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En busca del tiempo perdido

Por razones que no pregunté, fui invitado por la editorial La Carreta Social para comentar el libro Todo tiempo pasado fue peor, de Álvaro Delgado, que fue miembro activo del Partido Comunista hasta el comienzo de los 90 y perteneció al Comité Central de ese partido durante varios años, y ahora es un investigador del Cinep. Es una autobiografía en el formato de una entrevista, que le hace Juan Carlos Celis, otro investigador que adelanta estudios sobre las dimensiones territoriales de la acción sindical en Colombia.

El libro es muy interesante, especialmente para quienes no han seguido de
cerca las actividades del PC en nuestro país, y porque en la izquierda se
desdeñan los testimonios y las experiencias personales. Debe ser lectura
obligada para los analistas políticos y para quienes están interesados en
entender a las Farc, sus relaciones con el PC y otros partidos, y la manera
de pensar de quienes han participado en la protesta popular, todo lo cual es
de suma importancia para el análisis de la coyuntura política y de seguridad
actual, y de las posibilidades de la paz. Como Delgado estuvo en una
situación privilegiada para observar cómo se gestó y se construyó entre el
partido y la guerrilla la estrategia que se vino a conocer como de “todas
las formas de lucha”, y cómo en el tiempo fue ganando preeminencia la
guerrilla y se fue desvaneciendo la influencia del partido sobre las Farc.
Los primeros capítulos del libro describen la infancia y la juventud de
Delgado en Popayán, y el desarrollo de su interés por la política que surge
paralelo con el gusto por la literatura durante el bachillerato. En otros
capítulos, Delgado hace una memoria a vuelo de pájaro y desde muy alto de
cómo fue la vida de un miembro profesional del partido. El lector echa de
menos conocer mejor las actividades de un organizador sindical y cómo
operaba el poder dentro del partido. Esta omisión es particularmente notoria
porque Delgado conoce los detalles de la regionalización del conflicto
laboral, proceso que quizás contenga claves para comprender por qué Colombia
ha sido el país donde ocurrieron más de la mitad de los asesinatos de
líderes sindicales del mundo en años pasados, y para controlar estos
crímenes.
Tal vez los mejores capítulos del libro son los políticos. Es original el
juicio de Delgado sobre las oportunidades perdidas y la influencia que ha
tenido la guerrilla como agente inhibidor o supresor de alternativas
políticas interesantes que se le brindaron al Partido Comunista en las
épocas doradas, cuando pudo intervenir en política, cuando pudo hacer
alianzas y cuando tuvo contacto con la gente y buscó arraigo popular.
La lógica de la guerrilla le fue quitando posibilidades de desarrollo al
partido. En sus primeros años, evitó que se pudiera hacer una labor política
en zonas que simpatizaban con el comunismo, como Sumapaz y Riochiquito,
donde el clamor de la gente y de sus líderes era que se preservara la paz y
no fuera perturbada por la guerrilla. Tampoco se pudo preservar la labor
política en el Magdalena Medio, por la intervención de la guerrilla. Esta y
la guerra fueron adquiriendo cada vez mayor importancia y en el partido
predominó el concepto que todavía orienta a la guerrilla de que lo
importante es tomarse el poder y hacerlo por la fuerza. Las Farc no están
sinceramente interesadas en la paz, o en treguas, negociaciones o
acercamientos por motivos humanitarios que no sirvan para alcanzar este fin.
Esto es particularmente oportuno para el análisis de la situación actual.
En Colombia, ahora rehén de guerrilla y paramilitares, no se ha logrado
crear una sociedad moderna y justa que no esté dominada por la violencia.
Historias de vida como esta pueden ayudar a entender a los adversarios y a
encontrar soluciones.
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