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'No hipnotizarse con los juguetitos del periodismo': Iñaki Gabilondo

Uno de los comunicadores más influyentes de España habló con EL TIEMPO de los nuevos desafíos.

EDUARD SOTO
Iñaki Gabilondo es una institución del periodismo español. Fue durante muchos años el conductor radial de referencia y uno de los más influyentes del país, al punto de que su programa Hoy por Hoy ha sido el de mayor audiencia en la historia penínsular. Ahora está vinculado al diario 'El País' de Madrid.
De visita en Colombia, ayer dictó la lección inaugural de la Maestría de Periodismo de la Universidad del Rosario y Semana, dirigida por Juan Carlos Iragorri: ‘El fin de un mundo en el periodismo’.
Con EL TIEMPO habló del futuro del periodismo, de la vida de los periódicos impresos y de los nuevos tiempos que corren para el oficio de informar.
¿Cuánta vida le queda a los periódicos de papel?
Me sorprende que haya gente que tenga tanta puntería como para afinar el año, incluso hay quien lo dice con exactitud: el año dos mil… Es evidente que está condenado el periodismo impreso tal como lo hemos conocido.
Continuará, pero de otra manera. Hay quien da por supuesto que eso va a acabar y va a acabar en breve. Yo no lo veo tan claro, yo creo que –tal vez porque me he pasado toda la vida oyendo el funeral, el responso funerario de cada medio cuando aparecía otro después– los medios se adaptan, se colocan y terminan todos siendo complementarios.
Me imagino al periodismo sufriendo transformaciones muy notables respecto a como lo hemos conocido y seguramente dejando de tener la penetración que tuvo, pero yo creo que el periodismo escrito no va a desaparecer tan rápido como creen.
Los gurúes hablan de que el cambio va a ser más rápido en los países más desarrollados que en otras regiones, como América Latina.
Si, yo creo. En el caso de Europa y EE.UU. se está viendo ya. En estos momentos la crisis es manifiesta en todos los periódicos de allá.
Están cerrando unos la edición de papel y otros están dedicando toda su energía a ver cómo sobrevivir, en ingeniar mecanismos de comercialización del producto a través de internet, que avanza, avanza y avanza, pero todavía no se apoya en la publicidad.
La publicidad está yendo ahí muy despacio. Acá, en América Latina todavía no, pero se llegará más tarde. Lo que hay que ver ahora es el periodismo en papel en qué se va a convertir. Por eso ahí andamos todos, tratando de seguir la aventura del Washington Post desde que lo ha comprado Amazon. Y que contra los primeros pronósticos, está haciendo lo que no se esperaba: contratado a nuevos periodistas, contratado a nuevos expertos en informática. Se están produciendo millones de novedades, ¿no?, que anuncian un cambio radical.
Lo del cambio radical lo veo con absoluta seguridad, es una guerra perdida. Lo que no veo con absoluta seguridad es la muerte. Esa muerte que todo el mundo da, incluso en el trabajo nuestro. Nuestro sumo sacerdote, como es Juan Luis Cebrián (fundador de El País), anuncia con alguna insistencia, incluso excesiva, la muerte del papel. Yo no lo veo tan claro.
Esa 'guerra' de la que usted habla ha provocado que el perfil del periodista tradicional se transforme. En Colombia y en algunos otros países las redacciones se han convertido en laboratorios multimedia.
Es un terremoto. Es que estamos comentando la situación en el medio de un terremoto, entonces en el medio de un terremoto todas las valoraciones son muy coyunturales. Yo tengo la impresión de que lo que va a pasar es que van a convivir todas las cosas a la vez. El viejo periodismo con el nuevo; el periodismo del que solo escribe con el periodista que va a tener que hacer millones de cosas.
Seguramente habrá trabajo para todos porque se ha roto el modelo y al romperse el modelo va a ser sustituido con cien modelos diferentes donde existirá un medio como EL TIEMPO que se habrá adaptado y sabrá él cómo se adapta, hasta el nuevo medio que a lo mejor ahora están creando en un sótano de Nueva Orleans tres chicos de 14 años.
Creo que el viaje nos conduce a la heterogeneidad absoluta de modelos. Claro que para un periodista del diario El País que antes hacía alguna crónica y la publicaba por la mañana y ahora tiene que hacer un avance para tal… Después un desarrollo, después un apoyo, luego una imagen y luego una entrevista, ese es el modelo que estamos viendo que tienen que hacer los grandes medios de comunicación, los grandes periódicos. Están surgiendo otros también ¿no? No me atrevo a pronosticar.
Otro de los argumentos para decretar la muerte del papel es que la gente no lee. ¿No será que leen igual, pero leen otras cosas y en otros medios?
Claro, la gente lee otras cosas. Para empezar, lee más en internet. En este momento cada vez se consume más prensa, incluso radio, a través de internet. A mí no me preocupa mucho que la gente no lea papel, me preocupa que la gente no lea. A mí lo que más me preocupa es que a la gente no le importe lo que les pase a los demás, es decir, con el individualismo galopante al que vamos el periodismo está en apuros porque el periodismo se nutre de lo común, de lo colectivo, de lo que afecta a todos.
Lo que sí está amenazada es la estructura empresarial de los grandes medios de comunicación que hemos conocido. Como esos son los únicos medios que hemos conocido, a ese problema le damos el carácter de problema definitivo. Pero creo que esos medios van a saber encontrar vías y están surgiendo millones de otras.
Usted es un hombre de radio. Cuando nació la televisión, decretaron el fin de la radio, y cuando nació Internet, pronosticaron el fin de la prensa y la televisión. Nada de eso ha pasado.
Se entona el ‘gori gori’ de lo que va a morir porque viene otra nueva, que luego no es así, aunque esto que viene nuevo no se parece a lo anterior. Y en segundo lugar, la radio es de todos los medios de comunicación el que tiene un lenguaje más parecido al mundo de internet. O sea, el periódico tiene de pronto que hablar un idioma que no sabía que es el de la inmediatez del tiempo fluido que va avanzando. Tiene que aprender otros lenguajes. Sin embargo, la radio maneja los dos lenguajes que son las armas de internet en una versión de bolsillo.
El tiempo fluido de la información que nunca cesa y la participación, que es una participación a pequeña escala. Internet es eso a lo bestia, pero en cierto sentido ese idioma la radio se lo sabe. En todo caso, yo creo que la radio se adaptará seguro. Siempre he dicho que la radio es el medio que más fácil va a aguantar, porque se adapta fácil. Es decir, tú para convertir este periódico en otra cosa, teneís que hacer una transformación notable. Una radio, si a mí me dicen que mañana Radio Caracol se tiene que convertir en una emisora de deportes, pues en una semana está en antena.
Cuando me preguntan ¿cómo será la radio del futuro?, yo digo: ‘Tú dime, ¿cómo será la sociedad del futuro? y dame 10 minutos’.
Usted comentaba que quizás nos estamos enfocando demasiado en las nuevas tecnologías, en la nueva red social, pero en el fondo el oficio de periodista sigue siendo el mismo.
Ante el aturdimiento de tanta novedad, ante el aturdimiento de tanta cosa que nos está sacudiendo a una velocidad extraordinaria. Ante los enigmas, incertidumbres, vaticinios, todos ellos, lo único que se puede extraer con claridad es que el oficio del periodista esencialmente va a tener la necesidad de ser transformado, hay que cambiar cosas, tendrá que cambiar sus lenguajes, que elegir otros formatos. Pero su actitud, su misión, su papel, su trabajo sigue estando ahí.
Yo lamento que ahora con tanta fascinación por los juguetitos y la angustia por las tecnologías que nos suceden, toda la atención está hipnóticamente proyectada sobre eso, pero hace tiempo que no se analiza el periodismo: su papel, su sentido.
Aturdidos como estamos, todo nos conduce a la desesperación y a la melancolía. Hay que entender que por paloma mensajera, por tren o correo, por burro o por internet la comunicación de hechos informativos tiene unas particularidades, una serie de razones de ser, unas cosas que no son y no deben ser digitales y nos tenemos que hacer fuertes.
Por eso os digo, no os hipnoticéis tanto con los juguetitos, sobre todo los jóvenes estudiantes, están todo el día convencidos de que se tienen que aprender el nuevo juguetito. Cuando se aprendan el nuevo juguetito se habrán inventado otro juguetito.
Usted habla de una crisis de fe en el periodismo cuando emergió internet.
Así es. Cuando empezó todo este asunto de internet, llegó la angustia de decir ‘ya el periodismo no va a ser necesario’, todos pueden ser informadores. Esto produjo la primera gran crisis de fe y al cabo de un poco tiempo se descubrió que no, por una razón muy sencilla: porque lo primero que escasea en las inundaciones es el agua potable. Cuando hay una inundación, pides agua potable.
Cuando hay una gran inundación de hechos y de datos, como ahora vemos a través de internet, hemos descubierto que lo que escasea es la información potable. El ciudadano, al sentirse arrollado por tanta información, va a buscar referencias de información potable. Por eso nunca como ahora las marcas y solvencia de las marcas y la ética y los principios de ‘le juego a usted limpio’ van a ser importantes. Eso es lo que nos va a salvar, porque la gente seguirá buscando la solvencia y esta estará donde siempre ha estado, en la búsqueda del hecho, en el relato del hecho y la decencia.
¿Hasta qué punto la crisis económica en España y en general en Europa, ha afectado la calidad del periodismo que se hace en el Viejo Continente?
A mí me parece que mucho. En ese sentido soy bastante crítico, primero porque las redacciones se han desarmado por completo. El nuevo director de 'El País', que ha estado en EE. UU., ha llegado a España y ha denunciado la gran cantidad de opinión que hay y la desproporción entre opinión y la información.
Pero eso ha sido entre otros detalles porque la opinión es más barata que la información, y porque los medios de comunicación han vaciado mucho sus redacciones de las gentes más solventes para quedarse con las más baratas, de los mejores especialistas para sustituirlos por chicos practicantes.
Se ha perdido calidad por razones de costos. Cada vez cuesta más encontrar dinero para investigar, para especialistas, las plantillas se reducen, las personas de más cualificación salen rápido. Los grandes periódicos mantienen las posiciones pero les está costando muchísimo.
¿Qué le diría a un estudiante de Periodismo que está a punto de entrar a trabajar?
Aunque su periódico sea de izquierda, derecha, público, o privado, él como periodista, tiene un compromiso con la sociedad, tendrá algún compromiso con su empresa, pero antes de eso, está el compromiso con la sociedad. Segundo, no debe olvidar que es un liberado de la sociedad para controlar el poder, no un liberado del poder para controlar la sociedad.
Que no olvide en qué equipo juega, porque a base de jugar como los medios de comunicación potentes tienen un poder institucionalizado tan fuerte, a veces el periodista se termina creyendo que forma parte del aparato del poder. Y, en tercer lugar, cuando se esté desanimando mucho por lo que está pasando, debería recordar que lo que está pasando está pasando y lo que viene detrás de lo que está pasando no está escrito y va a depender mucho de lo que se haga ahora.
Que no se tiene que permitir el desánimo de creer que las situaciones difíciles están condenadas a serlo siempre. Lo más importante es que siendo las técnicas cambiantes, las herramientas y el mundo, el papel del periodista debe quedarle muy claro.
EDUARD SOTO
Editor Internacional
EDUARD SOTO
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