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'Diccionario de Gentilicios de Colombia', para aprender cómo se le dice a los oriundos de una región

.Así como el colombiano se las ingenia para ponerle el apodo al vecino y al compañero de trabajo, es igual de ingenioso para "bautizar" a quienes nacieron en diferentes lugares de Colombia.

"A los del Espinal (Tolima), les dicen pelachivas, a los de Chaparral, caratejos. En Colombia hay pingos, toches, cascareros, cotudos. También corronchos, paisas y raizales", explica Alberto Mendoza Morales, presidente de la Sociedad Geográfica de Colombia, que acaba de publicar, el nuevo Diccionario de Gentilicios de Colombia, con el apoyo del Instituto Geográfico Agustín Codazzi.
Si bien el libro advierte que los gentilicios se derivan naturalmente de los nombres de los lugares (topónimos), muchos provienen de la costumbre, es decir, de como les dice la gente. Muchos están ligados al folclor, a la sabiduría popular, a creencias, mitos y cuentos. Otros a personajes históricos y otros más, a tradiciones arraigadas en el inventario inmaterial de un lugar.
Además de los comunes, la publicación incluye un apartado especial para aquellos gentilicios curiosos, que clasificarían fácilmente para una pregunta corchadora del juego 'Sabelotodo'.
Por ejemplo, pocos saben que a los habitantes de Aracataca, la tierra del nuestro premio Nobel de Literatura, se les dice cataqueros. Y Aunque algunos lo atribuyen al río que circunda la región otros opinan que su origen corresponde a que la gente le dice a su tierra Cataca, de manera coloquial.
Más casos extraños
En otros casos, el nombre viene de alguna costumbre tradicional o fiesta de la población, como ocurre en Guática (Risaralda), donde sus habitantes no se denominan comúnmente guati.., sino cebolleros, por cariño con el producto que más se cultiva allí.
Algunos gentilicios, denominados alternativos, adquirieron la versión recortada del nombre original de su municipio, que cayó en desuso dada su extensión. Es el caso de poblaciones como la Villa de San Diego de Ubaté (ubatenses), San Juan de Pasto (pastusos), Santiago de Tolú (tolueños/ toludeños), Santiago de Cali (caleños) o Guadalajara de Buga (bugueños).
En sentido contrario, a los de Choachí (Cundinamarca) se les dice chiguanos, gentilicio que proviene del nombre antiguo de la población: San Juan de Chiguaní. Otro caso llamativo es el de los oriundos de Armenia, a quienes se les llama cuyabros, en alusión a la cuyabra, vasija de calabaza propia de la región, según lo explican los investigadores de la publicación.
En el Huila se presentan curiosidades históricas: a los oriundos del departamento, se les llama huilenses, pero también tienen el apelativo de opitas, que viene de la expresión "opa", utilizada cuando dos personas se encontraban. A los naturales de Pital (Huila) se les llaman pitaleños, mientras los oriundos de Pitalito no son pitalitenses ni pitaleños, sino laboyanos.
Sobre el origen de este gentilicio los investigadores lo atribuyen a que la población está ubicada en el Valle de Laboyos, donde se encontraba la famosa hacienda San Juan de Laboyos, del ex presidente José Hilario López.
Cuando hay topónimos que se repiten, la cosa es más complicada. Un habitante del departamento de Córdoba, es un cordobés; pero uno de la población de Córdoba (Nariño), es cordobeño. Los de Córdoba (Quindío) son cordobenses, pero a los naturales de Córdoba (Boyacá), se les dice tetoneros.
¿Por qué esta variación tan inesperada? Por el nombre anterior de la población: San Pablo de Tetón, bautizada así en homenaje al cacique Tetón.
Y, ¿por qué a los de Ibagué no se les dice ibagueños, sino ibaguereños? En algún momento de la historia, al gentilicio se le agregó la sílaba 're' y la costumbre se volvió ley. Así es de rara la lengua.
CARLOS RESTREPO
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO
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