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Lezlie Berrío y su 'carnal relación' con el piano

El antioqueño narró su historia con el instrumento que le ha acompañado a lo largo de su vida.

Es uno de los pianistas con mayor reconocimiento en el país. Nació en Itagüí hace 32 años, es egresado de la Universidad de Antioquia, realizó sus estudios de posgrado en el Conservatorio Superior de Música del Liceu de Barcelona y, entre 2011 y 2013, hizo su maestría en Interpretación de la Música Latinoamericana del siglo XX en Mendoza, Argentina.
Se trata de Lezlie Berrío que conversó con EL TIEMPO sobre cómo surgió su pasión artística y una parte de la historia de su vida.
Berrío es docente en la Universidad de Antioquia y Eafit desde el 2013. Además, dirige el Laboratorio Artístico L.B. en Sabaneta, donde enseña música a niños y jóvenes aprendices, de Envigado, Medellín y Sabaneta, entre otros municipios.
¿Cuándo empezó a tocar el piano?
A los 8 años, pero de manera seria, a los 10.
¿Cómo surge esa pasión?
Primero fue visual. Yo vi las teclas de un piano y quedé prendado. Luego inicié con el instrumento.
¿De quién heredó la pasión por el piano?
Fue un instinto. Mi abuelo es amante de la música clásica y él nos hacía escuchar el agua y el viento en los árboles. Si tuviera que hablar de un referente artístico, sería mi abuelo. Una referente de vida es mi madre porque en mis inicios ella fue mi mentora, ferviente y dedicada, que ejercía una presión importante. Hubo un momento, a los 12 años, en que yo no quería tocar más el piano y ella, sin saber leer música, cada día me daba una partitura nueva y me decía que si yo no la aprendía cuando ella llegara de trabajar, me iba a ir mal (risas). Su labor fue crucial en los momentos de flaqueza y sirvió para que yo no abandonara el instrumento.
¿Qué es la música en su vida?
La música es una filtración de emociones a través de la sensibilidad que tenemos los seres humanos en los dedos de las manos. Es una conexión con un hilo invisible en el más allá y el más acá. También es un modo de quererme y una manera de querer amar mejor.
¿Cuál es el efecto que usted genera en el oyente cuando toca el piano?
Yo me preparo para tocar todas las notas que están en la partitura y hay un momento en que uno se inspira. No siempre esto sucede. Por eso es importante pensar la música para sentirla a través de unos filtros. En mi vida como pianista, músicos de otros instrumentos que me han dicho: “Gracias a que una vez te vi tocar a ti, hoy yo soy músico”. Cuando hay otras personas, me obnubilo por el erotismo que me traduce el sonido que me inspira. Es una relación casi carnal con el instrumento; esta provoca, más que excitación, deleite. También hay otro efecto como cambiar la vida de alguien por medio de la música, reactivar recuerdos olvidados en la gente. La música son siete notas, pero con esas siete tienes que hacer colores, recuerdos, momentos de relax...
¿Planes para el futuro?
Por ahora, presentaré en Bogotá los 24 valses de Chopin. Será en mayo.
Luis Carlos Padilla Berrío
EL TIEMPO
MEDELLÍN
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