Reguero

Ante semejante torrente de violencia, lo mejor que puede hacer uno es negarse a la violencia.

Ricardo Silva Romero
Qué cansancio de país. Qué reguero de país. Qué estarán dando en cine para recordar que la vida es otra cosa. La última vez que entré a los comentarios de esta columna en eltiempo.com, que jamás los leo, lo hice porque le había escrito una despedida a mi papá al otro día de su muerte: quería ver si sus alumnos aprovechaban los foros pegajosos que sabemos para darle las gracias a su maestro, pero salí corriendo cuando leí al segundo trol que celebraba mi duelo.
Yo no he sido de ningún partido, ni he recibido un solo peso de ningún gobierno, ni he justificado la violencia de ningún violento: mi ideología ha sido el sentido común. Pero ese día alcancé a contar dos anónimos felices por mi pérdida. Y me encogí de hombros porque es un hecho, como el horror, que las redes sociales están llenas de malogrados adictos al odio, pero también porque aquí siempre ha sido imperdonable opinar.
Digo esto que digo porque esta semana sí que ha sido claro que ante semejante torrente de violencia lo mejor que puede hacer uno es precisamente negarse a la violencia, rehusarse a la bajeza, hablar la lengua recta de la ley: es en nuestro Código Penal, no en su versión de los hechos ni en la mía, donde está escrito que “el que impute falsamente a otro una conducta típica incurrirá en prisión de 16 a 72 meses”; donde está dicho, sin adjetivos ni afanes de venganza, que el expresidente Álvaro Uribe Vélez debe retractarse por haberse atrevido a acusar de “violador de niños” al periodista satírico Daniel Samper Ospina –su crítico más popular– sin aportar las pruebas. No es más. Aquí tendría que terminar esta columna. Pero el expresidente ha vuelto a jugar la carta que ha cebado la violencia colombiana desde antes de 1948: ha dicho “usted empezó”.
Y parece necesario repetir, a ver si alguna frase abre al fin la puerta, que no es lo mismo ser un humorista que irrespeta a los poderosos que un expresidente que calumnia a sus críticos.
Qué desgaste inútil de país. A finales de febrero de 2005, cuando empezaba a quedarse en la presidencia, Uribe reaccionó a la masacre de San José de Apartadó –que fue un descuartizamiento– acusando a algunas de las víctimas de “auxiliar a las Farc”: ocho años después, la Corte Constitucional ordenó al Estado retractarse por mancillar a esa comunidad y justificar la matanza. Desde hace mucho tiempo Uribe se ha estado permitiendo las calumnias, como si él fuera su ley, con la certeza de que las primeras planas de hoy serán las minúsculas notas de mañana: pregúnteselo usted a los magistrados de la Corte Suprema a los que acorraló, a los once muchachos de Soacha asesinados que según él “no fueron a recoger café”, a los periodistas de buena memoria que ha emparentado con el terrorismo, y entonces será claro qué es matar un nombre.
Y por qué en la era de las muchedumbres, en la Torre de Babel de las redes, lo único que le queda al calumniado por un poderoso –respaldado, a tientas, por tanto país– es hablar la lengua de la ley.
Podría intentar yo otras columnas: la que no puede creer que miembros decentes del Centro Democrático, Santos, Valencia, Duque, Nieto, Trujillo, insistan en que Uribe sí le dijo “violador de niños” a Samper, pero no en ese sentido; la que no está de acuerdo con la idea desdeñosa de que el pulso de esta semana es un pulso entre las élites, ni con la teoría de que la solución a todos nuestros problemas es negarle el micrófono a un hombre que tiene su propio megáfono; la que se pregunta cómo librar del odio a un país en el que tantos celebran que un sicario llame sicario moral a un periodista. Pero esta es solo mi columna sobre cómo hasta un expresidente debe irse a la cárcel o retractarse si calumnia. No voy a leer los comentarios.
RICARDO SILVA ROMERO
www.ricardosilvaromero.com

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Más de Ricardo

Carácter

Debe juzgarse a un gobierno por la manera en que trata a quienes no le creen.

Proverbios

Se han extraviado en la propaganda de la propaganda. Parecen más interesados en ganar que en servir.

Diagnósticos

El cambio no es “medir fuerzas”, sino sumarlas.

Espejo

Ningún líder colombiano debería resignarse a parecerse a Donald Trump.

Enmugrar

La ciudadanía no teme a tecnócratas ni a activistas, sino a cínicos e incompetentes.

¡Notamos que te gusta estar bien informado!

¡Notamos que te gusta

estar bien informado!

Para continuar leyendo, si ya eres suscriptor: