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LA SOLUCIÓN BORRERO OLANO

En octubre (1949), el gobernador del Valle, Nicolás Borrero Olano, convocó a gremios, terratenientes, ganaderos y hacendados para plantearles la necesidad de crear un cuerpo propio de policía que fuera financiado y armado por estos. De tal modo, se legalizó y oficializó la policía privada, y al mismo tiempo la banda de pájaros , pues el gobernador ofreció que tanto hacendados como agricultores podrían crear los cuerpos de vigilancia que desearan, los cuales tendrían todo el respaldo de la autoridad y podrían actuar en nombre de ella . Y actuaron armados y actuaron como informantes.

OSCAR COLLAZOS
En octubre (1949), el gobernador del Valle, Nicolás Borrero Olano, convocó a gremios, terratenientes, ganaderos y hacendados para plantearles la necesidad de crear un cuerpo propio de policía que fuera financiado y armado por estos. De tal modo, se legalizó y oficializó la policía privada, y al mismo tiempo la banda de pájaros , pues el gobernador ofreció que tanto hacendados como agricultores podrían crear los cuerpos de vigilancia que desearan, los cuales tendrían todo el respaldo de la autoridad y podrían actuar en nombre de ella . Y actuaron armados y actuaron como informantes.
El relato viene en el libro Mediadores, rebuscadores, traquetos y narcos, del profesor Darío Betancourt Echeverry (1998). El autor recuerda que Borrero Olano, laureanista y con posiciones de extrema derecha, al imponer el poder civil y privado, lograba la neutralidad del Ejército en las zonas de actuación de los pájaros (...). Los efectos fueron inmediatos. Después del acto del gobernador, una oleada de acciones violentas se desencadenó contra las poblaciones de mayorías liberales .
El resto del relato es de siniestra recordación. La historia de Colombia parecería no moverse en línea progresiva sino en círculos viciosos: siempre regresamos a las aberraciones del pasado, no para corregirlas sino para perfeccionarlas. Y aunque la bibliografía sobre nuestras guerras recientes es enorme; aunque los historiadores hayan diseccionado como si se tratara de un inmenso cadáver la naturaleza de nuestros conflictos más recientes, el poder político se hace el sordo ante la Academia.
Los colombianos sabemos lo que sucedió después. El pacificador Rojas Pinilla mantuvo a su diestra, entre otros, a León María Lozano, El Cóndor . Nada hizo contra la jaula de pájaros que piaba con ráfagas de armas e insólitos, bárbaros cortes de machete. Los liberales que no creyeron en la pacificación ordenada por los mediadores de las ciudades nunca enterraron las armas. En poco tiempo fueron el germen de las guerrillas comunistas, auxiliadas, como la pajarería , por campesinos informantes. El régimen de terror venía acompañado por la logística de los delatores.
Ya no vivimos en los escenarios donde liberales y conservadores se dieron bala por el poder político y las riquezas sin linderos, arrastrando a millones de colombianos fanatizados por las pasiones partidistas. Ahora tenemos una subversión criminalizada y obstinada en un proyecto de sociedad inviable. Padecemos un paramilitarismo que la combate, al tiempo que defiende los intereses de los propietarios rurales, incluidos los narcos . Unos y otros imponen el terror en sus territorios y no les faltan informantes. Medio siglo después, son muchos los que piden la borreroolanización de la guerra.
Un millón de civiles alistados para responder a la guerrilla con la lengua y quizá también con las armas entregadas por el Estado serán un millón incontrolable de seres envenenados por sus prejuicios y rencores. La guerra los ha vuelto paranoicos. Se convertirán quizá en objetivo militar de la guerrilla y en aliados de las autodefensas . Si esto sucediera, la Historia volvería entonces a morderse la cola.
OSCAR COLLAZOS
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