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El auge cocalero amenaza la relación de Colombia con Estados Unidos

En Washington estiman más de 200.000 hectáreas sembradas. ¿Viene 'renarcotización' de la agenda?

La preocupación que existe en Estados Unidos por el aumento de los cultivos ilícitos en Colombia no es cosa nueva. De hecho, es quizá el tema que hoy consume más horas de discusión entre las autoridades de ambos países.
Hasta la fecha, sin embargo, esas conversaciones se habían sostenido en privado. Los gobiernos analizaban estrategias para frenar la expansión sin que eso afectara en lo más mínimo el énfasis en los acuerdos de paz que le imprimió a la relación bilateral la administración Obama.
Pero esa dinámica cambió esta semana con la publicación del informe anual que realiza el Departamento de Estado sobre la lucha contra las drogas en el mundo.
En el reporte, que evalúa el año 2016, Estados Unidos advierte que en el país se ha registrado un “dramático aumento” en el tamaño de los cultivos ilícitos y atribuye parte del problema a decisiones tomadas por el Gobierno colombiano y por las Farc.
“La situación es grave –dice una fuente diplomática consultada por este diario–. Y lo es porque en este momento creemos que Colombia tiene sembrada más coca que en cualquier otro momento de su historia”.
Situación que de no mejorar pronto, afirman analistas, llevaría a una ‘renarcotización’ de la agenda con Washington.
El reporte no incluye aún las cifras del año pasado. Pero voces consultadas en esta capital ya hablan de más de 200.000 hectáreas contabilizadas entre enero y diciembre del 2016.
Para poner en contexto lo que significa esta cifra, el año en el que más hectáreas de coca se detectaron fue el 2001, cuando las imágenes satelitales dieron cuenta de unas 187.000 hectáreas.
Ese fue el momento, precisamente, en que EE. UU. comenzó a financiar el Plan Colombia.
Desde entonces la tendencia venía hacia la baja, salvo por el periodo entre el 2005 y 2007 cuando se presentó un ligero incremento.
En el año 2012, el número llegó al nivel más bajo en casi dos décadas (78.000 hectáreas). Una reducción de casi el 60 ciento de los cultivos, que en ese entonces se atribuyó a la iniciativa financiada por los estadounidenses y a los intensos esfuerzos de las autoridades nacionales.
El primer campanazo de alerta sonó en el 2014 cuando el conteo que realiza EE. UU. pasó de 80.500 en 2013 a unas 112.000. Y de allí a las 159.000 registradas en el 2015. Es decir, que el área sembrada se había duplicado en solo dos años.
Y lo mismo pasó con la producción potencial de cocaína que tienen esos cultivos que subió de 230 toneladas a 495 (más del 100 por ciento en ese mismo lapso).
A la lista de preocupaciones se ha sumado la reaparición de cultivos de amapola, que habían sido eliminados casi en su totalidad desde el año 2009, pero que comenzaron a detectarse en el 2014 nuevamente. De momento, son solo unas 1.300 hectáreas que producen 25 toneladas métricas de heroína. Pero con ellas Colombia se convierte en el productor más grande de esta droga en el Hemisferio después de México.
En su informe el Departamento de Estado atribuye el alza a cuatro factores centrales.
Por un lado, dice EE. UU., el Gobierno habría reducido las operaciones de erradicación en áreas controladas por las Farc para disminuir posibles conflictos con el grupo guerrillero mientras avanzaban las negociaciones de paz.
Así mismo, que las Farc habrían estimulado la producción de coca entre campesinos bajo la idea de que las áreas con mayores cultivos serían las más beneficiadas con subsidios e inversión en el posconflicto.
Subraya, a su vez, el efecto que produjo la reducción de más del 60 por ciento del presupuesto que invertía el Gobierno colombiano en erradicación manual y las nuevas tácticas empleadas por los cultivadores para evadir los efectos de la erradicación, como la siembra en parques nacionales y el uso de minas para proteger los cultivos.
Curiosamente, el reporte no se refiere directamente a lo que muchos llaman el ‘elefante blanco dentro del cuarto’ y del que nadie quiere hablar: la decisión en octubre del 2015 de suspender las fumigaciones aéreas.
Pero lo que sí dice el Departamento de Estado es que el 2016 será el primer año completo en el que no se fumigó en el país y, por tanto, se podrá medir el efecto de esa medida.
En el documento, EE. UU. deja claro que considera a Colombia como un gran aliado y valora los esfuerzos que viene haciendo. Destaca, por ejemplo, un incremento de casi el 30 por ciento en coca decomisada a lo largo del 2016. Aunque hay que anotar que las cifras del Gobierno colombiano hablan de un aumento del 49 por ciento en las incautaciones de cocaína en el mismo periodo.
William Brownfield, subsecretario de Estado para Asuntos de Narcotráfico Internacional, fue también muy discreto a la hora de comentar los resultados.
“En los últimos tres años, tanto los datos de EE. UU. como los de la ONU indican que hay un aumento sustancial en los cultivos y la producción de coca. Colombia es un amigo cercano y quizá el socio con quien tenemos las relaciones más estrechas en el Hemisferio. Estamos trabajando juntos y ambos países reconocen este problema, que es serio, y que no le conviene a ninguno de los dos ni al mundo”, dijo el funcionario durante una rueda de prensa donde anunció que irá a Colombia esta semana para discutir las dificultades y buscar soluciones.
También se sabe que EE. UU. viene dando un compás de espera a la estrategia planteada por el Gobierno en la que miembros de las Farc, una vez desmovilizados, ayudarían a golpear el negocio del que antes se lucraban.
Asimismo, a un plan presentado a comienzos de año por el Ministerio del Posconflicto promete erradicar manualmente unas 100.000 hectáreas durante el 2017: cinco veces más que lo erradicado por esta vía en 2016.
Pero la paciencia parece estarse acabando.
Si bien Colombia ha contado siempre con un saludable respaldo bipartidista –y lo sigue teniendo– el auge cocalero no ha pasado desapercibido en Estados Unidos, un país que le ha invertido más de 11.000 millones de dólares en los últimos 15 años a la lucha contra las drogas en Colombia, y que hoy ve esa ‘inversión’ perdida.
Además, las malas noticias coinciden con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
Aunque el mandatario republicano ha dicho muy poco sobre Colombia –y todas cosas buenas– está dejando claro en todas sus intervenciones que ve el problema de la droga desde una perspectiva de línea dura.
Esta misma semana, durante una intervención ante el Congreso, identificó al narcotráfico como uno de los grandes problemas del país al que piensa darle máxima prioridad.
Es por eso que expertos como Adam Isacson, de Wola, vaticinan cambios en la relación.
“Cuando salgan los nuevos estimados de la coca para el año 2016, probablemente en unas cuantas semanas, estas van a mostrar otro gran aumento en el país –posiblemente sobrepasando las 200.000 hectáreas–, lo cual nunca había sucedido. Y eso va a tener un gran impacto en Washington”, afirma Isacson, que lleva años siguiendo el tema colombiano.
De acuerdo con el analista, “los políticos de línea dura, especialmente los que quieren regresar al pasado y hacer cosas que los hagan ver firmes sin importar si funcionan, están envalentonados por la retórica de Trump y usarán el alza como argumento para debilitar el apoyo de EE. UU. al proceso de paz”.
Trump, de paso, ya está hablado de recortes a todos los programas de ayuda exterior y no sería descabellado suponer que, ante la situación, le pida al Congreso orientar los pocos recursos disponibles a la lucha contra las drogas en detrimento del respaldo a la implementación de los acuerdos con las Farc.
De igual manera es posible que presione, junto a los republicanos del Legislativo, para que se vuelva a la fumigación aérea.
Nadie habla de rompimientos o de obstáculos insalvables en una relación afincada en ya décadas de trabajo conjunto. Pero tampoco hay dudas de que la combinación entre el ascenso de un gobierno republicano en EE. UU. y la “dramática” expansión de los cultivos ilícitos en Colombia, probablemente provocará un giro hacia el pasado.
Cifras de la lucha contra el narcotráfico en Colombia
378 toneladas de cocaína incautadas en el 2016
La cifra fue calificada como histórica por el Gobierno, ya que representa un incremento del 49 por ciento en las incautaciones de cocaína con relación al 2015. El grupo criminal que mantiene el control del narcotráfico en Colombia es el ‘clan Úsuga’.
100 mil hectáreas de cultivos ilícitos
El Gobierno fijó como meta que este año se eliminen 100.000 hectáreas de matas de coca. 50.000 hectáreas se harán a través de la sustitución de cultivos, y las otras 50.000 con los programas de erradicación manual y forzosa de la Fuerza Pública.
4 CEO en las zonas con mayor impacto
El Ministerio de Defensa diseñó una estrategia para afectar directamente la cadena ligada al narcotráfico, con la implementación de los Centros Estratégicos de Operaciones (CEO), cuyo piloto fue lanzado en Tumaco, Nariño.
90 mil millones de pesos se invierten en erradicar
Este año la erradicación manual tiene dos innovaciones: la aspersión terrestre a cargo de la Policía Antinarcóticos y la erradicación con guadaña, que estará a cargo del Ejército y que consiste en cortar la mata a ras, y al tallo se le aplica el glifosato.
521 kilos de heroína fueron decomisados
Un kilo de heroína en Estados Unidos alcanza el valor de 70.000 dólares. Los mayores cultivos de matas de amapola se encuentran en Cauca. Las redes de narcotraficantes la sacan a través de personas que ‘ingieren’ la droga o con maletas de doble fondo.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
En Twitter @sergom68
Washington
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