistosos y me dijo que iba a estar de suplente, pero me tocó debutar contra Uruguay porque a los 20 minutos expulsaron a Miguel Calero. Me pasaron muchas cosas por la cabeza: llegar y debutar, y debutar con un penalti, para terminar de ajustar. Lastimosamente debuté con gol, aunque me quedé con muy buenas sensaciones, porque me sentí tranquilo.
¿Y de toda su carrera en la selección, con qué momento se queda? ¿De qué partido se fue más satisfecho?
Yo creo que el partido contra Argentina en Buenos Aires para las eliminatorias del Mundial de Brasil, porque pude aportar bastante para conseguir un resultado que nos ayudó para seguir pensando en la clasificación.
¿Ese es el partido en el que luego Messi dice: “Es que el portero de ellos es un fenómeno”?
Eso dijo. Pero no sé si me quedo con ese partido o el partido en el que sellamos la clasificación al mundial. No esperábamos el contexto de ese partido, ir perdiendo 3-0 a la mitad. Pero en el segundo tiempo el equipo sacó la casta, demostró el buen momento que estábamos pasando y logramos empatarlo al final y conseguir la clasificación.
¿Y qué tan conscientes estaban ustedes del nivel de felicidad que le dieron al pueblo colombiano en esa clasificación y luego con el mundial?
Uno se da cuenta. Pero en el interior del grupo hay que tener los pies sobre la tierra, porque si uno se desborda con esa felicidad que hay afuera de pronto se pone muy eufórico y no se concentra en lo que tiene que hacer. Pero nos sentíamos muy contentos de poder, desde nuestro deporte, generar esa alegría a nuestro país, un país que se merece muchas cosas muy bonitas e importantes.
¿Y se dieron cuenta de que eran además el equipo favorito de los neutrales?
Sentíamos que estábamos generando un muy buen fútbol. Contamos con una buena generación, que además estaba pasando por un buen momento, y mostrábamos una hermandad dentro y fuera de la cancha, lo que ayudó a que la gente se cohesionara con nosotros, aunque luego al final quedó el sinsabor de que de pronto hubiéramos podido hacer algo más, pero nos tocó un gran rival como Brasil, con historia y excelentes jugadores. Aunque creíamos que teníamos para más.
david ospina en entrevista con bocas

david ospina en entrevista con bocas

Foto:

¿Y usted baila?
Me defiendo.
Pero no se lo veía haciendo el ras-tas-tas…
Me quedaba muy duro venirme desde el arco a celebrar con ellos, pero en las concentraciones si molestábamos un poco.
Y después del mundial lo llega a buscar el Arsenal. ¿Lo pensó tanto como con el Niza o esta fue una decisión más fácil?
Fue más fácil, pero también me tomé mi tiempo para pensarlo. Porque las condiciones para venir acá estaban muy claras: sabía que venía a pelear por un puesto y que hay dos grandes arqueros como Wojciech (Scezny) y Emiliano Martínez. Entonces esa fue como la partecita para pensarlo, porque sabía que faltan cosas con la selección, la Copa América que viene, y después está el mundial, y sabía que si las cosas no iban bien no iba a actuar. Pero cuando el interés viene de un equipo tan grande como el Arsenal, al final no hay que pensarlo dos veces. Y además me llamaba venir a una cultura futbolística como la inglesa, porque uno ve en televisión todos los estadios llenos, el respeto que hay.
Usted dice que el Arsenal es un equipo grande. ¿En qué se nota?
En todos los aspectos. Se nota desde el momento en que tú llegas, porque no tienes que hacer otra cosa más que pensar en fútbol. Ellos te tienen todo listo, todo preparado. Hay todas las comodidades para los jugadores, el centro de entreno, las canchas, la organización, la atención que hay. Y claro, las expectativas.
¿Y desde el punto de vista personal, eso ayudó? Porque esta vez usted ya venía con familia, ya no se trataba de dos adolescentes lanzados a la aventura.
Efectivamente. Maxi vino a nacer acá porque ya venía encargado, él ya estaba del mundial, ahí empezó el embarazo. Y además, cuando uno ya trae un proceso detrás, tiene más edad, viene con cierta experiencia y a este tipo de clubes viene a rendir sí o sí, ya no hay tiempo de esperar. Aunque todo lo que se vivió en Francia hizo más fácil la adaptación, si bien no deja de ser difícil llegar a otro país, acomodarse, aprender otro idioma. Pero no es tan difícil como la primera vez que uno sale del país.
¿Y le gusta Londres? ¿La zona de Hertfordshire?
La verdad es que sí. Es muy diferente a Niza, que parecía más un destino de vacaciones, porque el mar, el clima... Estilo Cartagena, algo así. Esta es una ciudad mucho más grande, donde hay muchas cosas para hacer, tanto para uno como para los hijos. Y está la posibilidad de aprender el idioma universal como es el inglés. Aparte un poquito del clima, esta es una ciudad muy buena para vivir.
¿Y usted tiene chance de disfrutarla?
Uno se concentra en sus entrenos, pero también hay espacios para disfrutarla con la familia, para conocerla un poco más, para ir a museos, parques de diversiones. Hay muy buenos shoppings, muy buenos restaurantes. Y la gente es muy tranquila, ya sabemos cómo es la cosa aquí en Europa, cada cual en su cuento. Pero cuando uno los necesita son muy formales y le ayudan a uno.
Si viniera a visitarlo su hermana con su famoso cuñado, ¿adónde los llevaría?
Aquí hay muy buenos restaurantes. Él ya tuvo la oportunidad de venir y fuimos a dos o tres restaurantes buenos que hay aquí en Londres.
O sea que sigue siendo el mismo que en Medellín: cena, cine…
Hay espacio para todo. No voy a decir que me quedo siempre en la casa, pero uno sabe los momentos: cuando hay momentos para rumbear, momentos más sanos para ir a restaurantes, ir al cine. Uno aprende a diferenciar ese tipo de momentos.
Deportivamente, el momento ahora, al menos con la selección Colombia, es la Copa América. ¿Lo ven como una oportunidad de sacarse la espina de Brasil?
Sí, ya estamos pensando, porque estamos nada más a dos meses largos. Pero más que una espina lo vemos como otra oportunidad para seguir demostrando lo que puede dar Colombia, la generación que hay, el mejoramiento que hay. Yo creo que hay que mirarlo de esa manera.
¿Pero Colombia a qué va a la Copa América, a participar o a ganar?
Vamos a la Copa América a ganar. Uno siempre quiere ir a esas competiciones a ganar y más con todo lo que se ha demostrado. Pero también uno sabe que todas las selecciones se preparan de igual forma para ganar, cuentan con excelentes jugadores. Yo siempre he dicho que eliminatorias sudamericanas y la Copa América son muy complicadas. Y en esos torneos hay que ir paso a paso, ir partido tras partido, sin empezar a pensar desde ya en la final. Tenemos que enfocarnos en el primer partido, que es con Venezuela, y luego así.
¿Y sus candidatos?
Hay muchos equipos con historia y selecciones excelentes. Decir candidatos es difícil, pero siempre están Argentina, Brasil, Uruguay, que son selecciones con mucha historia. Y Chile, que ha estado figurando en los últimos torneos mundiales y además son locales.
¿Ya apostó con su compañero del Arsenal Alexis Sánchez sobre la Copa América?
No, todavía no hemos hablado de eso. Pero ahí estamos.
¿Y le entiende cuando habla?
Habla rapidito y hay que ponerle atención, pero sí se le entiende un poquito.
¿Cuáles son sus otros sueños, David?
El sueño más próximo es poderme quedar bastante tiempo en el Arsenal, poderme consolidar acá, aprovechar esta oportunidad.
¿Y cuando llegue el momento de retirarse?
Si me hacés esa pregunta hoy, yo me imagino en Colombia. De hecho, cuando ya esté llegando ese momento, me gustaría de pronto regresar a Atlético Nacional. Porque en el momento que vaya a colgar los guayos y los guantes, me veo con mi familia en Colombia.
ARTURO WALLACE
FOTOS POR ÁLVARO ÁLVAREZ RICCIARDELLI
REVISTA BOCAS
EDICIÓN 41 - MAYO DE 2015
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