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Productividad en E.U.: ¿dónde estamos?

Existen pocas dudas acerca de la importancia de la productividad en el desempeño económico de un país. Entender los determinantes de la productividad se ha convertido en una necesidad. Como bien decía Krugman en su libro La era de las expectativas limitadas, la capacidad de un país para mejorar su nivel de vida a lo largo del tiempo depende casi por entero de su capacidad para aumentar su producción por trabajador.

JORGE SICILIA
En otras palabras, la productividad no lo es todo a corto plazo, pero a largo plazo es casi todo.
Este libro lo escribió en 1991, tras casi 20 años en los que la
productividad en Estados Unidos había crecido por debajo del 1,5 por ciento
en promedio, lo que contrastaba poderosamente con tasas ligeramente
inferiores al 3 por ciento que alcanzó en los 25 años previos. Esto llevó a
que, entre la Segunda Guerra Mundial y 1973, la renta media en Estados
Unidos creciera por encima del 2,5 por ciento, mientras que en los 20 años
siguientes, la renta media prácticamente no subió. Esto nos permite entender
porqué la productividad a largo plazo lo es casi todo.
Las discusiones de la época nos indican que en aquellos años no existía un
consenso de cuál era el origen del problema y cómo había que solucionarlo.
Pero es cierto que, entre otros argumentos, la tecnología aparecía como uno
de los factores que podían impulsar su recuperación. Ya desde los años 80
los avances tecnológicos eran bastante sorprendentes, si bien no terminaban
de tener un impacto en productividad. Los pesimistas opinaban que la
revolución tecnológica no iba a cambiar el panorama si no lo había hecho ya,
pero los optimistas recordaban los felices años 20, donde el impulso del
sector del automóvil hizo crecer la productividad, aunque el automóvil ya
existía desde principios de siglo, para recordar que los avances
tecnológicos inciden con rezago en la productividad.
15 años después hay pocas dudas de que los optimistas tenían razón. Entre
1995 y 2005, la productividad ha vuelto a crecer en Estados Unidos a tasas
que casi alcanzan el 3 por ciento. Y no existe ninguna duda a estas alturas
que el principal causante de este comportamiento ha sido la aplicación de la
tecnología de la información en el proceso productivo de las empresas. Pero
no todo el incremento de productividad se ha debido a la inversión en
tecnología. Recientemente está apareciendo evidencia bastante sólida que
muestra cómo a partir del año 2000 tuvo un papel importante la organización
del capital físico y humano ante la presión competitiva que trajo la
globalización.
¿Y hacia delante? En 2006, la productividad ha crecido a tasas del 1,5 por
ciento, lo que ha oscurecido algo el optimismo. Ya han surgido voces que
auguran un período de bajo crecimiento en esta variable en los próximos
años, lo que implicaría una visión pesimista sobre la evolución de la renta
en Estados Unidos. El principal argumento es el poco espacio que, según
ellos, existe para seguir reorganizando el capital. En este contexto,
argumentan que el efecto fue un impulso puntual que ya ha terminado.
Todo es posible, pero esta visión algo pesimista no es tan probable. Por un
lado, el comportamiento reciente puede ser cíclico. En períodos de
moderación económica, como la que atraviesa hoy Estados Unidos, si se piensa
que es transitoria, las empresas no ajustan tan rápido el empleo, con lo que
la productividad disminuye. De hecho, eliminando de las series el sector
residencial, que está drenando crecimiento al PIB de ese país, el panorama
es mucho más alentador, con estimaciones que sitúan la productividad en el
2,5 por ciento.
No hay que olvidar que los procesos fuertes de inversión productiva, como el
que se produjo en la segunda mitad de los 90 son disruptivos, en la medida
en que las empresas tienen que desviar recursos para aprender a utilizar el
nuevo capital. Ante la inversión acumulada, a partir del año 2000 las
empresas pudieron aprovechar el capital invertido en la reorganización de
sus recursos de capital y de trabajo. Y la tecnología evoluciona
rápidamente: nuevas inversiones pueden impulsar de nuevo el panorama. A mi
me parece que hay más argumentos para defender esta visión que la pesimista.
Economista jefe Servicio de Estudios, BBVA, Norteamérica
La productividad no lo es todo a corto plazo, pero a largo plazo es casi
todo”.
JORGE SICILIA
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