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El santo de Santos

Como Poncio Pilatos, el Gobierno se lava las manos y mira para otro lado.

PAOLA OCHOA
Empieza Semana Santa: época de perdón, de arrepentimiento, de actos de contrición. Mea culpa para todos los mortales, pero no para este Gobierno que se niega a aceptar su responsabilidad en los problemas nacionales. Porque en la Casa de Nariño nadie tiene la culpa de nada. Allí, los errores se les atribuyen a los demás, pero no a quienes ostentan el poder dentro del palacio presidencial.
Para la muestra un botón: la actitud del Gobierno tras el nuevo fallo de La Haya, que nos deja ad portas de perder otro gran pedazo de mar territorial. El Gobierno le echó la culpa a la Corte Internacional de Justicia, que porque está sesgada y politizada a favor de Nicaragua. Dijo que su fallo tenía visos de incoherencia y hasta que exmagistrados de ese tribunal asesoraron al Gobierno de Daniel Ortega. Como si la defensa jurídica de nuestro Estado no hubiera fallado, ni la Canciller tuviera responsabilidad alguna en un tema tan delicado.
Ni hablar del apagón que se nos viene pierna arriba. Dice el Gobierno que la culpa es del fenómeno del Niño, que secó los embalses y dejó sin agua las hidroeléctricas. Además, que las cinco térmicas averiadas tienen problemas internos de mantenimiento y que las tres apagadas no conseguían gas por sus propios medios. Cuando se venga el apagón de verdad nos echará la culpa a nosotros los usuarios: nos dirán que no ahorramos el 5 % diario en nuestras viviendas y que por eso nos quedamos con la luz a medias. Como si los ministerios de Minas, Hacienda y Planeación Nacional no fuesen las cabezas en la toma de decisiones de la Creg y ninguno tuviera aquí velas.
Ilustración: Juan Felipe Sanmiguel
El pecado es de otros, pero no de nosotros. Lo mismo pasa con Reficar: la culpa es de Glencore y de CBI, que se pifiaron en los cálculos de la modernización de la Refinería de Cartagena y negociaron un pésimo contrato entre ellas. Como si el Gobierno no hubiera podido denunciar ese contrato hace rato en vez de tener que esperar tantos años. A diferencia de Panamá, que sí renegoció duramente las obras de ampliación del Canal cuando las firmas de ingeniería pedían una cifra descomunal. Al Gobierno colombiano no se le ocurrió esa posibilidad y hoy tenemos que pagar 8.000 millones de dólares por algo que valía la mitad. Lo peor es que Reficar va a terminar costando más que esa obra del Canal.
Vayamos por los escándalos dentro de la Policía y la ‘comunidad del anillo’. La culpa se la echaron al mal periodismo, en lugar de reconocer la corrupción y la putrefacción que corroe a la Policía Nacional desde hace varios años. Desde las redes de prostitución hasta los extraños vínculos de sus hombres con terroristas y hasta grupos de narcos. No es casualidad que muchos de los miembros del bloque de búsqueda de Pablo Escobar hayan terminado muertos, con líos con la justicia, extraditados o sin visa gringa.
Como Poncio Pilato, el Gobierno se lava las manos y mira para otro lado. Es el mismo patrón de comportamiento en muchos casos: en la tabla de avalúos de los carros, la culpa fue de la firma que hizo el estudio, pero no de la Ministra del ramo. En los líos de las cooperativas del sector salud, la culpa es de las EPS, pero no del Gobierno, que nombra a los liquidadores y gerentes. En el incumplimiento de las negociaciones en La Habana, la culpa es de ‘Timochenko’ y los negociadores de las Farc, pero no del Gobierno que corre sistemáticamente los tiempos de la paz. En el cierre de la frontera con Venezuela, la culpa fue de Nicolás Maduro, pero no del contrabando que entraba olímpicamente sin que se hiciera nada de nuestro lado.
El Gobierno debería aprovechar esta Semana Santa para hacer un acto de contrición y pedir perdón de verdad. Un mea culpa que suene sincero y que nos dé a los colombianos de a pie un poquito de paz. Que sepamos que la Casa de Nariño es capaz de reflexionar sobre sus actos y reconocer sus errores, por leves o graves que estos sean. Así nos toca a todos los colombianos a diario. Así les debería tocar también hasta a los propios santos. Hay muchas cosas buenas que se han hecho, pero los errores sin responsables las eclipsan de un solo tajo.
PAOLA OCHOA
PAOLA OCHOA
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