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TODD SOLONDZ: DIRIGIR ES HORRIBLE

En su voz se adivina el gordo pusilánime y acosador telefónico de Felicidad, pero también Toby Oxman, el documentalista fracasado de Historias Prohibidas, su más reciente filme. Todd Solondz habla atropelladamente, en una mezcla de torpeza y genialidad, porque las ideas sele atascan trasformadas en ráfagas de palabras.

En su voz se adivina el gordo pusilánime y acosador telefónico de Felicidad, pero también Toby Oxman, el documentalista fracasado de Historias Prohibidas, su más reciente filme. Todd Solondz habla atropelladamente, en una mezcla de torpeza y genialidad, porque las ideas sele atascan trasformadas en ráfagas de palabras.
No le gusta que lo comparen con Woody Allen, aunque muchos lo han hecho, no solo porque los dos vivan en Nueva York y usen gafas gruesas como Solondz alega , sino porque los dos son estudiosos de las rarezas humanas, desmenuzando paranoias, frustraciones y sentimientos tan brutales como cotidianos.
En Felicidad logró un relato franco, divertido y con un sutil humor negro sobre el sexo y la soledad, desde ángulos tan difíciles y polémicos como la masturbación y el abuso infantil. En Historias prohibidas, que se acaba de estrenar en Colombia, hace una radiografía de la desintegración familiar, desde los ojos de un adolescente eternamente aburrido y una estudiante de literatura que se hace violar por su maestro.
A Solondz se le nota nervioso, mientras entra en el calor de la conversación que aceptó sostener con este diario, desde su apartamento en Nueva York, en donde dice que siempre se refugia para poder escribir en paz.
Usted parece que se hace una autoterapia con cada película...
Es posible. Además nunca he tenido un siquiatra. No analizo exactamente lo que pasa cuando escribo, porque mi trabajo es creativo no intelectual, sin embargo, a veces noto cierta furia en lo que hago.
Hay quienes dicen que usted se parece mucho a sus personajes...
Nunca trato de retratarme en mis películas. Pero sí me conecto con mis personajes de diferentes maneras cuando escribo. Me visto como ellos para obtener el mayor drama en el momento.
Cuál es su interés en estudiar la desintegración familiar?
Lo que pretendo, más que analizar algo, es mostrar un vacío moral en la familia actual.
En Historias prohibidas usted hace una referencia directa a la masacre estudiantil de Columbine (Estados Unidos) Es este un ejemplo de decadencia familiar?
La violencia escolar no es un problema solo de Estados Unidos. Lo que hago es explorar el sistema educativo, desde los ojos de un muchacho. Cómo los niños aprenden y absorben cultura. El personaje central es un joven completamente absorbido por la cultura pop americana. Es al final de la película, cuando ve su vida en la pantalla, que se cuestiona realmente y empieza a crecer.
Cómo entró en el mundo adolescente contemporáneo?
No hice ninguna clase de investigación. Uno tiene que ser muy sensitivo frente a lo que pasa allá afuera. Ahora los jóvenes son muy reflexivos frente al mundo adulto en el que viven.
Provocación podría ser un buen adjetivo para sus películas?
Trato de escribir cosas que me emocionan, que dramáticamente tienen mucho sentido. Eso de provocación me parece relativo, porque siempre que haces una película quieres provocar a la audiencia de alguna manera. Pero si te cuestionas por qué quieres provocar, es distinto. En Historias prohibidas puedes encontrar, por ejemplo, percepciones diferentes como raza, sexo, clases sociales... y todo juega un papel específico en el argumento.
Cómo se siente mejor, como escritor o director?
Si eres un director no tienes que saber escribir, pero sí tienes que saber cómo se cuenta una historia. Las dos actividades están interconectadas.
Pero usted ha dicho que dirigir películas es como una tortura...
Es horrible. Hay gente que tiene la personalidad para dirigir, yo no. Hay quienes obtienen placer ejerciendo la autoridad, ese no es mi caso. No obtengo adrenalina diciéndole a la gente qué hacer. Comes muy mal y tienes que levantarte muy temprano. Dirigir es poco placentero.
Qué les responde a los que lo comparan con Woody Allen?
Que están equivocados. Ni siquiera lo conozco. El y yo solo nos parecemos en que usamos gafas gruesas, somos judíos y vivimos en Nueva York. Además, yo toco el piano y el cello, no el clarinete.
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