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Después del béisbol y los Rolling Stones

Sin aceptar lo inaceptable ni cruzar más líneas rojas, urge hoja de ruta.

JUAN LOZANO
Allá llegó, de buena fe, el gringote Kerry, engañado –creo yo– con la idea de que el acuerdo de paz estaba más cerca de lo que está, como si le hubieran metido tantos cuentos como los que a diario nos tratan de meter a los colombianos desde tribunas oficiales, minimizando la complejidad de los asuntos que quedan por resolver y cabalgando sobre el propósito de su gobierno de contribuir al proceso de paz.
Desde el chismorreo habanero, dijeron que Kerry estaba muy enterado de los detalles del proceso y también de las nimiedades, a juzgar por como salieron las cosas. Frente a los temas más álgidos y sobre el real diagnóstico de la situación, algunos han dicho que parecía víctima de un exceso de Google y dependiente de fuentes gubernamentales parcializadas.
Me remito a lo que dice Rafael Nieto en su columna de ‘El Colombiano’. “Kerry... entendió que su encuentro con las Farc... fue no solo prematuro sino inoportuno. Y se enojó. Así se lo hizo saber tanto a sus funcionarios, que pecaron de ingenuos al confiar en el Gobierno colombiano, como a De la Calle”.
Y claro que se frotan las manos de la dicha ciertos republicanos ante el papayazo que les dio Mr. Kerry en plena campaña, convirtiéndose en el candidote que rompió una tradición de rechazo a organizaciones terroristas y narcotraficantes de la Secretaría de Estado y se reunió con una organización que se mantiene en las listas oprobiosas elaboradas por su propio gobierno, con la mala fortuna de que eso ocurrió precisamente cuando el mundo entero volvía a levantar su voz y a reducir a cero su tolerancia contra el terrorismo tras los brutales atentados de Bruselas.
Hasta el desmedido Trump aprovechó el partido de béisbol que tanto disfrutaron Castro, Obama y los alegres negociadores de paz, y que transcurría mientras el planeta se estremecía por lo ocurrido en Bélgica y los líderes globales desplegaban sus mayores fortalezas antiterroristas. “El presidente Obama debería inmediatamente abandonar el juego de béisbol en Cuba y regresar a Washington...” trinó Trump. Y agregó: “Obama y tantos otros han sido tan débiles... que grupos terroristas se están formando y fortaleciendo”.
Por su parte, dice Alfonso Cuéllar en ‘Semana’, en su columna en línea ‘El error de Kerry’, que “aceptar la petición del Gobierno colombiano de reunirse con las Farc antes de la firma de la paz alejó el acuerdo final... al promover la reunión con Kerry antes de que fuera oportuno, el Gobierno perdió uno de los pocos elementos de presión que le quedaban. Lástima”.
En cualquier caso, después de la rumba y la diversión, después del béisbol, los Rolling Stones, las mentiras oficiales y la fecha incumplida, después de la visita de Obama, la cita de Kerry y los trinos de Trump, lo que procede es retomar con firmeza y disciplina las conversaciones y adoptar la que han dado en llamar la hoja de ruta para concluir la negociación, definiendo, con precisión de plazos y contenidos, unos hitos para evacuar los asuntos más sensibles.
Coincido con José Manuel Acevedo, también en ‘Semana’: “Después del fallido 23M, el Gobierno y las Farc definitivamente tendrán que buscar menos fotos con personajes internacionales y más sintonía con los colombianos de a pie si quieren que cuando llegue la firma final todavía quede algo de fe en este proceso de paz”.
Ojalá las Farc entiendan, por fin, que tienen por delante una oportunidad única y que hasta la supuesta candidez de Kerry es una demostración de que también Estados Unidos quiere acompañar este proceso. Y ojalá el Gobierno colombiano le meta el acelerador a la mesa, concretando rápido una hoja de ruta realista y detallada, sin aceptar lo inaceptable y sin vulnerar las pocas líneas rojas que aún no ha vulnerado, para que este roquero, beisbolero y farandulero anhelo de paz de Semana Santa se traduzca en un acuerdo justo, sostenible y confiable.
JUAN LOZANO
JUAN LOZANO
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